Revista Infancia

Los festivos intersemanales y los niños

Por Pedsocial @Pedsocial

Los festivos intersemanales y los niñosEl calendario laboral contiene las aleatorias coincidencias de festivos entre semana que, en nuestra cultura, con la posibilidad de no trabajar los días laborables que quedan enmedio se han dado en llamar “puentes”. Concretamente este año, la coincidencia de la celebración de la Constitución (6 dic) en martes y la festividad religiosa de la Inmaculada Concepción (8 dic) en jueves, han dejado la semana a trozos.
En un país que contempla lejanamente el compromiso calvinista con el trabajo, estos acontecimientos son recibidos con un cierto alborozo, aunque cada vez menos generalizado.
Los trabajadores por cuenta ajena, los servidores públicos que no realizan turnos continuados y pocos más pueden disfrutar de este ocio periódico. Pero los trabajadores por cuenta propia, los autónomos y los servidores públicos que cubren turnos completos como los sanitarios, las fuerzas del orden o los bomberos, tiene pocas oportunidades o, incluso se pueden ver obligados a trabajar más.
Los empresarios y quienes tienen en cuenta productividades, con la excepción de algunos de hostelería y comercios, contemplan este tipo de festivos como indeseables y costosos.
Las escuelas optan por realizar los festivos de forma más bien aleatoria teniendo en cuenta la autonomía de los centros actualmente vigente. Esto no siempre coincide con las preferencias de todos los padres que pueden tener más dificultades de conciliar sus horarios y compromisos laborales con los de sus hijos.
Los niños en general reciben bien los festivos porque las obligaciones pueden resultar tediosas y, en cambio, la libertad de disponer de su tiempo para juegos u ocio es siempre bienvenida.
Lo cierto es que la variedad de horarios y calendarios no parece tener mucha trascendencia sobre los rendimientos académicos. Pero las irregularidades del calendario desde el punto de vista educativo no son precisamente lo mejor para inculcar responsabilidades a los más jóvenes.
En un mundo que camina hacia sistemas más libres en la forma de concebir el trabajo pero que, a la vez, exigen un mayor compromiso personal, que los niños entiendan que el esfuerzo autoexigido va a ser la forma más común de ganarse la vida, la profusión de fiestas no ayuda mucho.
En cualquier caso, una racionalización en la distribución de los festivos a lo largo del año sería necesaria.
Probablemente las fiestas ancestrales como las de los solsticios (de verano, por San Juan y de invierno, Navidad) y los de la primavera (Pascua) y la cosecha (fiestas de septiembre) tienen una distribución lógica. Los otros festivos, políticos o religiosos, deberían espaciarse y unirse a los fines de semana.
Seguro que los niños tendrían pocos problemas en aceptarlo y los padres más facilidades para conciliar su vida laboral con la familiar.
X. Allué (Editor)


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