Revista Opinión

Los 'indignados' de Wall Street

Publicado el 09 octubre 2011 por Santiagomiro

Los “indignados” de Wall Street.
Cuatro meses después de que, en España, la indignación saltara a la calle, manifestándose contra políticos, financieros y banqueros, el movimiento 15-M aparecía en USA. Al principio, la indignación social apenas se notó pero, desde primeros de octubre, el parque Zuccotti, una pequeña franja verde entre los rascacielos de Manhattan, pasó a convertirse en el centro de las protestas contra Wall Street. Los “indignados” norteamericanos llevan ya tres semanas en la calle, ocupando el centro financiero de la ciudad pero el primer enfrentamiento policial que intenta acabar con ellos sucede en el puente de Brooklyn en donde paralizan el tráfico. Al grito de “De quiénes son estas calles? Estas calles son nuestras”, los “indignados” avanzan hasta que la Policía, que forma una valla humana, se lanza violentamente contra ellos. La multitud les grita: “Dejadles ir, dejadles ir”. Pero las fuerzas policiales continúan acosando, permitiendo que se adentren en el puente y luego rodeándoles con redes naranjas, dejándoles sin salida. En la brutal operación, las fuerzas policiales provocan unas 700 detenciones, la mayor ola de arrestos en Nueva York desde la convención republicana de 2004. Testigos presenciales aseguran que las fuerzas del orden provocaron el enfrentamiento. Un responsable policial declaró incluso a “The New York Times” que la Policía “tenía previsto hacer algo” ya por la tarde, al despachar diez camiones del centro penitenciario de Rikers Island por si se producían detenciones.
Los “indignados” de Wall Street.
Lo que había empezado siendo una simple sentada, recaba cada vez más apoyos. El director de documentales, Michael Moore, la actriz Susan Sarandon y el empresario de rap, Russell Simmons, respaldan a los “indignados”. Algunos de los principales sindicatos de Nueva York, como el de profesores, el de transportistas y servicios de mantenimiento, se apuntan al movimiento, mostrando su solidaridad. El presidente de la mayor central sindical estadounidense AFL-CIO, Richard Trumka, sin dar completamente su apoyo, declara que Wall Street está “fuera de control” y que, a veces, el único recurso que queda es “salir a la calle y llamar la atención sobre los problemas reales”. “Estos jóvenes están hablando en nombre de la mayoría de los ciudadanos que están frustrados con los banqueros y con los brokers que se han aprovechado del trabajo de la gente – declara Jim Ganon, portavoz de Transport Workers Union–. Sus metas son nuestras metas, han puesto de relieve temas en los que creemos desde hace tiempo. Wall Street creó la implosión y no está pagando las consecuencias!”. Brian, uno de los veteranos del movimiento, viene de New Jersey y lleva diez días durmiendo a la intemperie, “lo que me parece igual de cómodo que mi casa porque estamos luchando por algo”. Los que llevan mucho tiempo acampados soportan las incomodidades con entusiasmo porque se sienten solidarios y describen un “buen ambiente, como si fuéramos una gran comuna”. Otras protestas similares que expresan la solidaridad con los “indignados” de Wall Street tienen lugar en Washington, Los Ángeles, Boston, Filadelfia, Seattle y Chicago. La Policía en Massachusetts arresta a más de una veintena de personas entre unos 3.000 manifestantes que ocupan brevemente las oficinas en Boston del Bank of America, el mayor banco del país.
Los “indignados” de Wall Street.
El movimiento de los “indignados” se extiende como la pólvora por Estados Unidos. El jueves pasado, sus quejas llegan a Washington, en una multitudinaria manifestación en la que protestan: “Que paguen las empresas; no a los recortes”. Es el grito desafiante de la sociedad civil estadounidense contra los excesos del sistema financiero. A pocos metros de la Casa Blanca, los “indignados” ya planean ocupar el Capitolio y el Pentágono. Todo había surgido en Nueva York con menos de un centenar de personas que se manifestaban bajo el lema “Ocupa Wall Street”. En varias semanas, el movimiento tomó fuerza en todo el país, removiendo a la clase política. Millares de personas se han manifestado en el centro de Washington, protestando contra los excesos de Wall Street. Gritan: “La humanidad no necesita la avaricia de las corporaciones” o “Paren la máquina para crear un mundo nuevo”. Como sucedió en otros lugares del mundo, los “indignados” se instalaron en la Freedom Plaza (plaza de la Libertad), centro de la capital estadounidense, a apenas dos manzanas de la Casa Blanca. “Queremos una ocupación no violenta similar en protesta por los gastos militares, los recortes sociales y denunciar la corrupción encarnada por las grandes corporaciones financieras”, dice David Swanson, uno de los organizadores del movimiento denominado "Occupy Washington DC" (Ocupemos Washington D.C).
Los “indignados” de Wall Street.
En los próximos días, se desplazarán hacia otros centros como el Pentágono, el Capitolio o la calle K, donde se concentran gran parte de las oficinas de los lobbies o grupos de presión que trabajan en la capital estadounidense. “Vamos a permanecer en la plaza hasta que logremos crear una conciencia de que la gente puede desafiar al Gobierno al margen de los partidos políticos”, explican los organizadores de este Movimiento que ya ha instalado diversas tiendas de campaña en la plaza de Washington e insta a los simpatizantes a traer sus sacos de dormir para pasar la noche. El presidente Obama se expresa, al fin, diciendo que la gente se manifiesta porque está “frustrada” con el resultado del sistema financiero. Es su primera alusión a las protestas organizadas bajo el emblema de “Ocupa Wall Street.” Las personas que respaldan este movimiento “dan voz a una frustración de más amplio espectro sobre el funcionamiento de nuestro sistema financiero”, añade el presidente, mostrándose comprensivo. El vicepresidente Biden, sin embargo, ve semejanzas entre el “Ocupa Wall Street” y el “Tea Party”. Y cree que las protestas de la izquierda tienen mucho en común con el “Tea Party”, movimiento político estadounidense antielitista de extrema derecha.
Los “indignados” de Wall Street.
La protesta contra el corporativismo de “Wall Street” entra en su tercera semana, extendiéndose a otras ciudades de EE.UU., a semejanza de lo ocurrido con la revuelta de los ‘indignados’ en España o en otros países de Europa. Las movilizaciones contra el sistema financiero, la codicia y los recortes en el presupuesto federal estadounidense, van surgiendo aquí y allá. Con el grito de “¡Somos el 99%!”, los manifestantes llenan la parte baja de Manhattan de protestas contra los banqueros y contra las crecientes desigualdades sociales en un país donde el 1% de la población posee el 40% de la riqueza. Los manifestantes acusan a la policía de usar sprays de pimienta contra ellos. Algunos medios destacan también la violencia policial a través de un vídeo en el que se pueden ver las cargas de los agentes, armados con porras que utilizan con soltura contra los manifestantes.
Los “indignados” de Wall Street.
Policías de evidente sobrepeso guardan la escultura de bronce Charging Bull, emblema del distrito financiero de Nueva York.
Derek Thorpe, un mecánico de Toronto que se había tomado tres días libres para participar en las protestas comenta: “Si el sábado hubieran detenido a 700 banqueros en vez de a 700 manifestantes, no habría venido aquí hoy. Me encantaría que la Policía me partiera el cráneo para que saliera en los periódicos porque la violencia policial está ayudando a promover el movimiento; yo soy joven y me recuperaré”. En Los Ángeles, unas 50 personas se manifestan, en apoyo a la “ocupación” de “Wall Street”, que el fin de semana, recibió un inesperado espaldarazo publicitario. Registró el mayor impulso tras la multitudinaria manifestación de Nueva York que reunió en las calles del distrito financiero a unas 20.000 personas. Los manifestantes buscan ahora aprovechar el empujón y crecer como lo han hecho otros “indignados”. “Cada uno tiene una razón y un objetivo diferente para estar aquí” –dice otro “indignado”– La única cosa que tenemos en común es que somos el 99% de la gente que ya no tolerará la codicia y corrupción del 1%. Si alguien trata de ponerse en medio para restringir nuestros derechos, bueno, entonces pasaremos a una resistencia pacífica”.
Los “indignados” de Wall Street.
Los manifestantes neoyorquinos recurren a las redes sociales y a los medios de comunicación para denunciar que han sido “engañados” por la Policía en las zonas peatonales del puente de Brooklyn y que por ello fueron detenidos. La Policía, a su vez, insiste en que “se les advirtió claramente y en múltiples ocasiones”, mediante megáfonos, de que no invadieran la calzada. Su presencia era casi mayor que la de los manifestantes. Ambas partes colgaron en YouTube sendos vídeos en los que unos intentaron demostrar que no recibieron el aviso policial y otros, que lo que la Policía gritó por megáfono es que habría detenciones, si se obstaculizaba el tráfico del puente. En esta ocasión la Policía USA demostró que es tan hábil, eficaz y contundente en el manejo de la porra como la Policía española, ambas en pleno ejercicio de aplastar a los manifestantes. Tanto a un lado como al otro del Atlántico, éstos son brutalmente reprimidos en un exceso de celo policial. De esta manera, la Policía se convierte en fiel cumplidora del orden a base de porrazos contra todo “sospechoso” que no cumpla, al pie de la letra, sus órdenes e indicaciones. Un portavoz policial comunica que prácticamente todos los detenidos (unos 700) han sido liberados, aunque la mayoría tendrán que comparecer antes de 30 días ante las autoridades judiciales “por alterar el orden público y obstaculizar el tráfico en el puente”, acusados de provocar escándalos y desorden en la vía pública.
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No más dinero para Wall Street y para la guerra. Trabajo para todos.
Los manifestantes piden sobre todo trabajo y que no se distribuya más dinero para Wall Street. Durante el fin de semana, se publica un diario de cuatro páginas, “The Occupied Wall Street Journal”, editado por dos periodistas independientes, a través del cual se dan a conocer las reivindicaciones y el manifiesto de los “indignados”, así como sus posiciones sobre la crisis económica, la desigualdad social o la avaricia de los más ricos. La vida en el parque Zuccotti, el cuartel general de “Occupy Wall Street”, pronto se mueve con su propio ritmo. Cada día, los manifestantes tienen charlas y deciden lo que van a hacer. Por la mañana, algunos voluntarios recogen la basura para tratar de mantener el espacio limpio. La salubridad se ha convertido en una preocupación porque los dueños del parque, Brookfield Financial Properties, que han tolerado a los manifestantes estas semanas, señalan que su paciencia se está acabando. De momento, sigue la distribución de comida gratis, se ha instalado una “librería popular” con literatura progresista para llenar los días y, en algunos casos, las noches. En uno de los bordes de la plaza está pegada la lista Twitter de los abogados a quienes recurrir en caso de detención. Varios comercios colindantes, por solidaridad o quizás temiendo represalias en caso de desbordamientos, han dejado a los “indignados” usar sus baños. Los “indignados” reciben suficientes respaldos económicos. En Raleigh (Carolina del Norte), un grupo denominado “Occupy Raleigh” convoca el domingo a una reunión para activistas, sindicatos, iglesias y comunidades que organizan protestas similares en esa ciudad, mientras que en Filadelfia grupos similares se reúnen en la Iglesia metodista Unidad de Arch Street para organizar un “Occupy Philadelphia”. En Los Angeles, hay protestas durante el fin de semana en torno a su Ayuntamiento, por el momento económico que vive Estados Unidos. La organización New Botton Line publica un calendario de actividades en todo el país, desde Los Angeles a Mineápolis o Honolulu.
Los “indignados” de Wall Street.
Un grupo de una quincena de marines veteranos de guerra anuncia por Facebook su apoyo a las protestas y dice que irán a “Wall Street” uniformados, no para hacer frente a los manifestantes del movimiento “Occupy Wall Street”, sino para protegerles de la Policía. “Quiero enviar el siguiente mensaje a Wall Street y al Congreso –asegura Ward Reilly, quien no es el único marine que se suma a la protesta popular contra los mercados–: Yo no luché por Wall Street, luché por América. Ahora es el turno del Congreso”. De hecho, una de las fotos del fin de semana en Twitter es la de dos Marines veteranos que sostienen una pancarta en la que se puede leer: “Esta es la segunda vez que lucho por mi país. En la primera, conocí a mi enemigo”. Reilly añade en su mensaje: “Mi verdadera esperanza es que los veteranos podamos ser la primera línea de defensa entre la policía y los manifestantes. Si quieren acceder a los manifestantes para golpearles tendrán que pasar primero a través del puto Cuerpo de Marines. Veamos si un policía es capaz de pegar a un grupo de veteranos de guerra condecorados”. Reilly y sus compañeros quieren acudir a Washington para participar, vestidos en su uniforme azul, en otra de las numerosas protestas que se están extendiendo por los Estados Unidos. Su anuncio tiene un gran éxito entre los internautas, que agradecen al grupo de veteranos su gesto de apoyo a los manifestantes. Originario de Chicago y miembro de la Armada de 1971 a 1974, Reilly pertenece al grupo Veteranos por la Paz , que aboga por la abolición de la guerra.
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John Larson, saluda a los manifestantes indignados.
Los manifestantes anti-Wall Street lanzan en la tarde del miércoles una nueva movilización en Nueva York con el apoyo de algunos sindicatos contra el corporativismo y la codicia del mundo de las finanzas. Quince sindicatos de trabajadores se unen a la protesta de los “indignados” en una marcha conjunta para mostrar las consecuencias de la crisis financiera que afecta a todo el mundo. Entre ellos hay algunos de los grandes sindicatos de la ciudad, como la Unión de Trabajadores del Transporte, que agrupaba a 38 mil miembros activos y 26 mil jubilados de los servicios de autobús y metro, así como de diferentes aerolíneas del país, y la Unión Federal de Profesores, que representa a más de 20 mil maestros de las escuelas y universidades públicas. “Ellos han aceptado que aquí no queremos líderes –confirma uno de los jóvenes–. Comparten nuestra indignación y nuestras protestas. Tienen mucha experiencia y pueden reunir a mucha gente con más facilidad que nosotros. Si esto ayuda al movimiento, bienvenido sean”. Y, al apoyo sindical, comienza a sumarse también otros personajes, como el político John Larson, presidente del grupo demócratas en la Cámara de Representantes del Congreso, quien saluda a los manifestantes que “se baten para dar una voz a los estadounidenses que luchan a diario”. La nueva movilización tiene lugar cuatro días después de la detención de 700 manifestantes por el bloqueo durante un par de horas del tradicional puente de Brooklyn. La protesta contra el corporativismo del sistema financiero ha entrado en su tercera semana sin desinflarse e incluso se extiende a otras ciudades de los EEUU.
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Pero, mientras unos vienen, otros se van. Tal es el caso de Steve Jobs, quien moría en jueves pasado. Era el corazón de Apple, un espíritu emprendedor, aventurero, apasionado y vocacional, que dictó el que sería el prólogo de su vida en un discurso legendario, durante la graduación del curso de 2005 de la Universidad de Standford. “Si hoy fuera el último día de mi vida –dijo entonces–, ¿haría lo que voy a hacer? No hay razón para no seguir... Nadie quiere morir, incluso los que saben que van a ir al cielo. Pero hay que renovar, lo nuevo sustituye a lo viejo y así debe ser (...) A veces la vida te golpea con un ladrillo. No perdáis la fe. Estoy convencido de que la única cosa que me ha mantenido en pie ha sido amar lo que hago. Tenéis que encontrar lo que amáis. Vuestro trabajo es una parte muy importante en la vida, y la única forma de queda satisfechos es creer que estáis haciendo algo grande. Amad lo que hacéis”.
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El creador de Apple ha forjado una idea sobrehumana que combina talento, imaginación, creatividad y vocación. Una fórmula pasional que le convirtió en el hombre más rico del planeta, “algo que nunca me importó”. Hundido y expulsado de su propia compañía, Steve Jobs se reinventó y fundó una de las fábricas de sueños más importantes de nuestra era: Pixar. A pesar del golpe de efecto que supone esta pérdida, Apple encara la era post-Jobs como la segunda empresa más valiosa de EE UU, desde la tranquilidad de ver cómo sus beneficios se duplican de año en año y sus productos marcan la pauta a seguir en el sector. Bill Gates dijo de él en su blog: “El mundo rara vez ve a alguien con el profundo impacto que ha tenido Steve, cuyos efectos se dejarán sentir durante muchas generaciones venideras”.
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El presidente que se fue, José María Aznar.
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El presidente que se va, José Luis Rodríguez Zapatero.
Otros personajes que vienen y se van son algunos de los políticos españoles que rozan o rozaron el poder. Estos son, ahora que se acercan las elecciones, los presidentes de Gobierno que se fueron, que son y los que pueden ser. Qesar los presenta en su blog. “Como los políticos actuales parece que no sirven para mucho –comenta–, esta web los ha enviado al pasado, utilizando los retratos de generales rusos que pintó el artista inglés George Dawe a finales del siglo XVIII, con motivo de la invasión de Napoléon en Rusia. Y aquí están los cuatro ejemplos.
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Mariano Rajoy, el político que ya se ve en la presidencia.
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Alfredo Pérez Rubalca su contrincante, que lucha por ella.
Iniciamos el humor de esta semana con cuatro dibujos de Medina: Salvados, Modelo futuro, De repente, los fieles que perdieron la fe y El Máster.
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Continuamos con Territorio Vergara: El programa, Muere Steve Jobs, Si España necesita recortes…, Batalla naval y Discurso.
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Manuel Fontdevila dibuja: Los dos cuentos, Vasos comunicante, No se puede, Consejos vendo y El golpe de efecto.
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Y Pep Roig, desde Mallorca, nos presenta: Manual del perfecto gobernante; Consellería de realidades, Nueva generación política, Fomento Nacional de Pobreza y Propósito de gaviotas.
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Los tres videos que siguen muestran en imágenes una aproximación de lo sucedido con los "indignados" neoyorquinos.


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