Cataratas Epupa en el río Kunene
Tras varios días viajando por un paisaje seco y árido llegamos a las Cataratas Epupa, en el río Kunene, que hace de frontera entre Namibia y Angola. Un derroche de agua que pasa indiferente por el seco paisaje del Kaokoland /Kunene en el norte de Namibia.Mujer himba
En esta región viven los Himba, un pueblo ganadero seminómada que ha sido desplazado a lo largo de los años a esta región sin posibilidades de cultivo agrícola y escasas infraestructuras. Después de vivir en Kunene los últimos 200 años, la construcción de la presa Epupa que proyecta el gobierno de Namibia pone en peligro su estilo de vida.Joven himba
Diseño en cuero
En Namibia viven unos 15.000 himbas, la mayoría en el entorno del río Kunene al norte del país. Conservan su forma de vida tradicional agrupados en pequeños poblados de varias cabañas.Visitamos uno de ellos previa negociación con el jefe del poblado. Llevábamos varios sacos con comida, harina, sal... y antes de acceder al recinto esperamos a que el jefe nos diera permiso.
Entramos en el poblado protegido por un vallado circular de ramas espinosas en cuyo interior se colocan las casas, con los graneros y los animales en la parte central.
Nos acompaña un himba que habla inglés y nos va explicando la forma de vida, costumbres y la estructura del poblado. Nos señala el fuego sagrado y marca una línea invisible que va hasta la casa del jefe. Es el espacio más importante para los himba y ningún extraño puede cruzarlo. Nos pide que seamos muy respetuosos en este lugar, pero nos invita a pasear libremente por el resto del poblado.
Poblado himba
Las mujeres himba llevan el pelo con elaborados y llamativos peinados que cubren, dejando las puntas sueltas, con la misma masa parecida al barro, con la que cubren todo su cuerpo .
Niña himba
Para protegerse del intenso sol untan su cuerpo con una mezcla de ocre, manteca y hierbas, que les da una piel rojiza, brillante y con un agradable aroma perfumado. Que bien huelen las mujeres himba!.Sonrisas
Sus escasas ropas están hechas de cuero, llevan una especie de falda que les da elegancia al andar ya que el cuero se moldea para crear formas originales, se adornan con gran cantidad de collares que les caen por el pecho y en brazos y piernas se colocan brazaletes y tobilleras también de cuero.El día es caluroso. Entramos a una de las chozas y dentro se está fresco.Las cabañas son sencillas construcciones de palos, barro y excremento de los animales de tamaño reducido. Nos sentamos en el suelo sobre unas sencillas esterillas. En las paredes cuelgan las pertenencias, a un lado las del hombre y en otro las de la mujer, todas en cuero. Nos enseñan la masa pastosa con la que cubren su cuerpo y nos invitan a ponernos en el cuerpo. Huele bien y al instante mi mano se tiñe de un rojizo brillante. Las mujeres tiene una piel bonita, hidratada y muy limpia y eso que no suelen utilizar el agua para su higiene personal, sin embargo en un espacio tan polvoriento y árido ellas lucen muy guapas cubierta con esta mezcla que les mantiene limpias y protegidas del sol y los mosquitos.
Laura y Ainhoa aceptan el ofrecimiento y tiñen todo su cuerpo. Se visten con faldas, collares y tocados que las mujeres les van prestando. Salen de la cabaña convertidas en unas “himbas blancas”. Causa sorpresa su transformación y es divertido verlas compartiendo risas con las mujeres del lugar. En el fondo no somos tan diferentes. El grupo se anima y se improvisan canciones y bailes, compartiendo un rato divertido.
Himbas
Desde hace unos años los turistas que viajan por la zona visitan algún poblado himba lo que ha contribuido a que se conozcan las costumbres de este pueblo que ha permanecido aislado durante años. Un intercambio cultural que por un lado trae riqueza a la zona, pero por otro aporta nuevo elementos no tan positivos que alteran su forma de vida. Son las dos caras del turismo. Un tema complicado en un mundo donde cada vez es más difícil mantenerse aislado e inalterable a los cambios globales.