Los hielos árticos, unos 4.5 millones de kilómetros cuadrados, apenas han variado en casi 20 años
En los últimos años han aumentado las asociaciones y declaraciones de científicos que cuestionan la ‘emergencia climática’. El año pasado fueron 1609 científicos los que negaron tal emergencia en un documento firmado por expertos de diversas disciplinas, y también hace unos cuantos meses que nació la Asociación de Realistas Climáticos, que cuestiona la falta de rigor de las proyecciones de ordenador. Muy pocos periódicos dan cuenta de esto
Esa asociación, ARS, la integran especialistas como meteorólogos, climátólogos, geólogos…, pero también académicos, científicos de otras ramas de la ciencia, intelectuales y gentes de la cultura que hacen más caso a las pruebas y evidencias científicas que a los modelos y previsiones de ordenador, a la ciencia antes que a la ideología.
El alarmismo climático se ha instalado en el pensamiento y en la convicción de gran parte de la sociedad occidental (seguro que en zonas deprimidas del planeta no existe tal preocupación), agitado por ciertas ideologías y con el trasfondo de gran cantidad de empresas y corporaciones que ya están haciendo su agosto. Así, el catastrofismo, el alarmismo y el tratar de atemorizar siempre tienen eco en todos los medios, mientras que la discrepancia basada en pruebas es casi siempre ocultada.
Es absolutamente cierto que ninguna de las profecías catastrofistas que se vienen haciendo desde hace más de cuatro décadas se ha cumplido una vez que llegó el momento predicho. Una de las que vienen repitiéndose desde los años ochenta del siglo pasado es la de la fusión de los hielos polares con el consiguiente aumento del nivel del mar; claro que cada vez que se cumple el plazo ponen otro para años más tarde… sin que gran parte del personal lo ponga en duda ni sospeche de los profetas.
El problema es que las predicciones y los augurios de fusión de los hielos árticos (que invariablemente no se cumplen) se basan siempre en modelos de ordenador, y éste presenta unas conclusiones basadas en los datos introducidos, que básicamente se reducen a uno: el aumento del CO2. Pero parece más que demostrado científicamente que factores como la actividad solar (erupciones, tormentas), las corrientes oceánicas (el Niño, Benguela, el Golfo), los grandes movimientos de masas de aire, las erupciones volcánicas masivas…, tienen efectos determinantes sobre el clima y sobre los hielos polares; por no hablar de la variabilidad climática natural: glaciaciones y períodos interglaciales. El ordenador trabaja con un modelo lineal: más CO2 es más calor y es igual a fusión del hielo; sin embargo la cosa, el clima, es mucho más complicado que un simple dos y dos. El caso es que factores tan determinantes como estos no se puede añadir a la ecuación, porque no se sabe cuándo se producen, cuál es su intensidad, cuánto duran…, de modo que la conclusión del ordenador es siempre incorrecta, mentirosa, aunque hay quien la usa para meter miedo y para ganar un montón de pasta.
Y así han conseguido convencer, preocupar y aterrorizar a millones de personas. Pero afortunadamente aumenta el número de científicos e intelectuales que hacen más caso a las pruebas y los datos que a la ideología y los modelos lineales de ordenador. Es curioso cómo dieron la fecha de la desaparición de los hielos polares antes del año 2000, luego en 2008, 2014, 2016…, ahora anuncian que para 2030… y habrá quien se lo trague.
Por todo, la mencionada Asociación de Realistas Climáticos concluye en su informe que “los hielos árticos solamente se derriten en los modelos y proyecciones de los ordenadores y nunca en la realidad”, la cual desmiente invariablemente al ordenador y a quienes aprovechan la mentira.
CARLOS DEL RIEGO