Los funcionarios del gobierno han colocado a la brasileña Petrobras como ‘modelo’ de lo que pretenden para YPF como empresa mixta. Pero en cuestión de horas, los responsables de la empresa ‘modelo’ se encargaron de explicar en qué lugar se colocaban frente a los anuncios argentinos. Según informa la revista Valor, “el gobierno de Dilma Rousseff ayudará a Argentina en lo que sea posible, pero sin hacer nada en detrimento de la rentabilidad de sus operaciones” (Cronista, 18/4). Así, dejaron en claro que sólo aumentarán su producción -que es lo que reclaman los K- a condición de obtener precios ‘redituables’. Pero esa lógica, ¿no es la misma que le exigirán sus socios privados a la YPF mixta? La pseudoestatización oficial conduce a una dolarización del mercado petrolero, con sus consecuencias convulsivas. Más allá de estos intereses particulares, los jefes de Petrobras dejaron en claro que no se indispondrán con los pulpos petroleros, que son sus socios en diversas ‘alianzas estratégicas’.
Por idénticos motivos, Evo Morales felicitó a Cristina, pero se ocupó de aclarar que entre Repsol-YPF y el gobierno boliviano “hay una relación de mucha confianza”, porque el grupo español “respeta toda la normativa boliviana”, que asegura jugosos beneficios a las petroleras privadas. En Perú, donde Repsol ha localizado fuertes inversiones, el ministro de Economía de Ollanta Humala transmitió su ‘respeto’, aunque “definitivamente no compartimos esas políticas. Hemos aprendido hacia dónde llevan esas políticas insanas”.
Los ‘hermanos’ latinoamericanos han mantenido la distancia necesaria para preservar sus relaciones con Repsol. Pero lo mismo hicieron Néstor Kirchner y Lula en 2006, en vísperas de la ‘nacionalización’ boliviana. Las asociaciones con los pulpos están por encima de la ‘unidad latinoamericana’ alardeada por las burguesías y sus gobiernos. La ‘nueva’ YPF de los K no escapa a esos límites brutales.