Revista Opinión

Los hermanos Sisters (The Sisters Brothers)

Publicado el 27 junio 2019 por Carlosgu82

Una conmovedora meditación sobre la posibilidad de construir una utopía. Un bello retrato de amor fraterno.

Esta película exhibe un esplendor afín a la iconografía del western, y lo consigue por medio de escenas de salones, tiroteos y hombres que cruzan a caballo impresionantes panorámicas al atardecer, con algunos primeros planos inenarrables. Pero lo más destacable es que los tiroteos no sólo poseen la grandeza de Leone, sino que son además momentos rápidos, confusos e indistintos. Realistas. En general el tono carga hacia lo cómico aunque, el director Jacques Audiard en ningún momento se muestra condescendiente con el género.

Charlie y Elie Sisters (Joaquin Phoenix y Jonh C. Reilly) son dos hermanos sin padre y con distintas aspiraciones vitales que trabajan al servicio del Comodoro (Rutger Hauer), por el que estos dos personajes, recorren el Oeste pistola en mano para poner en práctica sus infalibles métodos de aniquilación. Su último encargo consiste en encontrar a un químico que podría dar con la solución final para la búsqueda de oro, no obstante esto podría suponer el último trabajo de sus vidas.

Jacques Audiard y Thomas Bidegain adaptan la novela de Patrick DeWitt y los resultados saltan a la vista. Retuercen la historia logrando que el espectador nunca tenga claro por dónde irán los tiros, nunca mejor dicho y literalmente hablando.

Con el panorama cinematográfico en manos de Marvel y sus “Vengadores: Endgame”, “Los hermanos Sisters” es un más que apetecible paseo por el polvoriento oeste nada complaciente y agresivo. Además, el filme tiene un extraordinario plano final que deja claro todo lo que hemos visto. La película gustará a los más puristas del género, eso está claro, pero también a espectadores inquietos y fans del propio director.

Los hermanos Sisters parte de la oposición clara y diáfana de dos mundos predestinados a chocar, dos mundos que forman parte de un género cuyo objetivo ha sido explicar la construcción de la identidad de un país singular como Estados Unidos. Esos mundos al borde de la colisión son el de la violencia primitiva y el de las alianzas civilizadas, que ven en la fiebre del oro la mejor manera de institucionalizar la utopía del capitalismo.

La novedad que aporta esta excelente película es que ese choque encuentra un punto de encuentro en los afectos masculinos, ya sean fraternales o de amistad, muy alejados de los códigos misóginos que han iluminado los clásicos del género.

Es un retrato maravilloso de los paisajes míticos de este tipo de películas, a la vez es una historia que ahonda en la carga legendaria de los inicios de EE.UU., centrándose en la confrontación natural entre la barbarie y la civilización, entre los sentimientos más viscerales y la razón pura. Es un filme que muestra una mirada moderna al tiempo que mantiene su aire clásico.

Muchos son los que habían certificado ya que el wéstern agonizaba. Cada nuevo intento era inmediatamente calificado de crepuscular o revisionista. Y quizás hubiera algo de verdad en ello, pues desde William Munny, aquel asesino profesional de “Sin perdón”, de Clint Eastwood, a lomos de su caballo en ese pueblo embarrado en medio de una sobrecogedora tormenta, gritando a los lugareños: “Os juro que si volvéis a hacer daño a una puta volveré para incendiar vuestras casas y mataros a vosotros y a vuestras familias, hijos de puta”, ningún otro argumento había sido tan impresionante.


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