Los independentistas no quieren
compartir, ni autonómico ni federal, solo pretenden la soberanía absoluta, con la que sueñan como si
estuviéramos en el siglo XVII, hoy la soberanía compartida es la única posible,
en el siglo XXI en un mundo globalizado, intercomunicado, interdependiente, y
máxime en Europa, nadie tiene soberanía absoluta, los indepes llegaron tarde en
sus pretensiones. Un altísimo porcentaje de leyes y normas españolas son
acuerdos compartidos con la UE, no son imposiciones de Europa, puesto que
formamos parte de su elaboración, nadie en su sano juicio acepta hoy otra forma
de soberanía que no sea compartida, salvo ellos.
Dice el 30-08-2018 'La Vanguardia'
No
se contentarán con ventajas porque se consideran el pueblo elegido, al modo de
Israel, y creen, tienen fe, en que este es su momento. La mayoría independentista creyó que
había llegado la hora de la independencia, por fin tendrían el
poder absoluto, lo cual supone no compartir nada de soberanía. Los podemitas se equivocan cuando hablan de
proponer la soberanía compartida con la que pretenden aplacar la fiera
nacionalista. La soberanía compartida es lo que existe ahora en el estado
federal que es España, mejorable sin duda, pero no desdeñable como federal. La soberanía
compartida está reconocida constitucionalmente y en las leyes europeas, con la
UE y la eurozona compartimos soberanía nacional. La soberanía compartida
también es la ejercitada por la Generalitat y Parlament, a diario desde hace
muchos años, la ejercitan en la enseñanza, sanidad, orden público, etc. etc., por eso en los
atentados de agosto 2017 aparecieron ante el mundo como un estado, mientras el
Estado quedaba tras el telón. -Incluso fabricando una nueva teoría de la conspiración muy similar a la que puso en marcha la extrema derecha tras los atentados de Madrid-.
El
franquismo creó anticuerpos españolistas, necesarios en la lucha contra la
dictadura, pero que mantenidos hoy muestran una carencia de racionalidad muy
poco progresista, dichos anticuerpos son alimentados permanente por la
excluyente derecha, pero no solo es su responsabilidad, las izquierdas han
regalado la Constitución a la derecha, las izquierdas han regalado España y su
historia a la derecha españolista. Y se han echado en los brazos de
nacionalistas periféricos, católicos, racistas y supremacistas, sin poner en
cuestión los argumentos ideológicos que fundamentan la independencia, y eso es
parte de la batalla política y forma parte de las soluciones políticas.
No
es justificable, no puede ser progresista, el diferente comportamiento hacia
los nacionalismos periféricos, mayor simpatía cuando se trata del catalán y
vasco que el mostrado ante los mismos hechos reaccionarios protagonizados por
otros sectores, no tiene justificación la tolerancia hacia opiniones xenófobas
y acciones opresoras y represivas realizadas por nacionalismos periféricos en
sus territorios. Si reprimir por mostrar banderas cuatribarradas era
condenable, también lo es cuando se persigue y queman otras banderas, si
denunciable era la opresión hacia la lengua catalana, del mismo modo será
cuando se trate de represión a la lengua española. Y no lo duden existe en la
sociedad y enseñanza en Cataluña.
Últimamente parece que todo se mueve, el
Estado se defiende, pero solo es la superficie. Lo fundamental es convencer a
decenas de miles de jóvenes de que la secesión no es revolucionaria, ni más democrática,
ni más progresista, que una España constitucional a la que hay mucho que
mejorar, pero no destruir. Convencer implica razonar, escuchar y leer viejos
teóricos de uno y otro lado, no dar por buenas las consignas y clichés a favor
de la independencia, no se puede apoyar el nacionalismo y la xenofobia del
independentismo basado profundamente en una búsqueda constante de diferencias
raciales, por múltiples intelectuales y políticos, del pasado y actuales. Nunca
debió considerarse progresista el apoyo a políticas basadas en la xenofobia, ni
antes, ni mucho menos ahora, precisamente hoy que los científicos se cuestionan
hasta la existencia de las mismas razas como concepto.
Cualquier política a desarrollar debe
contener como básico convencer a mucha gente de que España no solo son los
individuos y tópicos que los indepes manejan,
también somos usted y yo, sus amigos y colegas, y centenares de miles de
ciudadanos progresistas actuales, y la clase obrera catalana, que no se ve por
ninguna movilización indepe, -además de secuestrada su palabra por algunos
caudillitos-; la huelga general catalana de noviembre 2017, como de costumbre,
las movilizaciones en las calles y carreteras son mayoritariamente de
jovencitos y funcionarios, pocos obreros industriales en uno de los territorios
más industrializados de España.Lo
principal será convencer de que los españoles no solo fueron Franco y Mola,
también Azaña yGiner de los Ríos, Tuñón
de Lara, y los ilustrados y los republicanos del XIX y del XX, y la Institución
Libre de Enseñanza, y el enorme movimiento anarquista y los socialistas y
comunistas y los luchadores antifranquistas y los demócratas de antaño y
los actuales; jóvenes no solo hay en las calles de Cataluña, también están en
las universidades y en el paro y trabajando y otros muchos están por el
mundo, o por Badajoz o Zamora…