Es obvio que la crisis económica golpea con fuerza, pero no afecta a todos por igual. La banca aumenta sus beneficios millonarios, los paraisos fiscales incrementan sus cuentas opacas, las grandes empresas ganan más dinero y la visita del Papa a Madrid, el próximo mes de agosto, cuesta 50 millones de euros. Todo un dispendio innecesario en un momento en el que la ciudadanía es la única víctima de la crisis y se anuncian nuevas reformas y recortes. Ignacio Escolar resume en el diario Público todo este absurdo, que daña el trabajo y el crédito de los movimientos cristianos de base, que me consta se sienten indignados por el coste de un viaje, que sufragan a partes iguales el Estado y las mismas compañías que exigen despidos más baratos, más flexibilidad y salarios aún más bajos. Increíble, pero cierto. El Papa, como siempre, con el poder, sea político o económico. Por eso le invitan, le costean la visita y le ponen alfombra roja.