Los inocentes: el miedo al mal

Por Beatriz Ayllon.

En Los inocentes, Ida, sus padres y su hermana con un trastorno autista, se mudan a un piso en las afueras de Oslo. Las hermanas pasan el rato con los pocos niños que, como ellas, no se han ido de vacaciones. Durante ese periodo descubren que algunos de ellos tienen poderes. La exploración de estos poderes empieza en el juego y se dirige hacia la exploración de la oscuridad y el lado siniestro que hay dentro de ellos. Los inocentes: el miedo al mal Ida (Rakel Lenora Fløttum) y Anna (Alva Brynsmo Ramstad) son hermanas. En la primera escena vemos cómo Ida pellizca fuertemente la pierna de Anna, que es autista, para comprobar si muestra señales de dolor. Una pregunta surge, pensando en el título: ¿dónde está la inocencia de esta niña? Y yo me respondo: precisamente por su inocencia tiene curiosidad y hace algo que es repudiable pero al mismo tiempo entiendo que lo haga porque es probable que no sea consciente de las implicaciones morales que tiene. Lo que sí queda claro es que pongo esa comprensión de su comportamiento en cuarentena, porque no hay duda de que es un acto, como digo, censurable, a la espera de comprobar si es algo aislado o va a ir in crescendo. Los inocentes: el miedo al mal
El guionista y director de esta película, Eskil Vogt,encontró inspiración en la observación de sus hijos y sus “intentos de dar sentido al mundo”. Así, Los inocentes transita por los territorios de la exploración de la maldad y el desarrollo de la moralidad y cómo este puede verse influenciado por las experiencias vitales. Cada niño protagonista, Ida, Anna, Ben (Sam Ashraf) y Aisha (Mina Yasmin Bremseth Asheim) inicia el viaje de descubrimiento de esos aspectos de una manera diferente y sus acciones provocan en el espectador sentimientos que oscilan entre la comprensión, la rabia, la indignación y la pena. A mí esto me parece estimulante.El terror también está en que ninguno de los niños se atreve a pedirle ayuda a los adultos lo cual acentúa la angustia que produce la certeza de que no podemos saber qué están pensando otras personas, si sufren o no, no podemos acceder a su experiencia. Los inocentes: el miedo al mal
Mientras averiguan el alcance de sus poderes sobrenaturales y asisten, fascinados y al mismo tiempo sin demasiada sorpresa, al descubrimiento de cómo potenciarlos, sus acciones hablan por sí solas: no hace falta mucho diálogo, lo cual dota a Los inocentes de un tono naturalista, que es posible que a veces se le vaya de las manos y haga que resulte un pelín lenta.Vogt indaga en los comportamientos de los niños cuando se enfrentan a situaciones estresantes a diferentes niveles, ya sea una mudanza, la muerte de un padre o el maltrato de una madre. Lo hace a través del terror psicológico, generando una atmósfera inquietante que consigue mediante un ritmo lento, el tratamiento de los efectos sonoros, como por ejemplo las voces infantiles y unos personajes que actúan de un modo turbador.