Revista Cultura y Ocio
Los hay que jamás podrán tocarse. A no ser que el Mundo se vaya al carajo, que como vamos, no me extrañaría. Los hay que jamás podrán tocarse, aunque se amen. Y los habrá que jamás podrán tocarse, porque se odien. El Mundo está lleno de personas que jamás se tocarán por una razón u otra. Ese es el Sino de muchos. Otros, tal vez se toquen cuando sean polvo, pues en polvo nos convertiremos tal como de (él) procedemos. Vi la estampa que luce en el post y no pude de dejar de pensar en los que jamás se tocarán. Esta es una época apropiada para esos tétricos pensamientos. Pero no hay lugar para desencantos en donde no prime la desesperanza. Y es peor, si quieren, para que aquellos que aunque se tocan no se sienten. También pensé, como no, en los Intocables de Elliot Ness. En Sean Connery cuando lo acribillan a balazos. Me pareció mejor hablar de otros intocables, de esos que lucen de Armani o Prada, por poner. Y cuando vi bien la estampa, me di cuenta de que todos nos tocamos al final si estamos predestinados para ello. Esto es, que si hemos nacido para ello. La predestinación es curiosa, pues viene a decir que hagas lo que hagas ya has nacido para ser un pecador o un bienaventurado, y eso no va a cambiar así te maten. Pero creo, sinceramente, que a todos nos toca alguna vez la mala suerte. La buena no se aprecia hasta que se pierde.