Revista Opinión
Ellos son los invisibles, en Tarragona los quieren expulsar de la ciudad, a los miembros del Partido Popular les hace daño en los ojos tomar caña en una terraza y verles deambular por la calle o pidiendo limosna. A otros de los guardianes de las buenas costumbres y la estética no toleran que al entrar o salir de un supermercado que les pidan limosna o algo para comer. Tampoco quieren que se abran los comedores escolares para no visibilizar pobreza infantil. Los escraches de las personas desahuciadas los consideran terrorismo, les molesta que los desahuciados se hagan ver, que les digan a la cara que son cómplices de delincuentes de traje y corbata. Los afectados por los criminales recortes en la Ley de la Dependencia cuando salen a la calle a reclamar sus derechos, los miembros del Partido Popular lo consideran una provocación, no toleran que se diga que están matando a personas con sus leyes y sus recortes, pero…
Les resulta indiferente que las calles de Madrid y otras ciudades estén llenas de gente durmiendo en la calle, de gentes a la que les han robado la casa, de gentes que pasan hambre, no quieren hacer visible la pobreza infantil, que los niños no coman para ellos es secundario; a los exiliados altamente preparados, posiblemente más que el nuevo rey, les llaman movilidad exterior, los tres millones de parados los ignoran, los maquillan con criminales mentiras, para ellos toda esa gente que lo pasa mal son invisibles, pero…
Para el ayuntamiento de Madrid los miles de personas que duermen en las calles no fueron invisibles el día de la coronación, incluso la policía ha actuado como “relaciones públicas de discoteca” repartiendo banderitas monárquicas para hacer bulto, si tenían presencia, al resto a quienes no consideraron que sirviesen para ese cometido, les apartaron del camino de las petunias blancas y las banderolas monárquicas del trayecto de la Gran Vía y aledaños, pero todos, absolutamente todos, terminado el recorrido, de nuevo, volvieron a ser invisibles, para los nuevos y para los antiguos reyes también.
Les resulta indiferente que las calles de Madrid y otras ciudades estén llenas de gente durmiendo en la calle, de gentes a la que les han robado la casa, de gentes que pasan hambre, no quieren hacer visible la pobreza infantil, que los niños no coman para ellos es secundario; a los exiliados altamente preparados, posiblemente más que el nuevo rey, les llaman movilidad exterior, los tres millones de parados los ignoran, los maquillan con criminales mentiras, para ellos toda esa gente que lo pasa mal son invisibles, pero…
Para el ayuntamiento de Madrid los miles de personas que duermen en las calles no fueron invisibles el día de la coronación, incluso la policía ha actuado como “relaciones públicas de discoteca” repartiendo banderitas monárquicas para hacer bulto, si tenían presencia, al resto a quienes no consideraron que sirviesen para ese cometido, les apartaron del camino de las petunias blancas y las banderolas monárquicas del trayecto de la Gran Vía y aledaños, pero todos, absolutamente todos, terminado el recorrido, de nuevo, volvieron a ser invisibles, para los nuevos y para los antiguos reyes también.
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