Magazine

Los hilos de mi marioneta

Publicado el 26 febrero 2014 por Elprofedice

Usted podría haberme convertido en un gran hombre de negocios, en un escritor tocado por la mano de Dios o en un director de cine capaz de inspirar sueños en las personas. No se preocupe, todavía tiene tiempo. De momento estoy contento con lo que ha hecho y le estoy muy agradecido por ello. No ha sido fácil llegar hasta aquí, se lo confieso, de lo cual me alegro, ya que entiendo que debe ser complicado, si no imposible, lograr comprender el dolor ajeno sin haber sufrido antes, o poder alegrarse del éxito acaecido en otros sin haber brillado primeramente.

Por este motivo le necesito, mi querido pasado: maestro, condena y primeros pasos de mi futuro inmediato. Usted es, en definitiva, todas las personas, animales y cosas con las que he tenido la gracia o desgracia de interactuar. A algunas, incluso en un día tan bonito como éste, no repararía en borrar. Pero eso es imposible, de lo cual también me alegro, ya que gracias a su miseria heredada (pobrecitos míos), me ayudaron sin saberlo a ser mejor.

Aquel perro que me clavó sus cuatro colmillos en la nalga derecha mientras hacía ciclismo en ‘su’ montaña, me enseñó, sin tener conciencia de ello, a respetar la propiedad privada. El suelo resbaladizo que tuvo a mal, o a bien, según se mire, partirme un brazo, me enseñó sin saberlo a beber cerveza con moderación (y sobre piso secado). Y el jefe que me ignoró, por supuesto sin tener ninguna intención de hacer el bien, me hizo comprender que no hay mejor jefe que ser tú el jefe. Gracias a ellos y a muchos otros, aprendí a confiar que seré valiente cuando haga falta. Tener la convicción de que me levantaré de nuevo tras la próxima y estadísticamente inevitable caída, me proporciona la fuerza que en este momento guía mi mano para escribir. Porque sería un mezquino y un arrogante (gracias a todos los que me insultaron en el pasado), si me creyera que esto lo escribo yo. No señor, esto, sin duda alguna, lo hacéis vosotros, personas, animales y cosas de mi pasado.

Me paro a pensar un instante… ¡soy como los viejos, estoy dando las gracias a mi pasado! Nunca antes lo había hecho… pero, ¿por qué? Pues porque lo que decís, abusando de mi mano, lo hacéis en realidad para presentar a alguien con mucha historia. Una persona-persiana, capaz de enrollarse con cualquiera que tire de ella. Ya lo sé, la última frase suena mal, pero no os preocupéis, yo también tuve miedo al conocerla: era vieja y miraba muy adentro. Ahora, en cambio, puedo decir con orgullo que es mi amiga y uno de los motores que impulsan con más fuerza mi providencia.

Se llama María del Socorro, de lo cual se enteró al jubilarse, hasta entonces era María a secas. Bisabuela y niña de la Guerra Civil Española, pasó tanto hambre que llegó a soñar con hogazas de pan y a pensar durante mucho tiempo que nunca llegaría el día en que se hartaría de comer. A los veinte años perdió la mitad de una mano en un accidente ferroviario, hoy corta el jamón mejor que yo. De niña usaba piedras de carburo para iluminar el salón de su casa, hoy se ríe al escuchar que nosotros las usábamos para estallar tazas de váter en el colegio. Así es la vida, una rueda de hámster que gira y se repite sin descanso. Si tan sólo fuéramos capaces de preguntarle al hámster que nos precede…

- Disculpe, ¿podría explicarme cómo funciona esa cosa por la que usted corre sin descanso?

- Pues la verdad, no lo tengo muy claro, pero tengo la sensación de que se repite a cada rato – nos contestaría fatigado.

Pasado venidero, o séase, futuro deseado, póngame en contacto con más personas como María. Socorro pediré si no me lo concede, ¡la calidad de mis cimientos depende de ello! Es urgente, gracias a gente como ella sigo recordando:

”Tiene más sentido comprar un buen jersey, que una cena en un restaurante caro”.

María del Socorro

María (del Socorro, desde los 65)


Archivado en: Uncategorized
Los hilos de mi marioneta

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossier Paperblog