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¿Recuerdan cuándo antes la tendencia habitual era la de presentarse a una oposición para conseguir el “trabajo más valioso” del mundo? Ahora, aquellos que estudiaron o los que incluso no lo hicieron, y entraron a través del conocido término eléctrico de “enchufe”, obteniendo así una plaza como funcionario de la administración autonómica ven como cada día sus beneficios iniciales se diluyen.
Cómo les decía, antes era una obligación terminar los estudios básicos o incluso los universitarios y después seguir estudiando para entrar como funcionario en la administración pública ya que un puesto de trabajo así era la panacea. Acceder a un trabajo vitalicio y que encima ofrecía tantas ventajas era de género tonto no intentarlo. Muchas madres animaban a sus hijos para que opositaran y les decían: “haz una oposición para que no tengas que trabajar más“. Haciendo referencia claro está a que no tuvieran que buscar trabajo en el sector privado nunca más en su vida.
Pero ahora aquellos que duramente obtuvieron su plaza y que pensaban que todo sería un lecho de rosas hasta el fin de su etapa laboral, han visto como esa cama en la que dormían le han empezado a crecer las espinas. Unas espinas que han llegado con los recortes de los salarios y el incremento de las jornadas.
Tal y como recoge el diario 20minutos (www.20minutos.es) en la actualidad el colectivo de funcionarios autonómicos supera 1,3 millones de personas y supone más del 50 % del total de empleados públicos de España. Pues en la mayoría de las comunidades autónomas, estos trabajadores públicos han visto incrementada su jornada de trabajo y reducido su salario en mayor o menor medida. Siendo la frase más común aquella de “trabajar más y cobrar menos”.
Así que lo que vemos con esto es que, parece que en la administración el cargo de funcionario, ya sea estatal regional o municipal, se traduce en que no gusta y que, como si de una empresa privada se tratara, se le aplicarán todas las injustas medidas que llevan sufriendo el resto de trabajadores hasta que se logre su extinción. Por eso está bien recordarle a aquellos que toman iniciativas tan duras que si…“aprietas demasiado una tuerca, esta puede que nunca puedas volver a aflojarla”.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…