Lo sé, sé que esta entrada no es algo que publicaría habitualmente en el blog. Pero es que me quedé tan impresionada con el trabajo del artista Manuel Ussá, que tenía que compartirlo. Porque lo que él hace es algo que hay que ver al menos una vez en la vida. Os prometo que después de haber entrado en los dos museos que hay sobre su obra en Guadalest, te cambia la perspectiva del mundo.
Manuel Ussá es un artista alicantino de 84 años que lleva toda su vida esculpiendo obras de arte con la particularidad de que lo hace en miniatura. Pero no tal y como entendemos la palabra “miniatura”, si no que trabaja a una escala tan pequeña que él mismo ha tenido que construir las herramientas de trabajo (sus pinceles son invisibles al ojo humano, no es broma). Trabaja controlando la respiración y aprovechando la pausa entre latido y latido de su corazón para no destruir las piezas. Tal cual. Ya sólo con esto, os podéis imaginar que lo que hace es bastante particular.
Los dos museos que podemos visitar y que contienen su trabajo están en Guadalest, uno es el Museo Microgigante y el otro es el Museo Macrogigante, y aunque en los dos hay miniaturas, son bastante distintos. La entrada a cada museo cuesta 4€, pero podéis comprar el pase para los dos museos por 6€. No podría deciros si uno me gustó más que el otro, son diferentes y para mí merecieron la pena ambos.
Las imágenes de arriba corresponder a obras del Museo Macrogigante, y como podéis ver, el trabajo de Manuel Ussá se inspira en la naturaleza y trabaja sobre materiales como conchas, semillas, piedras e insectos. Y sí, lo que veis arriba es una hormiga de verdad tocando el violín :)
Este museo es una pasada porque combina obras minúsculas con otras enormes. Todas las esculturas del museo las ha hecho él y se centran en una obra llamada “El corazón de la naturaleza”. En la planta baja hay un corazón que simboliza las raíces y atraviesa el techo para llegar al piso de arriba donde está el árbol con sus ramas y frutos. Es increíble y está lleno de detalles que puedes pasar horas contemplando.
Para poder ver las microesculturas es necesario utilizar lentes especiales y microscopios, son tan pequeñas que con una lupa no es suficiente. Lo más alucinante es que si intentas ver algunas a simple vista, podrías decir que estás mirando un espacio vacío, porque son prácticamente invisibles. Tenemos a la hormiga tocando el violín, un autorretrato de Manuel Ussá esculpido en un grano de arena, una plaza de toros construida en la cabeza de un alfiler, una pulga montando en bici…
De este museo, mi escultura preferida es la que veis arriba, el nacimiento de un hombre desde el interior de una semilla. La escultura gigante del piso superior del museo también me gustó mucho por la cantidad de detalles que tiene. Para poder contemplarlos todos, hay un espejo que cubre el suelo y refleja toda la parte del techo.
¡La escalera para subir a la segunda planta es una caracola gigante!
En este primer museo, que encontramos justo a la entrada del pueblo (hay que pasar por delante de él para seguir ascendiendo por las calles), está permitido hacer todas las fotos que queramos, y su encargada estará encantada de explicaros en qué se inspira Manuel Ussá para construir sus miniaturas.
En la subida al castillo, en la calle principal del pueblo, encontramos el segundo museo, el de Microminiaturas. Aquí la cosa cambia: aunque seguimos hablando de esculturas en miniatura, para poder ver éstas hacen falta lentes mucho más potentes porque todo es realmente enano e invisible. Arriba podéis ver a mi amigo Rafa contemplando un elefante esculpido sobre la cabeza de un mosquito. ¡Ja, parece que me lo esté inventando, pero no!
Podéis ver que no exagero con lo de que son invisibles al ojo humano:
Entre las cosas que podemos ver en este segundo museo están la Estatua de la Libertad dentro del ojo de una aguja (también está la Torre Eiffel y la Torre de Pisa), una rosa pintada en la sección de un cabello, la Maja Desnuda de Goya pintada en el ala de una mosca, una carrera de galgos en un cabello… y un montón de esculturas de ninfas pequeñísimas a lomos de insectos, dentro de semillas, etc. También hay varias obras clásicas talladas en tiza, en miniatura, cómo no.
Este museo es más pequeño que el primero pero para mí fue más impactante por el tamaño de las esculturas. Lo único malo es que no se pueden hacer fotos, las que veis aquí las hicimos de tapadillo :P
Resumiendo, me parece increíble que esto exista. Que alguien tenga ese arte y esa dedicación (lo de trabajar entre latido y latido me deja sin palabras) y no sea algo reconocido, uf, es algo que no puedo entender. Ya sólo por estos dos museos merece la pena venir hasta Alicante y visitar Guadalest. De las cosas más insólitas que vais a ver en vuestra vida.