Revista Sociedad

Los grises de Obama

Publicado el 13 enero 2017 por Abel Ros

El otro día, mientras tomaba café, eché un vistazo a los periódicos. Aparte de las noticias habituales del cortijo - la clase política española y sus corruptelas de siempre -, el buque insignia fue, como saben, el discurso de despedida de Barack Obama. Antes de asomarme al vertedero, leí por encima el New York Times. Desde hace años, me gusta echarle un ojo a la prensa internacional. Mientras el rotatorio americano - y esta fue mi sorpresa - destacaba, a bombo y platillo, la figura de Obama como el Mesías del siglo XXI, el editorialista de La Razón "lo ponía a parir". Dos lecturas antagónicas - la del New York y la del diario de Marhuenda - que han motivado la redacción de este artículo. Un texto, como les digo, que pone grises entre sendos antagónicos, y ubica a Obama en el lugar que se merece.

Si quieren que les sea sincero, nunca creí las promesas de Obama. No las creí porque, aunque comparta su ideología, una cosa es conquistar el poder y otra, muy distinta, gobernar un país o, mejor dicho, mantenerse en el sillón. Entre los logros de Barack, destacan, entre otros: "la cabeza" de Bin Laden, la "Obamacare" o Seguridad Social a la europea, el acuerdo nuclear con Irán, el acuerdo climático de París y la apertura a Cuba, gracias a la mediación de don Francisco. Entre sus sombras asoman, entre otras: el cierre frustrado de Guantánamo, la permanencia de tropas en Irak y Afganistán, y la persistencia del conflicto entre Israel y Palestina. Barack Obama pasará a la historia, con sus luces y sus sombras, por ser el primer presidente negro que conquistó la Casa Blanca. Un mérito enorme para alguien de Chicago que hizo realidad su sueño americano. Alguien, como les digo, que por su oratoria y persuasión consiguió el Premio Nobel de la Paz.

Obama no pasará a la historia por el cumplimiento de sus promesas electorales sino por sus innovaciones en comunicación política. Barack cambió el atril y los mítines convencionales por las redes sociales. Gracias a él, hoy, la mayoría de partidos políticos hacen campaña a lo Obama. Campañas realizadas desde Twitter, Facebook y YouTube. Campañas, como les digo, que humanizan a las élites y rompen la barrera infranqueable entre ideales y realidades. Barack consiguió restaurar la ilusión por la política. Una ilusión que, día tras día, se ha ido evaporando por su gestión al frente de la Casa Blanca. Una gestión mediocre; marcada por la falta de correlación entre "sus dichos" y "sus hechos". Barack ha sido un títere del sistema; un presidente atado de pies y manos por la mayoría adversa del Capitolio. Hoy, Donald Trump ha conseguido el cetro de los Estados Unidos. Lo ha conseguido gracias al miedo insuflado a las clases medias de pedigrí americano. Miedo, como les digo, para impedir que se hiciera realidad el "yes we can" de Obama.


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