Hoy vamos a hablar de la calidad del aire que respiramos y de cómo nos afecta.
Contrariamente a lo que los términos “positivo” y “negativo” pudieran hacernos pensar, un aire cargado de iones positivos crea una atmósfera asfixiante. En cambio, la presencia de iones negativos en el aire despeja la mente, levanta el ánimo y produce una sensación de alivio y bienestar, tanto físico como psicológico.
El aire siempre tiene un determinada concentración de iones, una carga electrostática muy pequeña, pero muy importante para la nuestra vida. El equilibrio de esta carga puede romperse bien a causa de fenómenos atmosféricos naturales o por los efectos del uso de aparatos eléctricos en nuestra casa o centro de trabajo.
Si viviéramos en la montaña o junto a una catarata no necesitaríamos tocar este tema, porque aquí se da una ionización negativa natural. Pero la realidad es que casi todos nosotros vivimos en medios urbanos, en donde el aire viciado de las ciudades, los aparatos de aire acondicionado y calefacción, el polvo, las fibras sintéticas y los mencionados aparatos eléctricos, televisores, ordenadores, etc que nos rodean destruyen los iones negativos del aire y hacen proliferar los iones positivos.
La ionización del aire afecta directamente a nuestro organismo en diferentes niveles:
Sistema Respiratorio:
Cuando la atmósfera está cargada de iones negativos las mucosas de la tráquea y los bronquios son capaces de eliminar las sustancias nocivas del aire (polvo, polen, humo de tabaco).
Cuando la carga de iones es positiva, esta capacidad se altera y desaparece, apareciendo así alergias, asma, bronquitis o simplemente sequedad en la garganta.
Sistema Nervioso:
El exceso de iones positivos produce un aumento de la serotonina que a su vez puede provocar estrés, hiperactividad, agotamiento, insomnio, ansiedad e incluso depresión.
Sistema Circulatorio:
El citado aumento de serotonina hace que los vasos sanguíneos se contraigan y circule menos sangre a través de ellos.
Piel:
Los iones negativos mejoran la epidermis oxigenándola y por lo tanto, ayudan en alteraciones cutáneas como el acné, la psoriasis, urticarias y quemaduras.
Los efectos adversos de los iones positivos entre los cuales nos movemos pueden ser evitados gracias al uso de ionizadores de aire en nuestro hogar o centro de trabajo, que nos ayudarán a mejorar nuestra capacidad de concentración, recuperarnos de lesiones, reducir las infecciones bacterianas y lograr una sensación de bienestar general.
Y siempre que podamos debemos utilizar la naturaleza como terapia y fuente permanente de iones negativos, frecuentando el aire libre, los ríos, bosques y playas.
Nos vamos de excursión, te apuntas?