Durante la celebración de la JMJ se produjeron diversos incidentes, debidos, en general, a la intolerancia de determinados colectivos que increparon a los creyentes. Entre ellos, numerosas asociaciones de homosexuales gritaban su condena a que los impuestos se utilizasen en financiar esa celebración.
Dª Leire, la ministra, dedica partidas presupuestarias provenientes de los impuestos que pagamos todos, y destinadas a estos y otros grupos, como se detalla en el gráfico de la entrada, lo que da lugar a una situación curiosa: Es admisible financiar tales asociaciones, pero no lo es hacerlo con la visita del Papa a España; del mismo modo que defendemos al libertad religiosa, pero increpamos a los creyentes, bueno, es decir, a los creyentes cristianos, porque nuestras calles están cuajadas de musulmanes que rezan mirando a La Meca sin que a nadie le importe o perturben su rezo. ¿Qué tiene la Iglesia Católica para que los indignados o los colectivos de homosexuales se agiten del modo que lo hacen, ante las celebraciones propias de su confesión?. No sería válida la respuesta de que es una religión que condena las relaciones entre personas del mismo sexo, porque solamente las considera una desviación o un pecado; en tal caso, se debería perseguir a grupos musulmanes que defienden el ahorcamiento de gays y lesbianas, directamente, e insisto en que otras confesiones disfrutan de más libertad y menos presión para el ejercicio de su culto.
De la crónica anterior, se obtienen conclusiones interesantes: Los impuestos sirven para subvencionar a los colectivos de homosexuales, pero no deberían utilizarse en sufragar los gastos de la visita papal; a los cristianos se les puede increpar por la intolerancia hacia gays y lesbianas, pero no a los musulmanes que los condenan a muerte. No sé si resulta curioso o se trata de otro caso de hipocresía política y social propia de la izquierda trasnochada que nos ha tocado en suerte. Si sucediese en otro país, levantaría las críticas de muchos, pero en esta vieja piel de toro, va unido a la idiosincrasia peculiar de su heterogénea población.
