Por Ana María Constaín
Cada vez que sé que viene un día sola con mis hijas, empiezo
a sentir una especie de ataque de pánico. La idea de tantas, tantísimas horas a
su lado haciendo malabares para atenderlas a ambas es bastante abrumadora. Pero
lo peor es la anticipación de un día muy aburrido. Inmersa en un mundo infantil
que puedo disfrutar algunas horas. El resto ya es un intento por soportarlo.
Hasta que ya mi día se convierte en ver el reloj anhelando que llegue algún
adulto a rescatarme.
Lo curioso es que me he dedicado a trabajar con niños. He
sido su profesora, su niñera, su terapeuta. Se podría decir que se me facilita
conectar con ellos. Soy una de esas personas a la que le gustan los niños.
Para mi entonces sigue siendo una sorpresa que cada vez que
Nicolás me dice de un fin de semana de trabajo, yo sienta este terror
internamente. Que cada posibilidad de viaje, cada llegada tarde o cada plan que
no nos contemple, se convierta en una pesadilla.
He pasado por mil estados.
Por supuesto por culparme, juzgarme, compararme y
castigarme. ¿no debería una madre disfrutar con sus hijas? ¿Cómo puedo ser tan
incapaz? ¿Acaso no hay madres que están hasta con 10?
Luego por aguantar. Yo puedo. Yo soy capaz. Así empiezo el
día llena de paciencia y disponibilidad. Alegría y gozo. Con ideas creativas.
Con planes divertidos. Y el día va llevándose esta actitud. Y poco a poco se va
alojando esta madre monstro, gritona, impaciente, agotada, desesperada. E inevitablemente
terminamos en lágrimas. Y probablemente en una gran pelea cuando Nicolás se
asoma a esta escena al final de la jornada.
También he intentado buscar manos que ayuden. Escapar a la
casa de familiares, buscar planes con amigos. Resulta por ratos. Pero todo el
movimiento que genero para evitar la situación termina por agitarme de igual
manera. Y llegamos todas en un estado emocional y físico deplorable.
Ahora estoy llegando a un estado de Aceptación. Este estado
que Matilde me ha estado enseñando desde que fue concebida.
Y así, aceptando que eso soy, que eso son, que eso somos y
que esta es la situación cuando estamos solas, me he permitido estar.
Estar presente.
No presente como “¡pero si he pasado todo el día con
ustedes!, ¿como pueden seguir pidiendo mamá?”
Presente. Aquí y Ahora. Con todo mi ser.
Sin importar mucho lo que hagamos.
Una realidad empieza a develarse. Esta dificultad para estar
con ellas no es más que una dificultad para estar conmigo misma. Una dificultad
que ha estado mucho antes de que ellas llegaran a mi vida.
Pero en el mundo hay millones de posibilidades para escapar.
Muchas distracciones. Muchas maneras de evitar ese vacío insoportable de estar
en uno.
Y ellas, Eloísa y Matilde, no me permiten escaparme en mis
habituales maneras. Cuando estoy con ellas no puedo leer, ver televisión, hacer
yoga, dormir, entregarme a una canción…
No puedo embarcarme en conversaciones intelectuales, existenciales,
superficiales.
Ellas me invitan a este mundo del eterno presente, donde lo
único que importa es lo que esta pasando en ese preciso momento.
Y eso es demasiado intenso para mi.
Me recuerda a esas largas meditaciones que alguna vez hice.
Esas batallas con mi mente, con mi incomodidad, con mi dolor.
Solo que peor.
Porque en esas meditaciones podía distraerme. Engolosinarme
en mi propio ego. Estar en silencio y disfrutar de la calma.
Las hijas en cambio si que son una verdadera meditación.
Me he estado observando. Despertando ese testigo que es
espectador de lo que sucede. Llenaría tomos enteros con lo que pasa por mi
mente.
- Vamos a jugar Eloísa,
-Juguemos con las barbies
¿con las barbies? En
que momento tenemos tantas barbies? Hay que sacar muchas de esas barbies, se va
a volver una niña esclava de la belleza, va a crecer con una imagen
distosionada del cuerpo.
Aquí y Ahora…. Vuelve…
- Bueno juguemos…
le sigo el juego por
un minuto, cojo el celular, leo unos mensajes.
- Mamá, juega conmigo!!
-Si, espérame mando este mensaje… Ya. Juguemos.
Aquí y Ahora…. Vuelve…
-(coge unos cubos y empieza a ordenarlos por los números)
Qué inteligente! Y si
le estoy solo fomentando las habilidades cognitivas? Tengo que sacarla mas a
hacer ejercicio..
Aquí y Ahora…. Vuelve…
- Matilde tose.
Ya le dio gripa.
Seguro le va a dar bronquiolitis otra vez. La tengo que llevar al
bioenergético. ¿Y si acaba e urgencias?
Aquí y Ahora…. Vuelve… Respira.
-Vamos al parque. Miro por la ventana. Está lloviendo.
Claro esta ciudad de
mierda. Deberíamos vivir en otro lugar. Aquí siempre llueve o hace frio. Odio
estar encerrada en el apartamento.
Aquí y Ahora…. Vuelve…
- Mamá entonces quiero ver muñequitos. Le prendo la tv.
Soy la peor mamá. Como
la puedo tener viendo tv. No soy capaz de entretenerla.
Aquí y Ahora…. Vuelve…
-Bueno, entonces voy a jugar un rato con Matilde. La acuesto
en el piso. Me doy cuenta de que aún no se da la vuelta.
Eloísa ya se daba la
vuelta a esta edad! Voy y busco fotos de ella. Si! Ya se daba la vuelta! No he
estimulado suficiente a Matilde! (pero si ni siquiera crees en eso!)
Bueno .. cada niño
tiene un ritmo. (y si tiene un problema?...)
Aquí y Ahora…. Vuelve…
- Ya estuve un rato
con ellas. Voy a trabajar un poco.
Me siento en el computador.
-Mamá me das onces.
-Ya va. Dame 5 minutos.
-Mamá tengo hambre.
-Espera acabo esto
-Mamá me das un bananito?
No puede ser!! Si he jugado todo el día contigo! No me dejas
hacer nada!
No nací para ser mamá-
Nunca voy a poder trabajar. Que niñas tan demandantes!!!
Aquí y Ahora…. Vuelve… Respira…
Esto sigue y sigue… y solo estoy escribiendo mis pensamientos.
Porque están el miedo, la rabia, la culpa, la soledad, el orgullo, la envidia…
Esta el dolor de espalda. Están los pies fríos. La garganta
irritada.
Están las fantasías catastróficas. Las suposiciones.
Está la víctima. Está el drama.
Está la ilusión de hacer cosas, de cambiar al mundo para que
todos seamos felices al fin.
Están las ganas de ser reconocida. De hacer una diferencia, De de ser "alguien en la vida".
Y también está el amor buscando su camino.
Y están mis hijas. Aquí y Ahora. Invitándome a estar
presente. Con ellas. En mi.
Aquí estoy yo. Volviendo una y otra vez a este momento. En
donde todo es lo que es. Nada más. Aunque mi mente se resista a comprenderlo.
Observándome. Encontrándome.
Viviendo esto del aquí y ahora. Mucho más allá de la teoría.
Aceptando mi situación actual. Sin pretender cambiarla. Sin
buscar escenarios utópicos e ideales para entonces si estar feliz y tranquila.
Siendo paz y amor por pequeños instantes. Sabiendo que están
dentro de mi. Nada más.
Descubriendo ese ser esencial que soy debajo de todas estas
capas.
Haciendo de mi día a día con mis hijas una constante Meditación.