- Hacer voz de niños o de personajes de caricatura en los programas infantiles. ¿No han pensado que la gente puede ser divertida para los niños?
- Cortar las canciones para ponerse a hablar. Año 1980. El locutor de media noche con voz sexy pasa llamadas al aire y de fondo se escucha una canción cachonda, que sube y baja de volumen a placer. Este hábito es feo porque implica --aunque sea inconscientemente-- que lo que él o ella tienen que decir es más importante que la música, siempre cortable, bajable de volumen y mandable al fondo.
- Hablar y hablar sin poner ninguna canción. Un locutor puede o no ser profe, pero ante el micrófono se siente en conferencia magistral y nos sorraja sus opiniones una tras otra. La locución como medio de exposición personal y forma de hacer carrera como figura pública. Al diablo la audiencia.
- Que las conductoras realicen tareas secundarias, como dar los teléfonos y lleven secciones menores, como el clima o los espectáculos. Esto no sólo es odioso, sino criminal, porque reproduce un sexismo desde la radio y la televisión. En esto la radio comercial está mucho más adelantada, porque las estrellas de la radio grupera y popular son femeninas.
- El abuso del lugar común. Para graduarse de la escuela de comunicación, los periodistas, especialmente deportivos, deben acuñar metáforas domingueras o les niegan la cédula profesional. Al parecer, hay un manual que prohibe consultar el diccionario de sinónimos y antónimos, de manera que toda la vida escucharemos las frases siguientes: "el vital líquido", "el esférico" y "la máxima casa de estudios".
- Asumir que la audiencia necesita que le expliquen todo. Entre más cultural se asume el locutor, más obligado se siente a decir palabras rebuscadas para luego fingir ruborizarse por todos nosotros --pobres iletrados-- que seguramente no entendemos su altísima Kultur.
- Dar el santoral como noticia. Esto es tradición en la radio y TV de Puebla. El ritual es el siguiente: Una mujer (punto 4) dice el Santoral católico "hoy festejamos a Clodomiro..." En ese momento chusco otro de los conductores, casi siempre un hombre, dice "¿Quién se llama Clodomiro?". (Sonrisas).
Luis Ricardoluisricardo.com