Contraofensiva
En la noche del día 8, llegan a la zona las primeras tropas de Líster. Al llegar al puesto de mando de Mena, el líder miliciano lo encontrará ya acostado. Proviniendo de una unidad como la
11ª División, famosa por su disciplina, las imprecisas noticias del frente enemigo que el coronel les proporcionará reforzarán su mala imagen sobre el estado de dejadez del sector. Mena dará la orden a
Líster de que sus fuerzas se acantonen en Gálvez y Polán, en la carretera de Navahermosa. Líster re-cabará informes sobre el emplazamiento del enemigo. Descubrirá que la situación no era tan grave como le habían indicado en Madrid, pero que aún así la penetración franquista había sido considerable. Fuerzas de caballería de la 46ª Briga-da le informarán que el enemigo se encontraba en las lomas cercanas a Torre Cervatos, unos 4 o 5 kilómetros al este de Guadamur.
Desde su puesto de mando en Mora, Me-na formará tres agrupaciones para emprender de inmediato la contraofensiva (Salas 1973: 1079):
la Agrupación Izquierda, al mando del propio Líster y conformada por su 11ª División con el apoyo de una compañía de tanques T-26 man-dada por el capitán Juan Barbero;
la Agrupación Centro, al mando de Mejide, compuesta por dos batallones de la 46ª Briga-da Mixta y uno de la 113ª, contando con el Batallón Murcia de la 45ª como reserva; así como con el apoyo de dos piezas de artillería ligera;
y la Agrupación Derecha, con los dos batallones restantes de la 46ª Brigada Mixta, el Batallón Dimitrof de la 45ª, una batería de 75 mm y una compañía de autoametralladoras, así como un tren blindado, todo ello mandado por el co-mandante González Pando.
Mena retendrá los tres batallones restan-tes de la 113ª Brigada Mixta como reserva general. Alrededor de diez mil hombres, apoyados por tres baterías de artillería y un batallón de tanques, se enfrentarán en los próximos días en batalla a las fuerzas nacionalistas que a lo largo de los comba-tes llegarían a totalizar unos seis mil hombres once baterías y varias piezas antitanque.
Al amanecer del 9 de mayo se desencadena el ataque republicano. Los hombres de Líster avanzan desde sus posiciones en las cercanías de Guadamur casi a ciegas, sin saber dónde se encuentra exactamente su enemigo ni de qué fuer-zas dispone .
A las 8 de la mañana, las avanzadillas de ambas fuerzas traban contacto entre los kilómetros 7 y 9 de la carretera de Navahermosa a Toledo: tres carros soviéticos contra la infantería franquista. Tras este breve combate, las tropas se retiran y se despliegan para la lucha, aunque la 11ª División deberá reprimirse y esperar. Está previsto ejecutar una acción de distracción sobre las posiciones franquistas más al este, con el objetivo de que se envíen refuerzos al lugar equivocado.
El tren blindado al servicio de la Agrupación Derecha abre fuego contra la zona norte del Tajo, los pueblos de Mocejón e Higares, unos 10 kilómetros al nordeste de Toledo, en segunda línea. Después, en la cabeza de puente de Alijares, los cañones republicanos abren fuego. Tras la barrera artillera, la infantería mandada por González Pando se lanza a la carga. Tras ser rechazada, concluye la acción y el peso de la batalla se traslada al oeste.
Ya avanzada la mañana comienza el ata-que principal, especialmente fuerte en el sector de Pozuela. Hay una intensa preparación artillera, apoyada con fuego de mortero y el de los cañones de 45 mm de los carros de combate rusos.
Las avanzadillas franquistas se retiran a las trincheras recién cavadas, y la infantería republicana comienza el asalto, parapetada tras unos doce o dieciocho tanques. La idea de maniobra es un ataque en pin-za con las Agrupaciones Izquierda y Central contra la cabeza de puente del oeste, mientras la Derecha mantiene la presión por Los Alijares.
Las fuerzas al mando de Mejide desalojan de Argés a las fuerzas enemigas, reconquistando el pueblo (5). El asalto será también especialmente fuerte más al oeste, en la zona de Loches y El Alamillo, donde los hombres de Líster combatirán contra el Batallón de Mérida (6).
Todo este dispositivo caerá sobre el teniente coronel Emperador, quien, abrumado por la situación, comienza a pedir refuerzos, que acudirán a lo largo del día. El ataque diversivo republicano contra Alijares tiene éxito y la compañía de la Academia de Infantería acude a reforzar al Batallón de Voluntarios de Toledo. La ya considerable potencia artillera nacionalista en el sector será reforzada con dos baterías ligeras más (Martínez 1981: 101).
La dureza de los combates sólo consigue amainar con la llegada de la noche, durante la cual continuará algún tiroteo esporádico. Los ca-dáveres jalonan el paisaje de los cerros toledanos. Un tanque soviético que los franquistas han logra-do inutilizar es remolcado de vuelta a las líneas republicanas.
Pero apenas se han apagado los ecos de los disparos de la jornada anterior, se reanuda la contraofensiva. A las 9 de la mañana del día 10 estallan nuevamente los obuses contra los parape-tos franquistas. La metralla comienza a cobrarse sus víctimas. La preparación artillera es brutal, centrada sobre los puntos de resistencia. La aviación hace su aparición, bombardeando las posiciones y ametrallando las líneas de suministro. La situación para Emperador es comprometida, pero los refuerzos siguen huyendo: cinco baterías más de artillería, y las banderas del Tercio 4ª y 6ª. El ataque de la infantería republicana será precedido por once carros de combate. Los franquistas, se defienden a base de bombas de mano y botellas de gasolina. El escenario de los combates más enconados del día será la llamada “posición nº 7”, en torno a la cota 690, al sur del Laderón.
Esta posición, ya castigada en la lucha de la jornada anterior, será sin duda la más disputada de toda la batalla. Cambiará de manos en varias ocasiones, y será escenario de ataques suicidas y defensas de-sesperadas. En los combates del 10 de mayo, el asalto republicano será tan implacable que las tro-pas del Batallón de Mérida acabarán quedándose sin ociales, y abandonarán la cota. Los republica-nos conseguirán apoderarse de ella, aunque no por mucho tiempo. La recién llegada 6ª Bandera de la Legión será enviada a recuperar la posición perdi-da, enviando sucesivamente sus compañías al in-tensicarse el combate a lo largo de la tarde. Allí comenzará su goteo de muertos y heridos, los pri-meros de muchos.
Los franquistas, pese a los retrocesos puntuales, siguen empecinados en la defensa. Al nal de la jornada reclaman el derribo de un avión. Por otra parte, los avances republicanos invitan al optimismo, y el coronel Mena, al final de la jornada, emitirá una orden particular en la que especula con forzar el cruce del Tajo y obligar a los nacional
listas a evacuar la propia capital toledana. El ambiente triunfante, aireado por la prensa, hace que comience a circular el rumor en la retaguardia de que se combate ya en las calles de Toledo, lo que será motivo de un desmentido oficial al día siguiente.
Los refuerzos que de los que ambos bandos hacen acopio harán que los combates del 11 de mayo sean la culminación de la batalla. De madrugada, comienza el tronar de los cañones al este. La preparación artillera dura media hora. Los hombres de González Pando se lanzan al ataque. Tras los combates, el Palacio de la Sisla quedará en manos republicanas. Pero no todo será tan sencillo para las fuerzas de Mena. Los combates arreciarán contra las posiciones del sur y el oeste de la cabeza de puente. La superioridad artillera franquista contrarresta el empuje de los tanques.
Las tropas de Líster atacan sucesivamente en dirección al Convento de San Bernardo precedidos de diez T-26, pero el tiro certero de los cañones enemigos desbarata sus cuatro asaltos. Nuevamente, la posición más comprometida de la batalla será la cota 690, en Pozuela. La 6ª Bandera de la Legión proseguirá la enconada defensa de la “posición número 7”, con órdenes de defenderla a todo trance.
Los republicanos, conscientes también de la importancia de dicha posición, la asaltarán hasta siete veces, precedidos de bombardeos y entre doce y dieciocho carros de combate. La posición, clave de todo el sector, cambiará de manos varias veces a lo largo del fatídico día.
El teniente coronel al mando de la 6ª Bandera, Andrés Fernández Cuevas, caerá herido al legar los tanques a pocos metros de la trinchera, y no podrá ser evacuado hasta dos horas después. Las ambulancias franquistas, un kilómetro en reta-guardia observarán cómo se recrudece el combate en lo alto de la loma, con ráfagas de ametralladora, disparos de fusil y explosiones que no cesan, y decidirán retirarse ante la cercanía del enemigo.
El fuego preciso de los “chispún”, los temidos cañones de 45 mm de los carros rusos que campan ya por la desdibujada trinchera, destruirá las ametralladoras de los defensores, quienes se tendrán que defender con bombas de mano y a tiro de fusil por las mirillas de los tanques, entre gritos de auxilio y vivas a España (7). Llega la hora de calar bayonetas y lanzarse al crudo cuerpo a cuerpo.
El combate rebasará la primera línea, y llegará hasta las posiciones de morteros de la 6ª Bandera, donde sus servidores se verán obligados a dejar sus armas y combatir fusil en mano. Al mando de una sección de infantería de la Bandera, el alférez provisional Juan José Orozco Massieu encabezará uno de los contraataques, retomando la línea de trincheras en una carga a la bayoneta. Gravemente herido, se resistirá a la evacuación, y se defenderá del nuevo ataque republicano arrojando bombas de mano a los tanques.
Finalmente, será herido nuevamente de gravedad, pero permanecerá en su puesto has-ta que el ataque sea repelido. Aún cuando se lo lleven conservará fuerzas para dar vivas a España y a la Legión, en una acción que le reportará la Laureada de San Fernando individual, y la colectiva a su unidad, máxima condecoración del ejército franquista. Finalmente, la 8ª Bandera acudirá al atardecer en ayuda del puñado de exhaustos legionarios que aún defienden la posición (8).
En esta fase crítica de la batalla abundan los actos heroicos en ambos bandos. Líster recuerda el caso de “Talento”, un corpulento gallego del 4º Batallón de la 1ª Brigada Mixta, que rebasó a la carrera, con una pesada ametralladora al hombro, los tanques que encabezaban el ataque, emplazándola a escasos metros de las trincheras enemigas de la cota 610 y barriéndolas con su fuego. Como trofeo, al día siguiente llevó al puesto de mando de Líster un capote forrado de piel, la pren-da característica de los ofciales franquistas, arrebatado del cadáver de su dueño (Líster 2007: 189).
Las bajas en ambos bandos crecerán dramáticamente. Se tendrá que organizar una reunión entre los comisarios de la 11ª División para tratar de buscar medidas para paliar las bajas entre los oficiales y los comisarios de la unidad. El endurecimiento de los combates hará olvidar al Estado Mayor del coronel Mena su optimismo del día anterior. Se han efectuado avances, en algún caso de importancia, como la toma del Palacio de la Sisla, pero a un coste en sangre muy alto. El elevado número de piezas de artillería que Emperador ha conseguido poner en liza está resultando un gran obstáculo para la infantería republicana, que se ve obligada en la mayoría de los casos a cargar pendiente arriba prácticamente sin cobertura.
Y la tenaz resistencia de los franquistas en las posiciones clave ha convertido la lucha en una batalla de desgaste para la que los republicanos, con sus pre-carias líneas de comunicación, no están prepara-dos. Al terminar la jornada se emite una orden de operaciones desde el Estado Mayor de Mena en la que se reconoce no haber alcanzado los ambiciosos objetivos previstos en la orden previa. Se ponen también de manifiesto en dicho documento de manera implícita errores de comunicación y coordinación dentro de las propias unidades republicanas, muy probablemente fruto de los precarios sistemas telefónicos y de enlace que ya observó Lamas Arroyo en su llegada al frente.
Pese a que la orden insiste aún en la ofensiva, se observa una cierta tibieza en estas órde-nes, mientras que se pone acento en la necesidad de consolidar lo conquistado y emprender trabajos de fortificación. Es una manera velada de reconocer que el ímpetu inicial se está perdiendo, y que hay que pasar a la defensiva. En efecto, el día 12 remitirá la intensidad de la lucha. Aunque la orden de operaciones es muy clara en su sentido ofensivo, las tropas republicanas no se mueven de sus posiciones. Lamas Arroyo habla de la actitud insubordinada de Líster, quien ignora a voluntad las órdenes superiores,
(Lamas 1972: 347 -348) pero el origen del problema está en la escasez de municiones. Ante una opera-ción de recticación de líneas emprendida por los franquistas esa misma tarde, las tropas sólo po-dían permitirse actuar a la defensiva, como pone de manifesto el informe al Comisariado de Santia-go Álvarez.
En el campo franquista, la relativa calma será también aprovechada para reparar las quebrantadas defensas. Proseguirá asimismo el relevo de las unidades más castigadas, caso del Batallón de Tiradores de Ifni, que en los asaltos republicanos al Laderón Pozuela en los días 9 y 10 sufriría gran cantidad de bajas y aún así lograría la captura de un T-26. El 12 de mayo inalmente los Tiradores serán sustituidos por el 5º Tabor de Regulares de Larache.
Su comportamiento en el Sur del Tajo sería motivo de la propuesta para la Medalla Mili-tar colectiva. La agotada 6ª Bandera del Tercio será también relevada, en este caso por el 2ª Ta-bor de Larache. Además, se reforzará la línea con la 10ª Bandera de la Legión (Martínez 1981: 102).
El día 13, pese al estancamiento de los combates, el coronel Mena insistirá aún en una orden en ocupar el vértice Pozuela y el espolón al oeste del Palacio de la Sisla. El peso de la proyec-tada ofensiva recaería sobre la 11ª División, pero sus fuerzas no se llegan a mover. La aviación fran-quista hostigará la línea republicana ese día y el 14, pero no se emprenderán más operaciones de cala-do, salvo tiroteos esporádicos y algún fuego arti-llero y de morteros. La batalla, tras una semana de lucha, podía darse por finalizada.
Fuente: http://www.academia.edu/1423981/Arqueolog%C3%ADa_de_la_Guerra_Civil_en_Toledo._El_frente_Sur_del_Tajo_y_el_cigarral_de_Menores_un_escenario_de_guerra
Revista Cultura y Ocio
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