De España nos ha llegado la pasión religiosa, desde el siglo XVI, cuando los españoles conquistaron militarmente el territorio que hoy es México y que ellos nombraron Nueva España. Y a Nueva España, querían hacer realmente un reino cristiano como lo era España, celosa de su fe cristiana católica romana, y para ello se hicieron efectivas las cláusulas de las bulas alejandrinas, por las que el papa Alejandro VI delegaba la responsabilidad de expandir el mensaje cristiano a los territorios descubiertos por la Corona hispánica, así como de administrar dicha empresa. ¡Y así fue! Poco después de la caída de Tenochtitlan, en agosto de 1521, comenzaron a llegar los primeros frailes misioneros. Como estos fueron doce en total, sentían que eran los 12 apóstoles de América, destinados por la voluntad de Cristo, para evangelizar el Nuevo Mundo como quince siglos atrás hicieran los doce apóstoles en el Imperio romano.
Pero la cosa no era fácil, porque san Pablo como ciudadano romano conocía la mentalidad griega y romana, y a través de ella expandió el Cristianismo; pero América era un caso diferente, puesto que los frailes españoles desconocían completamente las culturas americanas, y que nada tenían que ver con lo conocido en el Viejo Mundo, no se encontraron con una sola cultura y lengua, sino con muchas y variadas.
Al principio, como los romanos, los aztecas bien hubieran aceptado al dios cristiano y a su hijo Jesucristo como uno más dentro de su panteón, junto a Huitzilopochtli y los otros. Pero para los españoles tan católicos, la cosa no era así, ¿o era uno (Cristo) o muchos?, ¡jamás ambos! De esta forma, al principio los españoles terminaron por destruir los templos y códices, y prohibir los antiguos cultos, en especial los que involucraban los sacrificios humanos. Pues como decía san Pablo "han sustituido la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a las criaturas en lugar del Creador " (Romanos 1, 25).
Luego se dieron cuenta que nada ganaban con simplemente destruir y prohibir, así que la Conquista espiritua cambió de táctica; los frailes misioneros se dieron a la tarea de investigar y conocer la cultura y lengua de estos gentiles, por lo que los misioneros redactaron libros donde se describían todas esas cosas, hicieron vocabularios, catecismos y diccionarios bilingües, escritos no solo en letras, sino con dibujos, ya que la antigua escritura mesoamericana era de esa forma, en donde a través de imágenes se lee y enseñan las oraciones como el Padrenuestro, el Ave María o el Credo. Se valieron del teatro (Viacrucis, Pastorelas), la arquitectura (capillas abiertas, capillas posas), celebraciones (posadas), artículos (piñatas), y otros recursos para llevar el Evangelio; hoy todos esos recursos usados por los misioneros, han servido a los historiadores para darse una idea de como era el mundo indígena poco antes de la Conquista española.
Según la tradición católica mexicana y el Nican mopohua, en diciembre de 1531, se apareció la Virgen María de Guadalupe al indígena Juan Diego, en el cerro del Tepeyac, donde anteriormente se había adorado a Coatlicue-Tonantzin, para pedirle que se le erigiera un templo. El texto fue escrito en náhuatl y en español, así como después otras obras religiosas como las obras nahuas de Hernando Franco; permitiendo que el culto guadalupano formara parte del folclor y nacionalismo novohispano, y posteriomente del mexicano.
Pero con todo y vocabularios, catequesis y advocaciones marianas, el catolicismo no se insertó realmente en la población nativa. Los mesoamericanos solo cambiaron a Huitzilopochtli por Jesucristo y a los otros dioses por los santos. Por tal razón, difícilmente se puede decir que los indígenas de ese entonces, como los actuales, entendieron la cosmogonía y teología cristiana; mas bien, parece ser que adoptaron el catolicismo desde su mentalidad, y moldeándolo a su entender, formaron un sincretismo religioso, que hoy se hace patente el día de la Virgen de Guadalupe, el Día de Muertos, el del Santo Señor de Chalma o cualquier otra fiesta religiosa.
Como muestra de ello, con la última visita del papa Juan Pablo II a México en agosto de 2002, en la que además de la canonización de Juan Diego y la beatificación de los indígenas zapotecas Francisco de los Ángeles y Juan Bautista; algunos pobladores de Cajonos, Oaxaca, de donde procedían dichos personajes, protestaban contra lo que significaba gastos para las fiestas a personas, que habían traicionado a su cultura, así como gastos que bien serían para el sustento familiar; sin prácticamente entender, el significado cristiano de una canonización o beatificación, a diferencia de otras latitudes, donde algún cristiano muerto a manos de sus paisanos por querer cristianizarlos, es venerado.
Desde luego, la religiosidad natural o popular no es exclusiva de México, sino de todo el mundo cristiano en mayor o menor medida, desde tiempos de la Iglesia primitiva, pero es evidente que toma tintes particulares en la población indígena americana, donde las fiestas del santo patrono del pueblo son tan necesarias para el bienestar de la comunidad, como las oraciones a los espíritus de la tierra o el mar, para tener una buena cosecha o pesca. Incluso al "santo Niño futbolero", para que gane la Selección mexicana.
Aunque se diga que los españoles finalmente pudieron eliminar las antiguas creencias americanas, la Iglesia católica, se ha sostenido como tal, más por los hispanohablantes (españoles, criollos, mestizos), que por los nativos evangelizados. No se duda en que realmente haya indígenas que conozcan y practiquen realmente su catolicismo; sin embargo, muchos obispos y/o sacerdotes, solo se llegan a conformar con ver las iglesias llenas en domingo y que sus feligreses tengan sus sa
La Iglesia no considera la religiosidad natural o popular como algo malo, pero sí como insificiente, pues no es el cristianismo recibido de los apóstoles, y por lo tanto puede derivar en prácticas supersticiosas y anticristianas. Como el vudú caribeño y la santería, sincretismos entre catolicismo y la religión de los esclavos africanos; Jesús Malverde "santo patrono de los narcotraficantes" o el culto a la "santa Muerte", consideradas por la Iglesia católica, como un cultos diabólicos, como cosas del Demonio aunque sus seguidores se nombren a sí mismos como "católicos", "apostólicos" y "guadalupanos".
LOS COMENTARIOS (1)
publicado el 20 febrero a las 03:38
me parece que este texto no dice mas que la realidad. felicidades!