Después de Dublín, y luego Cork al sur, nos había llegado la hora de movernos hacia el oeste de Irlanda en busca de nuevas aventuras, y tratando de mantener en la medida de lo posible el plan original. Así que nos pusimos en marcha y avanzamos hacia la ciudad de Galway.
Galway iba a ser nuestra base para montar la visita a los Acantilados de Moher, pero eso no significaba que no íbamos a explorar la ciudad. Cabe resaltar que nos pareció que Galway es una ciudad muy céntrica, en el sentido de que las facilidades para los habitantes, y también para los visitantes, se hallan bastante cerca entre sí, y girando alrededor de Eyre Square, plaza central de la ciudad. Pero como siempre, el tiempo, por desgracia, no es eterno, así que,... aquí van nuestros esenciales:
1 - Una de las atracciones de la ciudad que pudimos visitar fue la Iglesia de San Nicolás, que en su momento recibió la visita de Cristóbal Colón, quince años antes del descubrimiento de América.
2 - El castillo mansión de los Lynch, ahora convertido en una sede bancaria, pero conservando su clásica fachada.
3 - Los Arcos Españoles, llamados así debido a que Galway conserva muchos lazos históricos con España, y aún en la actualidad es uno de los puntos en Irlanda que alberga mayor población española.
4 - La estatua de Oscar Wilde y a Eduard Wilde que preside la entrada a la zona antigua de la ciudad
En resumen, Galway es una ciudad accesible y muy bonita, con distancias fácilmente cubiertas caminando, y con servicio de bus directo desde Dublín a solamente dos horas y media. Si usa la ciudad para visitar los acantilados, debería tomarse un tiempo para conocer sus calles y avenidas. No habrá decepción.