La formación del frente de Toledo
Desviándose de la “Marcha hacia Madrid”, Franco toma Toledo el 27 de septiembre de 1936, hecho de enormes connotaciones simbólicas y no menores consecuencias políticas. Los sublevados asegurarán la defensa de la ciudad mediante la formación de dos cabezas de puente, coincidiendo con sus pasos históricos sobre el Tajo: Alcántara y San Martín (Martínez Bande, 1981:p.97).
Eran éstas posiciones precarias que permitían a los republicanos hostigar con su artillería tanto la Fábrica de Armas (podían rectificar el tiro mediante observación directa) como dejar la propia ciudad de To-ledo expuesta a un golpe de mano
INTRODUCCION
El presente artículo recoge los principales resultados y conclusiones de Los combates del Sur del Tajo. Un enfoque patrimonial a un escenario de la Guerra Civil española, Trabajo de Fin de Máster
(2) presentado en la Universidad de Alcalá el 19 de septiembre de 2011. Dicho TFM reconstruyó una batalla menor de la Guerra Civil de 1936-1939 en base a documentación inédita y bibliografía nunca antes aplicada. Posteriormente inventarió los res-tos que la batalla dejó en el terreno, así como las estructuras defensivas que fueron edificadas por ambos contendientes en la zona tras los combates, al estabilizarse el frente. Por último, se realizó una propuesta de musealización del frente investigado.
LA BATALLA DEL SUR DEL TAJO (TOLEDO, MAYO DE 1937)
La formación del frente de Toledo
Desviándose de la “Marcha hacia Madrid”, Franco toma Toledo el 27 de septiembre de 1936, hecho de enormes connotaciones simbólicas y no menores consecuencias políticas. Los sublevados asegurarán la defensa de la ciudad mediante la formación de dos cabezas de puente, coincidiendo con sus pasos históricos sobre el Tajo: Alcántara y San Martín (Martínez Bande, 1981:p.97).
Eran éstas posiciones precarias que permitían a los republicanos hostigar con su artillería tanto la Fábrica de Armas (podían rectificar el tiro mediante observación directa) como dejar la propia ciudad de Toledo expuesta a un golpe de mano. Fuerzas y mandos enfrentados
En mayo de 1937 el proceso de transformación de las milicias de primera hora en el Ejército Popular (regular) Republicano se hallaba aún en sus primeros pasos. La 46ª Brigada Mixta, manda-da por un polémico oficial de la Guardia Civil (Uribarri), apenas había superado el estatus miliciano.
Guarecía el sector del sur del Tajo frente a la ciudad de Toledo y sufrió directamente el embate franquista. Estaba adscrita al VII Cuerpo de Ejérci-to, mandado por un viejo militar de carrera de simpatías republicanas, el coronel Arturo Mena Roig. Como jefe de Estado Mayor, Mena contaba con el santanderino Ángel Lamas Arroyo, que no era sino un leal geográfico, un derechista infiltrado en las líneas republicanas, que dejó un mordaz testimo-nio de su paso por el frente de Toledo.
Con la 11ª División, que intervendrá ya en la segunda fase de la batalla, nos encontramos en el caso opuesto al de las ineficaces fuerzas del Frente Sur del Tajo. Creada bajo el mando de Líster en enero de 1937, sus tropas, herederas del 5º Regimiento, se encontraban entre las más fogueadas y aguerridas de cuantas podía disponer la República, y en el curso de la guerra llegaría a convertirse en la unidad más emblemática del Ejército Popular.
La moral de estas tropas sería muy elevada en este estadio de la guerra, tras el éxito en las operacio-nes de defensa de Madrid que culminaron en la victoria de Guadalajara. Como parte de las fuerzas destinadas a la contraofensiva republicana actuarían también otras dos Brigadas Mixtas: la 45ª, originada a partir de la columna Burillo en diciembre de 1936, en guarnición también en el Sur del Tajo, en este caso por la zona de Aranjuez; y la 113ª, de reciente creación marzo de 1937 y compuesta por mozos de la quinta de 1936. Frente al VII Cuerpo de Ejército republicano, se situaba su homónimo franquista, al man-do del viejo y conservador general Andrés Saliquet Zumeta.
Pero el verdadero artífice de la operación para ampliar la cabeza de puente de San Martín sería, sin embargo, su subordinado Juan Yagüe Blanco, al mando de la 4ª División. En contraste con la personalidad más pausada y prudente de su superior, Yagüe estaba considerado como uno de los mandos más dinámicos y agresivos al servicio de Franco.
La disparidad de caracteres entre Saliquet y Yagüe se repetiría también con respecto al encargado de dirigir la ofensiva sobre el terreno: Emilio Esteban Infantes. Reservado, frío y diplomático, su perfil lo convertía en un idóneo y competente oficial de Estado Mayor, como tendría oportunidad de demostrar al mando de la División Azul, culminación de su carrera. Cubriendo la ciudad de Toledo quedaría su comandante militar, Guillermo Emperador Iriarte, Teniente Coronel habilitado de pasado africanista.
La vanguardia de las fuerzas franquistas estaría compuesta por tropas coloniales: las Ban-deras I y VIII de la Legión, el Batallón de Tiradores de Ifni y el Tabor de Ifni Sáhara. En la primavera de 1937 estas tropas de élite aún no se habían sometido al gran desgaste de las batallas de Brunete Belchite y Teruel, por lo que conservaban gran acometividad y habitualmente se encontraban en superioridad con respecto al amateurismo de sus enemigos.
El plan franquista
El 21 de abril de 1937, Yagüe propuso a Saliquet realizar una operación de ampliación tanto en anchura como en profundidad de las cabezas de puente de Toledo, uniéndolas en un segundo momento (Ruiz 2004: 362). Se adelantarían de esta manera las líneas tres o cuatro kilómetros con el objetivo de ocultar completamente la ciudad de las vistas de los republicanos, evitando de este modo bombardeos contra la ciudad y su Fábrica de Armas (Lamas 1972: 342). Saliquet, de carácter opuesto al temperamental Yagüe, chocará con sus planteamientos, y acabará aduciendo falta de fuerzas para la realización del proyecto al completo.
Finalmente aprobará sólo la mitad de la operación: la ampliación de la cabeza de puente de San Martín, suciente para proteger la Fábrica de Ar-mas. Esta restricción lastrará el éxito de la operación desde antes incluso de su comienzo. No obstante, Yagüe seguirá adelante y el 25 de ese mismo mes tendrá redactado, con sus restricciones, el plan definitivo (3) Según dicho plan, en el avance debía primar la rapidez y la sorpresa.
El objetivo del mando franquista era ocupar velozmente una serie de posiciones a vanguardia de las definitivas, para dar tiempo a los zapadores a fortificar éstas, donde luego se retirarían las tropas. Para la ruptura del frente, Yagüe contó con el coronel Esteban Infantes, que mandaría seis batallones de choque agregados a las tropas que ya de por sí defendían Toledo, constituyendo así la llamada Brigada Independiente.
Estas fuerzas deberían avanzar, desplegándose en abanico y alcanzar las cinco posiciones acordadas: la cota 520, inmediata al Tajo; la 600, un kilómetro al sur; la Casa de Loches; la cota 660, próxima a la carretera a Navalpino; y la 690, un kilómetro al sur del vértice Pozuela, mas varias posiciones en la margen izquierda del arroyo del mismo nombre. El 5 de mayo Yagüe firmaba la orden de operaciones.
La ofensiva inicial
En la madrugada del 7 de mayo de 1937 se inicia finalmente el ataque de Yagüe (4) . Las tropas franquistas salen de sus bases de partida de forma coordinada. El minucioso plan se ejecuta con precisión, y las unidades van avanzando, ex-tendiéndose en abanico por el territorio enemigo, encontrando poca o ninguna oposición.
Ante el empuje, las fuerzas republicanas huyen en desbandada. Del lamentable estado del frente dio testimonio Ángel Lamas Arroyo como Jefe de Estado Mayor del coronel Mena (Lamas 1972: 317 324): un frente de más de cuatrocientos kilómetros cubier-to por sólo cuatro brigadas que de tales sólo tienen el nombre, sin reservas, con unas comunicaciones muy deficientes y sin la menor intención por parte de los mandos de subsanar tal situación.
A las 9:30 de la mañana, todos los objetivos propuestos en la orden de operaciones de Esteban Infantes habían sido alcanzados, y dieron comienzo los trabajos de fortificación. La orden de operaciones indicaba que el rebasamiento de los objetivos no debía exceder los 500 metros, pero las unidades proseguirán la penetración ante la falta de oposición enemiga, llegando a puntos tan distantes como el Palacio de la Sisla, a más de un kilómetro y medio del arroyo Pozuela. La defensa republicana había quedado desarbolada.
Las noticias sobre el ataque tardarán horas en llegar al alto mando republicano. Dada la confusión imperante en el sector en lucha, las in-formaciones que lleguen al cuartel general del Ejército del Centro que manda el general Miaja en Madrid harán temer a éste que el enemigo haya emprendido una operación de ruptura del frente, en lugar de la rectificación de líneas que en realidad estaba teniendo lugar.
De inmediato el coronel Rojo, jefe de Estado Mayor de Miaja, convocará al mayor de milicias Enrique Líster (Líster 2007:188), a quien enviará de inmediato al Sur del Tajo con su prestigiosa 11ª División y otras fuerzas para organizar junto a las fuerzas locales una contra-ofensiva de contención de la supuesta amenaza.
Fuente:
http://www.academia.edu/1423981/Arqueolog%C3%ADa_de_la_Guerra_Civil_en_Toledo._El_frente_Sur_del_Tajo_y_el_cigarral_de_Menores_un_escenario_de_guerra
http://www.villadeorgaz.es/imagenes/orgaz-guerra-7.jpg
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