Quienes conocieron a José Antonio Moral Santín, un comunista honrado desde su primera juventud hasta sus actuales 66 años, no podrían creerse que participara como vicepresidente en el hundimiento de Cajamadrid y que fuera el que más abusó las tarjetas “black” siendo consejero de la entidad, convertida en Bankia.
Antifranquista de una honradez ejemplar, en el Partido Comunista y en la universidad Complutense, en la que es aun catedrático de Economía Aplicada, bromeaban con sus apellidos: “Es tan moral que parece un santín”.
Fue un estricto perseguidor de toda corrupción hasta que, según la Fiscalía, tuvo delante un dinero que podía gastar sin control ni vigilancia.
La presunta corrupción de este hombre honrado señala que todos lo somos hasta que, quizás, tenemos ocasión de dejar de serlo.
Lo que explica por qué casi todos los miembros del Consejo de Administración de Bankia, empresa pública administrada por los partidos, sindicatos y patronales, llegaron a gastar 15,5 millones de euros con esas tarjetas de crédito negras, tan especiales que sólo se le conceden a multimillonarios.
Están implicados casi todos los representantes del PP, PSOE, CC.OO, UGT, CEOE, CEPYME, CEIM…, no se libra nadie.
Cajamadrid había sido fundada por un cura en 1702 y creció bastante honradamente como semiprivada hasta su práctica nacionalización en 1985 con la Ley de Cajas de Felipe González, que la entregó a los partidos y otras entidades públicas.
Los nuevos responsables tenían gran moral y eran santines hasta que tuvieron el dinero delante.
Y ahora vienen los “puros” de Podemos, manchados ya con escandalosas corrupciones sin haber tocado cacho, y anuncian más nacionalizaciones de todo tipo.
Ay, van a hacerse más ricos que los multimillonarios chavistas, mientras los demás españoles formaremos interminables colas para conseguir una lata de sardinas.
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SALAS