La alimentación de la embarazada también influye en los gustos de su retoño y en su desarrollo cerebral. No sólo por la calidad de los nutrientes sino por su sabor. Según un estudio realizado con ratones, y publicado en la revista "Proceedings of the Royal Society", los sabores y olores que se perciben en el útero quedan clasificados como "buenos". Cuando la madre come alimentos de sabor intenso, el cerebro de las crías adquiere tamaño. Posteriormente se demuestra que las crías prefieren esos sabores.
Revista Salud y Bienestar
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