Las imágenes de Rajoy y Sánchez el pasado viernes en su “desencuentro” tan esperado han dado la vuelta al mundo. Más allá de pactos, mayorías, estrategias políticas o listas más votadas las conversaciones tanto de pasillo como de palacio han quedado reducidas al no apretón de manos, o a la supuesta negativa del líder popular a estrechar la mano del aspirante a la investidura.
Traducido, significa que vuelve a ponerse de relieve la importancia de la comunicación directa como parte fundamental de la comunicación en general y la necesidad de estudiarla como integrante de una estrategia que, a estas alturas de la negociación, no tiene más remedio que afinar sus métodos para intentar garantizar el éxito.
Pero vayamos por partes, la comunicación directa, ¿en qué consiste?. Para empezar hay que decir que es aquél tipo de comunicación presencial, que no necesita de ningún artilugio para realizarla. No es comunicación directa, por tanto, una conversación telefónica o un whatsapp.
Porque la comunicación directa no se da si los dos interlocutores no están presentes. Incluso una conversación por skype no podría clasificarse así porque como, a continuación, diré en este tipo de comunicación intervienen muchas cosas, no sólo la palabra, no sólo el mensaje.
Por eso, en este encuentro Rajoy-Sánchez todos los detalles se han cuidado o descuidado a propósito. Porque los responsables del marketing de cada partido han tenido que hacer horas extras para que cada paso dado por ambos líderes comunicase lo que ellos querían comunicar que no es ni más ni menos que la frialdad y el desencuentro de ambos políticos.
En la comunicación directa, como he dicho, intervienen no sólo las palabras sino los gestos, los tonos, los silencios, la distancia, la pura presencia en definitiva.
La entrada de ambos líderes en el lugar de encuentro ya presagiaba una cuidada estrategia de comunicación presencial muy interesante. La mirada de Rajoy al vacío, la mano “humilde” extendida de Sánchez, las sonrisas forzadas, el sentarse del presidente en funciones y el levantarse abrochándose la chaqueta en el instante en que el líder socialista le extendía tímidamente la mano (como sabiendo que no se la iba a estrechar), el tiempo de reunión no son sino gestos que, más allá de las palabras quieren confirmar el mensaje de unos a otros. No quiere decir no para Sánchez. España necesita un gobierno fiable compuesto por PP, PSOE y Ciudadanos pero presidido por la lista más votada, según Rajoy. Es decir no contemos el uno con el otro.
Gestos que, por otra parte, se vienen a sumar a la cantidad de gestos que la reciente campaña electoral nos han dejado de todos los partidos sabedores que el poder político también se gana en los medios y en los gestos.
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