Revista Religión
BY RICK WARREN — En la historia de David en 1 Samuel, él tuvo que luchar en realidad con otros cuatro gigantes antes de enfrentar a Goliat. No eran gigantes físicos y materiales, sino gigantes que estaban en su mente.
Es mucho más probable que tú tengas que hacer frente a esos gigantes como Goliat, pero ellos pueden ser igual de grandes e intimidantes y pueden impedir que llegues a ser lo que Dios desea que seas y cumplir los sueños que él ha puesto en tú corazón.
El primer gigante en enfrentar tu sueño es la demora. Ningún sueño se alcanza instantáneamente. Dios te da un sueño un día pero no lo cumple al día siguiente. Puede tomar años ver cumplido tu sueño de vida. Y también siempre existe un período de espera.
En el caso de David, su propio padre frenó su sueño. ¡Después de que Samuel ungió a David como rey, Isaí le mandó de vuelta a cuidar las ovejas!
Cuando el plan de Dios contradice el plan de alguien, va a haber un retraso, y la gente va a tratar de frenarte —a veces incluso la gente que más te quiere. Pero Dios es fiel, y completará su trabajo en ti en su tiempo.
El segundo gigante que puedes enfrentar es el desánimo. Goliat creó un clima de temor en Israel, y todos estaban convencidos de que perderían la batalla.
¿A quién estás escuchando? ¿Quién dice que no se puede hacer? ¿Quién está echando por el suelo tus sueños, diciendo que no van a acontecer?
A veces, lo único que necesitas es una voz nueva, fresca —la del jovencito que con ojos frescos dice “Este tipo no es nada. Lo podemos vencer”.
El tercer gigante que podrás encontrar en tu camino es el de la desaprobación. En el caso de David, sus propios hermanos cuestionaron sus motivaciones y desaprobaron su intención de enfrentar a Goliat.
Cuando Dios te da un sueño del que otras personas están temerosas y tú aun así lo persigues, serás malentendido, juzgado, condenado y calumniado. Tú tendrás que decidir qué es lo que te importa más: la aprobación de los demás o la aprobación de Dios.
El cuarto gigante que podrías enfrentar es el de la duda.
No existía nadie con una mayor experiencia en la guerra que el rey Saúl, y fue él quien le dijo a David que era una locura pensar que un jovencito pudiera luchar con un guerrero como Goliat.
Es posible que un experto hoy te esté diciendo que tú tampoco podrás hacerlo. Esto es más que suficiente como para que comiences a dudar.
Cuando escribí “Una vida con Propósito”, recibí una carta del editor (la que enmarqué), que decía: “Este libro nunca funcionará. Nadie va a leer 40 capítulos”. Los expertos, muy a menudo se equivocan.
Reflexiona sobre esto:
¿Qué has aprendido acerca de ti mismo y de Dios cuando un sueño se ha demorado en tornarse realidad?¿A quién pertenecen las voces de desaliento que te han mantenido frenado? ¿A quién tienes que escuchar en su lugar?
¿Cuáles son las promesas de Dios que puedes usar para animarte cuando comienzas a dudar de ti y de tus sueños?