Ficha técnica
Autor/a: MÉNDEZ, Alberto
Edición: 14ª ed.
Lugar de edición: Barcelona
Editorial: Anagrama
Año de edición: 2007
Número de páginas: 155
ISBN: 978-84-339-6855-5
No sé si os pasará también a vosotros pero, de vez en cuando, hay libros que me gusta volver a leer, especialmente aquellos que me dejaron un buen recuerdo. Los girasoles ciegos es uno de ellos.
Este libro recoge cuatro historias o, como dijo el propio Méndez, cuatro derrotas que nos narran una época que muchos no hemos conocido físicamente pero sí a través de nuestros abuelos o a través de los libros de historia. Una época de silencio y miedo donde expresar unos ideales concretos podía tener como consecuencia la muerte o, en el mejor de los casos, la cárcel. Cuatro historias que, aunque independientes entre sí, se terminan mezclando para contarnos que tras una guerra sólo quedan muertos, lágrimas y dolor.
La primera historia, Si el corazón pensara, dejaría de latir, nos habla del capitán Alegría, un oficial del ejército franquista que asqueado de tanto horror decide rendirse ante el bando republicano el mismo día que las tropas golpistas entran en Madrid. Ni republicanos ni franquistas entienden los motivos de su rendición porque, los primeros, le consideran un loco y, los segundos, un desertor. Pero nadie entiende que su rendición obedece a que ha formado parte de un ejército que no quería ganar una guerra, sino matar a su enemigo.
La segunda historia, Manuscrito encontrado en el olvido, es una especie de diario que un joven poeta escribe en una braña de los montes de Somiedo contándonos por qué huye junto a Elena, su novia, de diecisiete años y embarazada, y cómo ella muere al dar a luz a su hijo en pleno invierno. Esa braña que es refugio de la vida también lo será de la muerte.
Este relato es el que más me ha gustado por ser el más intimista y sobrecogedor de los cuatro y por transmitir las sensaciones de un joven que tiene que madurar a golpe de tan cruentas circunstancias.
La tercer historia, El idioma de los muertos, versa sobre Juan Serna, un estudiante comunista encarcelado en Porlier que trata de alargar su vida contándole al juez militar que instruye su causa, y a su mujer, lo que quieren oír sobre su hijo muerto. Un ser despreciable que Juan convertirá en un patriota heroico a los ojos de sus padres hasta que ya no soporta seguir mintiendo y les cuenta la verdad sobre lo despreciable que fue su hijo. Una verdad que le sentencia a muerte.
La cuarta y última historia, Los girasoles ciegos, nos habla de Lorenzo y sus padres: Ricardo y Elena. Lorenzo es un niño que está acostumbrado a ver cómo su padre tiene que vivir oculto tras las cortinas, en la oscuridad, sin que nadie lo vea, ni le sienta, ni le oiga, y que ha de encerrarse en un armario cada vez que suena el timbre de la casa y sus vidas se paralizan por unos segundos. El miedo y las mentiras hacen que Ricardo siga con vida hasta que el hermano Salvador, que confunde el amor con la lujuria y la lascivia, se obsesiona con Elena y un día irrumpe en su casa, dejándose llevar por su obsesión por ella, hecho que provoca el sobrecoger y trágico final de Ricardo.
Son cuatro relatos a cual más duro pero escritos con una prosa muy cuidada, poética en algunos momentos, cuyos personajes son cercanos porque, como dice la contraportada, todo lo que se narra en este libro es verdad pero nada de lo que se cuenta es cierto.
Libro altamente recomendable por la sensibilidad y melancolía que transmite pero también por ser un reflejo de una parte de nuestra historia que no debemos olvidar para que no vuelva a repetirse.
Es una lástima que Alberto Méndez falleciera once meses después de que se publicara Los girasoles ciegos, su primera y única obra, que ha sido galardonada, entre otros, con el Premio Setenil 2004 al mejor libro de relatos publicado en España y el Premio Nacional de Narrativa 2005.
Si mal no recuerdo, en 2008 José Luis Cuerda llevó al cine esta obra con las interpretaciones de Javier Cámara y Maribel Verdú, centrándose especialmente en el segundo y cuarto relato de la obra de Méndez.