Es algo que no comprendo muy bien lo de “el día de” en general. Hay “días de” absurdos, otros son ridículos, la mayoría son estúpidos y hay otros que son contradictorios; es decir su fin inicial es totalmente contradictorio con su celebración en si. Dentro de esos “días de” contradictorios hay uno que gana por goleada, uno cuya simple existencia es absurda puesto que es todo lo contrario al fin deseado; me refiero al día de la mujer.
Nace este día buscando inicialmente la igualdad entre hombres y mujeres, la propia existencia de ese día es una bofetada en la cara de esa supuesta igualdad. Primero porque para que exista la igualdad o no debería no existir el día o, de existir, debería llamarse el día del hombre y la mujer, o alguna definición absurda similar. En segundo lugar porque buscar la igualdad de la mujer con respecto al hombre provoca una desigualdad, la del hombre, provoca lo que se ha venido en llamar la discriminación positiva que, a pesar del nombrecito, es absolutamente negativa y termina con un damnificado, el hombre.
Centrándonos en la “discriminación positiva” y en esa terminología y forma de hablar tan políticamente correcta como absurda han aparecido en nuestras vidas algunos engendros dignos de mención especial; pero hay unos que destacan sobre otros: los femitontos. ¿Y quienes son los femitontos? Los femitontos son hombres que hacen algo que me parece una de las cosas más absurdas que se pueden hacer: ensalzar a la mujer pero mofándose y riéndose de su propio género, mofándose del hombre. Se dan muchos ejemplos de femitontos, pero uno de los más sangrantes se producen en los medios de comunicación cuando el moderador o presentador de un debate, al verse rodeado de mujeres, dice esa típica frase absurda en la que él se reconoce un garrulo, un inútil o un tonto al estar rodeado, en ese caso, por mujeres “todas tan inteligentes y bellas”.
No entiendo por qué para piropear o ensalzar a una mujer se tiene que hacer a costa de ridiculizar a un hombre; pero todavía lo entiendo menos si quien lo hace es un hombre. Menos “días de”, menos centrarnos en ser políticamente correcto, más igualdad de verdad y menos tonterías por favor. A ver si empezamos a ser adultos y consecuentes de una vez por todas. A ver si nos damos cuenta que el hombre no es ningún tronco con patas, ni ninguna piedra y también tiene su corazoncito.