Magazine
Los 'habitantes' del AmazonasEl Amazonas, el segundo río más largo del mundo, constituye el hábitat natural de una gran cantidad y variedad de animales. El texto que sucede a esta breve introducción recoge las principales especies acuáticas, así como las aves de la región que, aunque nidifiquen y descansen sobre los árboles de la ribera, se alimentan de los peces que pueblan las aguas de este caudaloso curso fluvial.Fragmento de El Amazonas, el infierno verde.De José Manuel Rubio Recio.Capítulo III: La vida animal: un mundo de especialistas.Las aguas amazónicas son muy ricas en peces. Lo sabíamos porque la pesca era una actividad usual en las tribus primitivas. La investigación nos lo prueba después. Al igual que también nos dice que son más ricos los ríos «brancos» que los ríos «pretos», porque las aguas de estos últimos son más pobres en nutrientes. Se estima que las cuatro quintas partes de las 2.500 especies de peces fluviales de Suramérica habitan en el Amazonas y el Orinoco. En un radio de treinta km en torno a Manaos se han colectado 700 especies. Vamos a hablar de algunas significativas.Desde un punto de vista económico, un pez de gran valor en el abastecimiento de las poblaciones del río es el pirarucú o pez rojo gigante (Arapaima gigas), que puede alcanzar los cuatro metros de largo y los cien kg de peso.Aún los hay mayores en el numerosísimo grupo de los llamados peces gato, tetraodontos, aunque entre ellos hay también especies muy pequeñas.Dentro de este mismo orden está incluido un pez, que más parece por su forma una anguila gigante y gruesa, que tiene la propiedad de producir descargas eléctricas potentes. Por eso se le llama anguila eléctrica (Electrophorus electricus), aunque también se la conoce con el nombre de «gimnoto». Hay un reducidísimo número de peces que, como éste, pueden producir descargas eléctricas, pero ninguno con la intensidad de la anguila eléctrica, a la que se le han medido descargas de 550 voltios como cosa normal. Cabeza y cola son los polos de esta batería viviente: el choque de la cabeza con la presa produce una desviación del campo magnético y salta la corriente hacia la presa atontándola o inmovilizándola, cosa que puede ocurrir hasta con los grandes mamíferos domésticos. ¿Por qué no se autoelectrocutan estos peces? ¿Cómo han desarrollado los órganos eléctricos? ¿Cómo es que permanecen aislados en un medio tan buen conductor de la electricidad como es el agua?. Son muchas las preguntas que se pueden hacer, y siguen sin contestar, sobre este pez amazónico que prefiere las aguas tranquilas y semipantanosas a las movidas y rápidas.Son famosos los peces llamados pirañas (Serrasalmidae), pero dentro de las diversas especies que habitan el Amazonas sólo algunas hacen honor a su fama de carnívoras. Poseen unas mandíbulas potentes con dientes afilados y cortantes, desproporcionados con respecto a unos cuerpos que no suelen superar los 25 o 30 centímetros. Operan en manadas de cientos de individuos y es la presencia de la sangre y su olor lo que despierta su agresividad. Si el ataque se produce, en pocos minutos pueden dejar limpio de carne el esqueleto del animal atacado, por grande que sea.Son múltiples las especies de peces que consumen insectos y, sobre todo, mosquitos. Y una especie en concreto, el gupy (Lebistes reticulatus), que es un pez pequeñito, con poblaciones elevadísimas y de rápida multiplicación, ha sido introducido en otros lugares de la tierra como instrumento de lucha biológica contra las plagas de mosquitos.Las aguas de algunos grandes ríos de la Tierra han sido penetradas por especies estrictamente marinas y se han acomodado a ellas, diferenciándose, más o menos, de sus congéneres oceánicos. Pertenecen al grupo de los mamíferos marinos y en el Amazonas existen dos de estas criaturas: el buto, delfín amazónico o inía (Inia geoffroyensis), y el manatí (Trichechus inunguis).El buto o inía pertenece, como su otro nombre indica, a los delfines fluviales (Stenidae) y es, por lo tanto, un cetáceo. Tiene un tamaño de poco más de dos metros y se alimenta de peces pequeños y medianos. Al ser animales de respiración pulmonar, tienen que emerger periódicamente para respirar y lo hacen de forma muy ruidosa. Como los marinos, son inteligentes y domesticables y en ellos se apoyan algunas leyendas de sirenas. Sin que se sepa bien por qué, los indígenas los respetan. En relación con ello, sí es más sorprendente saber que ese respeto es un fenómeno generalizado a todos los delfines fluviales de otros ríos de la Tierra.El manatí pertenece al orden Sirenia y vive en la zona comprendida entre la desembocadura e Iquitos. A diferencia del anterior es herbívoro y consume plantas acuáticas. Como sus congéneres oceánicos, las vacas marinas, es voluminoso y puede pesar varios quintales. Dispone de una especie de válvulas en los orificios nasales, que abre al emerger para respirar. Come hasta llenar su estómago y hace la digestión varado en aguas someras con la nariz fuera del agua.Acuáticas son tortugas y caimanes, pero en determinados momentos utilizan la tierra.Hay no menos de siete especies de tortugas en el Amazonas de las que una, al menos, ha sido siempre predada por el hombre. Incluso hoy, la demanda se ha extendido fuera del área y las capturas excesivas están poniendo en peligro a la especie. Se trata de la tortuga llamada charapa o arrau (Podocremis expansa), de la que nos habló ya Alejandro de Humboldt. Durante el celo y, sobre todo, durante la puesta se reúnen por millares en islas y playazos, y esos son los momentos de la captura o de la cosecha de huevos. Algunas tribus colectan crías y huevos y los transportan a lagunazos controlados, en los que les proporcionan alimento, cebándolas hasta el oportuno momento de consumirlas. El rendimiento de carne obtenida por este procedimiento, comparado con el que se obtiene con la práctica ganadera en la Amazonia, es notablemente alto. Hasta 400 veces mayor por unidad de superficie. Si en vez de la tradicional predación se generalizase este sistema, conservaríamos la especie tratándola como un recurso renovable, que es lo que debe hacerse.El caimán negro del Amazonas (Melanosuchus niger) es el equivalente al cocodrilo africano y, como él, puede alcanzar algo más de 4 m de largo. Mayor es el Crocodilus intermedius, que alcanza los 7 m. Los yacarés (caimán), en cambio, son más pequeños que los primeros. Cada una de las especies ocupa un tipo determinado de aguas, más o menos profundas y más o menos rápidas. Todos comen carne y prefieren capturar a aquellas presas que se aventuran por las orillas, pudiendo, los mayores, en ocasiones, atacar al hombre. Las tortugas son otras de sus presas favoritas. Resultan fáciles de ver para el habituado, aunque parecen troncos varados en las orillas bajas de los ríos.Con la abundancia de pesca que citamos al principio de este epígrafe, no resulta raro que el Amazonas posea la especie de nutria más grande de las existentes, la arirai (Pteroneura brasilensis), cuyo cuerpo sólo llega a un metro de largo. Además, hay otras dos especies más pequeñas. Las nutrias, en general, son de hábitos nocturnos y durante el día reposan refugiadas en alguna cueva. Sin embargo, la arirai es diurna y no excesivamente difícil de ver.El continente de los marsupiales, que son unos mamíferos arcaicos, es Australia, en donde se han conservado, frente a otros continentes, por el aislamiento en que ha permanecido. Suramérica, también aislada en otras épocas, pero unida con posterioridad, perdió la mayoría de las especies de aquella fauna, pero conserva algunas, las zarigüeyas. En su mayoría son nocturnas y arborícolas, salvo una, la cuica (Chironectes) que resulta ser el único marsupial de hábitos acuáticos del mundo. Nada con facilidad gracias a sus patas posteriores palmeadas, haciendo sus giras por las aguas mansas de las orillas de los ríos en busca de peces, ranas y crustáceos diversos que componen su dieta.Si bien no es lo mayor del río, sí se la considera el monstruo amazónico por excelencia. Me refiero a la serpiente anaconda (Eunectes murinus) que, aunque prefiere como medio el agua para vivir, la podemos encontrar haciendo incursiones por las orillas y sus árboles. Sobre sus dimensiones se ha especulado mucho, exagerándolas; hoy, se admite como longitud normal la de ocho m, a pesar de lo cual no es la mayor del mundo, récord que posee una pitón asiática. Captura a los animales que se aproximan a beber a las orillas y mata por constricción.En el mundo de las aves hay diferentes grupos que están vinculados a las aguas para su alimentación, aunque para su nidificación, cría y reposo puedan utilizar los árboles. Enumerando sólo los que cuentan con mayor número de especies, están, por un lado, las anátidas y afines; por otro, los limnícolos; y, finalmente, las zancudas. Al no existir espacios abiertos no son tan significativas como en ellos, pero constituyen conjuntos numerosísimos.Cigüeñas, garzas e ibis son muy llamativas. Impresiona el garzón soldado (Jabiru nycteria) con su metro treinta de alto, su cuello de botella su largo y grueso pico. El garzón cenizo (Ardea herodias) y la garza morena (Ardea cocoi) también rebasan el metro de altura y pescan disparando su cuello y pico con rapidez fulgurante. Los mayores contrastes de colorido nos lo proporcionan las varias especies de garzas blancas y los ibis blancos, corocoros blancos (Eudocimus albus), con los ibis rojos, corococos colorados (Eudocimus ruber) y las espátulas rosadas (Ajaia ajaja), tanto en solitario como mezcladas.Las anátidas son menos conspicuas y solo se registran diez especies en el Amazonas, con los más diversos hábitos, habiendo una, el pato de los torrentes (Merganetta armata), que, como su nombre común indica, prefiere las aguas de los rápidos o torrentes.Los limnícolos y los rállidos, que son otro grupo nutrido, constituyen una legión innumerable de especies. Lo que nos ocurre con las aves acuáticas es que, por su capacidad de desplazamiento, muchas, sin ser migrantes, sí son divagantes, y no son tan exclusivas de determinadas regiones como algunas de las terrestres.Si hubiera que reseñar algún ave, relativamente vinculada al río, por su carácter excepcional, acudiríamos al hoatzin (Opisthocomus hoazin), también llamado faisán oloroso, por su porte corpulento, su olor almizclado y su cresta despeinada. Se instala en los árboles o arbustos de las orillas de los ríos o los pantanos y es muy torpe de vuelo y actitudes. Incluso para moverse entre las ramas tiene que ayudarse de apoyos con las alas y la cola. Es vegetariano y su alimento lo constituyen, entre otros, las hojas de mangle. Sus crías logran más movilidad porque desarrollan unas garras suplementarias en el codo del ala, con las que se enganchan a las ramas, equilibrándose.Fuente: Rubio Recio, José Manuel. El Amazonas, el infierno verde. Madrid: Biblioteca Iberoamericana. Ediciones Anaya, S.A., 1988.
También podría interesarte :