Las personas que fuman en el momento de sufrir su primer accidente cerebrovascular tienen un mayor riesgo de sufrir otra apoplejía, un ataque cardíaco o morir que los que nunca han fumado, según un estudio realizado por investigadores australianos.
Y aquellos que dejan de fumar antes de sufrir un accidente cerebrovascular tienen un riesgo menor que aquellos que siguen fumando al momento de sufrir un accidente cerebrovascular, señalaron los investigadores.
Los fumadores son más propensos a tener peores resultados después de sufrir un accidente cerebrovascular.
El tabaquismo predispone al endurecimiento de las arterias y el accidente cerebrovascular. Este es el resultado de la nicotina y el efecto de monóxido de carbono en los vasos sanguíneos.
Los profesionales de la salud advierten que nunca se debe empezar a fumar.
Si, de hecho, se es un fumador actual, hay que detenerse, ya que fumar predispone a sufrir un derrame cerebral y, de sufrirlo, se tendría un resultado peor que predispondría a tener otro derrame cerebral.
Los fumadores tienen una gran cantidad de discapacidades después de haber sufrido un accidente cerebrovascular, además de una disminución en la calidad de vida.
Puede suceder que la persona no muera después de sufrir un accidente cerebrovascular, pero podría no ser capaz de moverse o comunicarse nuevamente y su calidad de vida sería muy pobre.
Muchos profesionales desean poder educar y convencer a la gente de que fumar tiene un gran impacto no sólo en la esperanza de vida, sino también en la calidad de vida, que puede ser totalmente disminuida por este hábito tan perjudicial.