Revista Opinión

Los italianos han votado mal

Publicado el 22 mayo 2018 por Carlosgu82

Dicen los mentideros tradicionales que en las Cortes Europeas, y en otros cortijos de similar calaña, están que echan chispas con el giro que ha dado estos días la política italiana, tras el pacto entre los dos partidos euroescépticos: la Liga Norte, por la derecha; y el Movimiento 5 Estrellas, por la izquierda.

Y es que, dicen, los italianos, una vez más, han votado mal.

Y han votado mal, porque han seguido los dictados de su conciencia, o lo que ellos pensaban que más les convenía a sí mismos, y a su país. Esto es: expulsión de ilegales; conservación de su soberanía, a pesar de seguir en la UE; acercamiento a Rusia, renta básica para sus nacionales…

Pero en estos tiempos que corren, de desintegración de naciones, tradiciones e individualidades en el grumoso caldo del multiculturalismo —que más se parece a aculturación, que a sincretismo cultural—; la osada decisión de los italianos ha caído como un jarro de agua fría para esas élites que nos gobiernan, cada vez más sin tener en cuenta nuestras verdaderas necesidades y deseos.
Desde Bruselas, venga insistir en la entrega de soberanías nacionales a entes supranacionales, en acogida de imposibles cupos de inmigración, en austeridades y recortes que sólo traen pobreza a quienes los sufren. Y van los transalpinos, y deciden preocuparse por sí mismos. Y prefieren el pacto entre dos partidos, en principio bastante diferentes, a seguir los dictados de Mamma Europa.

Porca miseria!

Acto seguido, llegan las terribles amenazas de catástrofes bíblicas: que si los mercados os van a castigar vía encarecimiento de la deuda, que si esto traerá la ruina al país, que si colea el riesgo de una intervención europea, volviendo a colocar al frente otro gobierno de tecnócratas, más del gusto de las élites que mueven los hilos, y toda esa retahíla de veladas coacciones con que acostumbran a anestesiar al populacho.

Esta suerte de lamentaciones nos suena demasiado a lo sucedido cuando la votación del Brexit en el Reino Unido, o la victoria de Donald Trump en USA, por ejemplo. Cuando los ciudadanos del país que sea no votan lo que quiere la élite mundialista, es que no saben lo que hacen, no están bien informados, se dejan llevar por impulsos primarios, han sido engañados, manipulados; y ellos tienen que intervenir, paralizando u obstaculizando procesos o gobiernos, disque por “nuestro bien”.

Y yo me pregunto: ¿Cuándo comenzó de verdad este divorcio entre lo que opinan los ciudadanos y lo que quieren los políticos? ¿Desde cuándo eligen ellos por nosotros lo que está bien, y no podemos elegir libremente nosotros a quienes nos representan, basándonos en nuestras convicciones? ¿Por qué unos pocos creen que sólo ellos tienen el monopolio de la Verdad? ¿Vivimos entonces en una especie de dictadura disfrazada de democracia?

Como os decía al principio, los italianos han votado mal, y todos a una se lo están haciendo entender. Se pide desde todos los foros mediáticos aceptados que se les aumente el precio de la deuda. Esto es, que llegue la ruina a Italia. Pero no llegará entonces por el extraño gobierno de coalición, como querían hacer creer a los incautos votantes, sino porque así lo desean los que quieren gobernarnos sin contar con nosotros.

Demostrado queda: no tenemos poder de decisión. Es una ilusión vana que queremos conservar, pero no es real. Si votamos lo que quieren los de arriba, genial; si no, nos castigarán, ahogándonos hasta que votemos “lo correcto”.
¡Cruel dilema el de nuestro tiempo!


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