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Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera

Por Mamikanguro @MamiKanguro

Así reza un verso en el Martín Fierro: “Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera, porque si entre ellos se pelean los devoran los de afuera.” ¡Y cuán cierto es! Pero, ¿cómo evitar que tus hijos se peleen entre ellos? La respuesta es muy sencilla: ¡No podés evitarlo!  Ellos necesitan pelearse. Necesitan aprender a negociar, a defender lo que quieren, a establecer una posición y un punto de vista particular.

Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera

Peleas entre hermanos

Las peleas pueden ser solo una fase como pueden ser ya una costumbre familiar. Ellas permiten que cada uno de los niños afirme su identidad ante sus hermanos. Si el niño grita, recrimina, insulta, se enfada y dice claramente lo que quiere y lo que no quiere, se está haciendo escuchar en la familia y, por lo tanto, existe. Es una fase importante en su vida siempre y cuando los padres sepan controlar e imponer las reglas y los límites, para que esta fase no se convierta en un hábito o en una costumbre que podrá llegar hasta la edad adulta de los niños.

Las peleas entre hermanos suelen comenzar por los 5 o 6 años. O pueden adelantarse si hay hermanos mayores.

Los hijos se pelean no por cosas sino para afirmar su identidad, por el amor y la atención de los padres, y también para poner a prueba sus límites y los de los demás. El niño aprende que si él pega o insulta a su hermano, también puede recibir lo mismo en cambio.

Los padres deben imponer algunas reglas desde muy temprano:

  1. El respeto es esencial en la convivencia con los demás, con el ejemplo y paciencia. Que no podemos hacer lo que nos de la gana, aunque cuando estemos enfadados.
  2. Reconocer sus errores y a pedir perdón. Jamás deben irse a la cama enfadados uno con el otro. Eso nos enseñó mi madre.
  3. Derecho a enojarse, a discutir, a discordar, pero no de pelearse ni de insultar o humillar al otro. Cuando uno no quiere dos no se pelean. Así que hay que castigar a los dos y no solo a uno, a menos que esté claro quién es realmente el culpable.
  4. Establecer las consecuencias de la falta de cumplimiento de las reglas. Si pelean, castigados sin ver su dibujo preferido, etc.
  5. Estimular el diálogo y la charla entre los hijos.
  6. Considerar si la familia está viviendo un momento difícil, de cambios, etc. Algo puede está influenciando en el comportamiento de los hijos.
  7. La diversión hace olvidar todos los males. Si tus hijos se pelean mucho, invítales a dar un paseo y a jugar al aire libre.

El papel de los padres antes las peleas entre hermanos

Aun cuando la rivalidad y las peleas entre nuestros hijos son normales, no quiere decir que las aceptemos ni tampoco que debamos reaccionar inadecuadamente ante ellas. Es cierto que ocurrirán y serán constantes, pero es necesario actuar como una guía para que posteriormente no se conviertan en un gran problema, y por el contrario lograr que en el ambiente familiar reine la cordialidad y tranquilidad.

¿Qué hacer?

  • Debemos establecer reglas de disciplina muy claras y equitativas para todos los miembros de la familia.
  • Los padres debemos explicarles a nuestros hijos las consecuencias de las peleas y las agresiones.
  • Nuestros hijos deben saber que pelear no es la forma de resolver los problemas, es mejor tratar de llegar a un acuerdo entre ellos, siendo tolerantes y generosos. Tales valores si se los inculcamos desde pequeños serán practicados a lo largo de su vida.
  • Debemos dejar que nuestros hijos solucionen sus conflictos, pero Sí intervenir cuando la pelea sea física o se insulten; en tal caso debemos dejarles muy claro que no vamos a permitir que se peguen ni se hablen así bajo ninguna circunstancia.
  • Si la agresión física continua, los separaremos y sin hablar ni discutir con ellos, los mandamos a dos habitaciones diferentes para que se calmen y reflexionen. Se les indicará que cuando se hayan tranquilizado y encontrado una solución al conflicto, volveremos a hablar con ellos para que resuelvan el problema.
  • No tomar partido hacia alguno de los dos. No se trata de buscar culpables, para pelear se necesitan dos y por lo tanto la llamada de atención será para ambos.
  • Evitar los castigos físicos porque eso reforzaría la idea de que la violencia es la solución de los problemas.
  • Luego de una pelea es bueno conversar con cada uno de sus hijos al respecto y se les debe reconocer sus sentimientos.
  • A todos nuestros hijos debemos demostrarles cariño y amor tanto con palabras omo con hechos y lograr que ellos lo extiendan hacia los demás y sobre todo entre los miembros de la familia.
  • Es fundamental tener paciencia y hablarles a nuestros hijos con calma cuando vayan a solucionar el conflicto. No debemos olvidar que somos el ejemplo, por lo tanto prohibido mostrar una conducta violenta.
  • Es importante tener en cuenta que también la relación de pareja influye directamente en el comportamiento entre los hermanos. Los niños aprenden por imitación, si nosotros llevamos una relación agresiva no podemos pedirle a nuestros hijos calma y respeto.
  • Evitemos las comparaciones, el favoritismo y la falta de atención a los hijos; para lo único que sirven es para agrandar más la rivalidad entre hermanos y afectar su autoestima.
  • No olvidemos dedicar tiempo por separado a cada uno de los hijos y conversar mucho con ellos.
  • Elogiemos las actitudes positivas de nuestros hijos, felicitarlos cuando no se peleen y mostrarles lo contentos que estamos por ello. Esto logrará que esas buenas conductas se repitan con más frecuencia.
  • Si las peleas se vuelven recurrentes e intensas y la situación se sale de control, es aconsejable buscar ayuda profesional.

Tal vez creamos que estas peleas entre nuestros hijos serán interminables, pero no es así; todo esta en el modo en que nosotros, los padres, abordemos la situación y en como los eduquemos. Si hacemos bien nuestro trabajo, veremos que cuando nuestros hijos crezcan, dejarán de lado esa riñas e inlcuso a hasta las recordarán con gracia; serán más unidos y su relación mucho más cordial.

La comparaciones entre hermanos

En teoría, en todas las familias que tienen más de un hijo, se sueña con que los hermanos armonicen y todo camine por momentos de calma y amor entre ellos; pero muchas veces esto no es así, dando inicio a una serie de tensiones y rivalidades entre los hijos, donde, nosotros, los padres, podemos ser los principales causantes cuando nos dedicamos a compararlos, y usando sus logros para chantajear o manipular al otro hijo.

Las comparaciones entre los hijos siempre son negativas, sin embargo, muchos papás y mamás hacen uso de esta actitud porque sienten más afinidad con uno de los hijos y tratan de hacer alianzas con él, elevándolo a la categoría de modelo, creando con ello un distanciamiento muchas veces irreparable entre los hermanos.
Dentro del mundo emocional de los hermanos van a existir rivalidades y celos propios de la convivencia, pero estos se vuelven inmanejables cuando los padres confirman a través de comentarios o determinadas actitudes, que efectivamente existe un hijo favorito.
Los padres suelen dañar a ambos hijos, sobre todo al que ponen de modelo, ya que sobre él recae la responsabilidad de ser “algo” que los padres esperan, para que los demás hermanos funcionen, puesto que ellos están fracasando en ese intento. Afectan al hijo preferido haciéndole creer que todo el mundo debe girar alrededor de ellos, y eso podría generarle conflictos en diferentes áreas de su vida.

De la misma forma lesionan al otro hijo, ya que tiene que desarrollar un odio profundo ante este hermano, que es el único digno de amor frente a sus padres.

Las comparaciones entre hermanos también implica un serio desconocimientos, por parte de los padres, de la individualidad de cada hijo y es como si quisieran que todos funcionen en la misma medida, cual robots a los que se pueden comandar.
Las diferencias existen y es bueno, incluso, celebrarlas, ayudar a nuestros hijos a que amen y acepten sus diferentes ritmos, temperamentos y cualidades. Así como aceptar que no tienen que ser iguales. Es aquí donde estaremos sembrando las bases de personas democráticas, tolerantes, y las iremos alejando de posiciones omnipotentes que se verán mañana en sus vidas adultas.

Algunas sugerencias

  • Hagan un trabajo interior para encontrar las capacidades y potencialidades de cada uno de sus hijos.
  • Regálate un tiempo con cada chico de forma separada, conversando en cama, haciendo salidas, yendo de compras, etc.
  • Cuando alguien hable sobre los éxitos de un hermano, espera el momento adecuado para hablar de los logros de los demás hijos. Es decir, permite enorgullecerte de un hijo, pero no a costa de la denigración de otros.
  • Expresa las satisfacciones que tienes de los pequeños actos de su día a día.
  • Demuéstrale que sabes que él es único y diferente, al igual que sus hermanos y eso te complace mucho.

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