Revista Cocina

Los hábitos sanos en la prevención del Alzheimer.

Por Mamucer @MarinaMunozC

Alzheimer

– Marina Muñoz Cervera –

El Mal de Alzheimer se está convirtiendo en la plaga del siglo XXI.

El 21 de septiembre se celebró en el mundo entero el Día del Alzheimer, una enfermedad progresiva que actualmente es la causa principal de demencia (60-70%).

47,5 millones de personas padecen demencia en el mundo y cada año se registran 7,7 millones de casos nuevos (datos OMS).

No es una patología reciente, ya en el año 1906, Alois Alzheimer presentó el primer informe de la enfermedad que más tarde llevaría su nombre; en un encuentro de psiquiatras alemanes presentó el caso de una mujer de 51 años que manifestaba confusión, pérdida de memoria y síntomas psicóticos que progresaron rápidamente hasta su muerte 4 años después. En el año 1911, Fuller publicó una revisión de un total de 13 pacientes con enfermedad de Alzheimer, con una media de 50 años de edad y una duración del proceso de 7 años.

Durante mucho tiempo después de los primeros hallazgos, se consideró esta enfermedad como rara e incluso como una consecución normal del envejecimiento.

Hoy en día, como hemos visto, es anormalmente frecuente y todos pensamos en el Alzheimer cuando vemos a una persona mayor que tiene más despistes de lo considerado como normal, nos preocupamos y le tememos por lo duro de su padecimiento para el enfermo y la familia que le rodea.

Esta enfermedad neurodegenerativa, en la que se producen pérdidas neuronales, suele comenzar de forma paulatina con pequeños olvidos y dificultad en la orientación, más adelante pueden aparecer dificultades para escribir, vestirse, reconocer a las personas habituales y los olvidos llegan a afectar a funciones básicas como ir al baño o simplemente cambiar de postura. Existe un cambio dramático de actitud, así, el miedo se transforma en necesidad de agredir, desvarío, resistencia al cuidado, etc.

Las zonas más afectadas del cerebro son el hipocampo y la corteza cerebral, viéndose deterioradas todas aquellas funciones relacionadas con las áreas cerebrales involucradas.

El Alzheimer por sí mismo no conduce a la muerte, pero sí aumenta el riesgo de otras causas de mortalidad, como accidentes e infecciones, etc.

¿Cómo podemos ayudar a prevenir el Alzheimer?

A pesar de que existen pocas investigaciones dirigidas a prevenir la demencia, según dice la OMS, «la prevención se centra en los objetivos sugeridos por los estudios científicos disponibles, por ejemplo la lucha contra los factores de riesgo relacionados con las enfermedades vasculares, como la diabetes, la hipertensión y la obesidad en la mediana edad, el tabaquismo y la inactividad física».

No debemos entender el Alzheimer como una consecuencia normal del envejecimiento, pero sí como el resultado de algunos factores que favorecen su presencia.

La predisposición genética puede tener un papel, pero también se heredan las costumbres, a veces le echamos la culpa a los genes de lo que simplemente es una conducta heredada por hábito y que va a tener el mismo resultado que en nuestros antepasados, si no nos damos cuenta a tiempo. Y, por otro lado, la expresión de los genes varía si cambiamos las costumbres.

Se acepta que medidas generales como la alimentación sana, el uso de algunos de suplementos alimenticios concretos, plantas medicinales, así como ejercitar el cuerpo y la mente pueden ayudar a prevenir esta enfermedad.

Quizás, el mayor problema radique en adoptar una o dos medidas de forma aislada, olvidándonos de las demás y pensando que con ello conseguiremos prevenir la enfermedad. En la evitación de enfermedades, es importante la práctica conjunta de todas de las medidas de prevención, es decir, no nos sirve de mucho hacer ejercicio si nuestra alimentación se basa en ultraprocesados y no comemos bien. Todas las medidas se interrelacionan entre sí y el producto final es el resultado de puesta en práctica de la mayor parte de medidas de prevención posibles.

De la misma forma que los factores riesgo se suman favoreciendo la enfermedad, lo hacen las medidas de prevención. Por ejemplo, si tenemos un vida sedentaria, comemos muy mal y lo anterior nos aboca a padecer estrés y trastornos emocionales y una vida que difícilmente es compatible con un ejercicio mental eficaz, tendremos todas las semillas necesarias para sembrar cualquier enfermedad, sin embargo, si cambiamos nuestro tipo de alimentación, practicamos actividad física, nos sentimos emocionalmente bien e incluso hacemos ejercicios mentales de forma voluntaria, estaremos plantando semillas para obtener una buena salud.

Vamos analizar con más detalles las anteriores medidas generales de prevención.

– Ejercicio mental:

La puesta en práctica de juegos que ayudan a entrenar el cerebro, como el ajedrez, crucigramas, etc. tiene una relación inversa con el padecimiento de Alzheimer, es decir, mientras más se practican, existen menos posibilidades de desarrollar la enfermedad.

– Ejercicio físico:

El ejercicio físico regular incrementa nuestra vitalidad y energía predisponiéndonos a aprender y memorizar mejor. Algunos estudios parecen indicar que la práctica de ejercicio, aunque sea en poca cantidad, repercute favorablemente en la prevención de este tipo de demencia.

Montar en bicicleta durante 15 minutos durante 3 días a la semana o practicar ejercicios de estiramiento reducen el riesgo de padecer la enfermedad.

Ya se sabe que la práctica de ejercicio ayuda en la regeneración neuronal.

Tanto el ejercicio mental como el físico redundan en minimizar el estrés, tan importante como factor de riesgo del Alzheimer.

La alimentación:

Parece ser que los antioxidantes y los ácido Omega 3 son claves en la prevención del Alzheimer.

Sin embargo, antes de continuar con los nutrientes que parecen estar más involucrados en el desarrollo de la enfermedad, es importante dejar claro que no se pueden considerar de forma aislada. Es decir, si tomamos suplementos de Omega 3 y de antioxidantes, pero nuestra vida no sale de los hábitos poco saludables, tanto alimentarios como de actividad física; quizás notemos alguna mejoría, pero no sirve de mucho en la prevención.

La ingesta de pescado azul rico en omega 3 formando parte de una alimentación saludable se muestra efectiva en la prevención.
También es importante mantener unos niveles adecuados de vitamina B6, B12, ácido fólico, vitamina D, E y A, así como la ingesta de condimentos o especias acción antiinflamatoria como la cúrcuma que contiene el curry, jengibre, perejil, etc.

Algunas teorías han relacionado la aparición del Alzheimer con metales en exceso como el aluminio, plomo, zinc y mercurio, sin embargo, no queda clara la asociación directa y no todo el mundo está de acuerdo.

Las recomendaciones para una alimentación sana en la que existan suficientes vitaminas, minerales, glúcidos energéticos de absorción lenta, grasas saludables, proteínas vegetales y animales,  fibra, así como las medidas de práctica de actividad física y mental pueden ayudar a prevenir esta enfermedad y otras muchas.

También es importante que controlemos nuestros niveles de colesterol y triglicéridos en sangre, la tensión arterial y todos aquellos indicadores que nos dicen que nuestra salud no esta bien y no olvidarnos de ellos porque no tenemos  síntomas todavía y podemos seguir tirando. Es mucho mejor resolver los problemas aislados que encontrarnos de golpe con las consecuencias de los mismos.

Entrada relacionada:

Alimentación sana según la OMS.

Fuentes:

– Organización Mundial de la Salud. OMS. “Demencia”. Nota descriptiva N°362. Marzo de 2015.

http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs362/es/

– Gary Small y Gigi Vorgan. “Salud para tu cerebro”. Editorial Paidós. Bercelona, 2012.

– Ana Martinez. “¿Qué sabemos del Alzheimer?”. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Editorial Catarata. Madrid, 2009.

Imagen:

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Los hábitos sanos en la prevención del Alzheimer.

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