Pocas personas conocen el mito detrás de la leyenda del hombre lobo – también conocido como licántropo – esta se extiende por el mundo desde hace siglos, con pequeñas variaciones y siempre acompañada de terribles anécdotas de noches de luna llena..
Ya en el siglo II se detectaron casos de licantropía, que Marcellus de Sidón describió como “una especie de melancolía”. Se trataba de una enfermedad mental que causaba a los que la padecían la sensación de transmutarse en algún animal. La leyenda del hombre lobo se vio propagada una vez se comprobaron los efectos que la luna llena tenía en el comportamiento de las personas.
El origen
El licántropo o lobizón, es una criatura legendaria presente en muchas culturas independientes a lo largo del mundo. Se ha dicho que este es el más universal de todos los mitos, y aún hoy, mucha gente cree en la existencia de los hombres lobo o de otras clases de ‘hombres bestia’. Todas las características típicas del animal, como la ferocidad, la fuerza, la astucia y la rapidez son claramente manifestaciones para desgracia de todos aquellos que se cruzan en su camino. Las creencia popular dice que el hombre lobo puede permanecer con su aspecto animal únicamente por espacio de unas cuantas horas, generalmente cuando sale la luna llena.
Hay testimonios de hombres lobo en los libros de autores grecorromanos como Heródoto, Plinio el Viejo, Ovidio y Petronio. La referencia más antigua sobre la leyenda del hombre lobo se remonta al año 1 a.C. el poeta romano Ovidio escribió Las Metamorfosis, un poema compuesto por 15 libro. En el primer libro nos contaba la historia del rey Licaón – cuyo nombre dio origen al termino licántropo – un hombre religioso y culto, que llevó su devoción al extremo. Acabó tomando parte en sacrificios que derivaron en antropofagia, ofendiendo a los dioses sirviéndoles carne humana para cenar. Fue castigado por ello convirtiéndose en hombre lobo, de esta manera siguió con sus crueles asesinatos ya sin su forma humana.
Cuenta la leyenda que si durante diez años no había comido carne humana podía volver a su forma humana, pero cada vez que llegaba ese momento aprovechaba para retomar sus ritos y sacrificios. Con cada luna llena Licaón salía al claro del bosque y aullaba a Zeus para que éste le perdonase.
La Europa del norte dio un papel relevante al lobo en sus antiguas mitologías. Odín, la máxima divinidad del panteón nórdico, tiene dos lobos a su servicio y a su vez un gigantesco lobo llamado Fenrir lo devorará al final de los tiempos. Durante siglos fueron temidos los “berserker” escandinavos, guerreros consagrados a Odín que adquirían la fuerza y atributos del lobo al vestirse con su piel para entrar en combate.
A partir de la Edad Media y el triunfo del Cristianismo, se consolidó la asociación del lobo con Satanás, la oscuridad y pecados como la ira o la gula, lo que supuso una persecución implacable contra los acusados de transformarse en este animal maldito. El cronista medieval Gervase de Tilbury asoció la transformación con la aparición de la luna llena, pero este concepto fue raramente asociado con el hombre lobo hasta que la idea fue tomada por los escritores de ficción moderna. La mayoría de las referencias contemporáneas están de acuerdo en que un hombre lobo puede ser asesinado si se le dispara una bala de plata, aunque esto es producto de la narrativa moderna y no aparece en las leyendas tradicionales.
Algunos casos
Se han ofrecido muchas explicaciones científicas para la licantropía, pues varios de sus síntomas se corresponden con los de la rabia, la porfiria o la hipertricosis, esta última una patología hereditaria caracterizada por la abundancia de vello facial y corporal. También tiene mucha aceptación la licantropía clínica, un desorden psiquiátrico mediante el cual el paciente cree poder convertirse en un animal y se comporta como tal
El mito del hombre lobo tal como lo conocemos hoy surgió entre finales del siglo XVI y la primera mitad del XVII, cuando una auténtica epidemia de licantropía especialmente fuerte en Francia hizo que cerca de treinta mil personas fueran procesadas, torturadas y ejecutadas bajo la acusación de convertirse en lobos y cometer terribles crímenes de asesinato y canibalismo al servicio del demonio.
Dos de los casos más conocidos “hombres lobo” en la historia europea son Peter Stube y Jean Grenier, famosos tanto por lo que simbolizan, como por lo que hicieron. Uno de ellos fue torturado hasta la muerte, y el otro fue confinado a una institución mental.
Peter Stube fue una gran noticia cuando fue detenido en Cologne en 1590 y confesó bajo tortura que era un hombre lobo. Según su confesión, un demonio femenino le había dado un cinturón mágico que le permitía convertirse en un lobo gigante. Durante casi 30 años, había utilizado supuestamente este poder para atacar y matar a los aldeanos, el ganado y los animales salvajes, incluso en los campos de los alrededores. La gente del pueblo aceptó su confesión y fue condenado a muerte.
En el siglo XIX, las autoridades estaban más ilustradas acerca de los hombres lobo, por lo que se mostraron escépticos cuando Jean Grenier, un niño de 13 años de edad, admitió en 1849, haber matado y comido varios perros y varias niñas pequeñas. Éstas cacerías las cometía todos los lunes, viernes y domingos, justo antes del anochecer, momentos en los que afirmaba convertirse en un hombre lobo. En lugar de condenar a muerte a Grenier, el juez ordenó que fuera confinado al monasterio de Burdeos, donde se instruyó en obligaciones cristianas y morales, bajo pena de muerte si intentaba escapar. Grenier empeoró aún más en su locura y murió en el monasterio siete años después, a los 20 años de edad.
Quizás el caso de licantropía más famoso de la historia ocurrió en el distrito de Gévaudan, al sur de Francia, donde entre 1764 y 1767 una bestia asesinó de forma terrible a 121 personas. La crisis llegó a tal punto que el mismísimo rey Luis XV se involucró y ofreció una cuantiosa recompensa por la criatura. El horror llegó a su fin el 19 de junio de 1767, cuando el granjero Jean Chastel mató con tres balas de plata a un animal descrito como de cabeza ancha, hocico y orejas puntiagudas, pelo rojizo y con una raya negra sobre el lomo. Por desgracia, el cadáver se pudrió antes de que pudieran embalsamarlo y estudiarlo, por lo que la identidad de la “Bestia de Gévaudan” sigue siendo un misterio, aunque se ha especulado que pudo ser más de un lobo, un asesino serial, un híbrido entre lobo y perro o incluso una hiena o una pantera.
España ha sido una tierra rica en leyendas de hombres lobo, especialmente las regiones de Extremadura, el País Vasco y Galicia. En ésta última tuvieron lugar las andanzas del primer asesino en serie de la historia española: un licántropo clínico llamado Manuel Blanco Romasanta, quien asesinó y devoró a trece personas hasta su arresto en 1853, convirtiendo su grasa en fragantes jabones artesanales. Romasanta afirmó que no era responsable de las muertes, sino que fue víctima de una maldición que lo transformó en un hombre lobo. La reina Isabel II conmutó su sentencia de muerte para que los doctores pudieran llegar al fondo de su impactante reclamo, reemplazándose la pena por prisión perpetua. El ‘hombre lobo gallego’ falleció en la cárcel de Ceuta diez años más tarde.
En 2015 el agricultor macedonio Trayche Draganov afirmó haber encontrado una calavera de hombre lobo en un ataúd encadenado enterrado a gran profundidad. Este solitario cráneo coincide con el folclore de los Balcanes, que dice que los hombres lobo deben ser exorcizados, quemados hasta los huesos y decapitados para poner fin a su reinado de terror.
En el cráneo de Draganov no se encontró nada que demostrase provenir de un hombre lobo; lo identificaron como un lobo que probablemente padeciera la enfermedad de Paget. Esta condición deforma los cráneos de los mamíferos, haciéndolos expandirse y aparecer espeluznantemente humanoides.
La mitología del lobo
El aspecto maléfico del mito del lobo lo asocia a las tinieblas, a los infiernos, al pecado, al engaño, a la violencia; a la voracidad (lobo) y la concupiscencia (loba). Este fue el significado promulgado por los cristianos, que lo asocian con el diablo, y el culto al mismo en la Europa medieval. Será un obstáculo en la ruta del peregrino para los árabes y, en ocasiones, también para los hindúes.
Sin embargo, en su aspecto benéfico, el lobo es un símbolo de luz, un símbolo celeste, asociado a divinidades solares como Apolo. Representará las cualidades de fuerza y valor, y aparecerá en numerosos mitos fundacionales de ciudades, dinastías y clanes.
La noción del lobo como guerrero enfurecido, fuera de sí, aparecerá en Roma, asociado al dios Marte, pero también entre los pueblos del norte de Europa en la forma de los berserks, y como símbolo de iniciación en sociedades guerreras de todo el mundo. La loba encarnará la divinidad ctónica, la fecundidad, y frecuentemente aparecerá como nodriza de personajes importantes en la historia de los pueblos que le rendirán culto.
Por último el lobo, como otros cánidos, será asociado a la muerte y a los infiernos, así como al descenso hacia la oscuridad iniciática. Sin embargo, es también el aspecto luminoso del lobo el que conduce no sólo a los muertos, sino a las almas de los vivientes, por el camino adecuado, para evitar su extravío, o bien haciéndoles superar diversas pruebas, actuando como guía y guardián de los misterios que entraña la oscuridad en la que él ve.
Fuentes e imágenes: CanalHistoria // Wikiwand //