Revista Libros
Escritor: Amin Maalouf
Mesopotamia, años 216 a 274, son los tiempos del pensador persa Mani, el fundador del maniqueísmo y Ctesifonte la cuna de este movimiento. Años en que el mundo estaba enfrentado fundamentalmente por dos potencias: en Occidente, el Imperio Romano, víctima de la inestabilidad, y es que se dice que en vida de Mani, en Roma, más de 20 césares pasaron por el poder ; y luego en Oriente, el Imperio de los persas sasánidas, seguidores de Zoroastro (Zaratustra).No es muy conocido el nombre y la figura de Mani, pero sin embargo, sí es conocida y como una palabra de uso habitual el adjetivo peyorativo “maniqueo”.
Amin Maalouf, en este libro trata de reconstruir la figura de Mani, con una interpretación de lo que debió ser y del por qué los siglos venidores, de alguna forma estuvieron de acuerdo, en destruirlo, desfigurando su obra, y destruyéndola.
Mani fue un persa que se desvinculó de toda religión y se vinculó, a la vez, a toda religión. Estuvo cerca de reyes, y también recorrió caminos, atrayendo seguidores, sin derrocar templos para instalar otros, pues se dice que para Mani, en la creencia había que buscar la esencia misma, y desechar lo que se aleja.
A modo de síntesis, lo explica así: “En el comienzo del universo existían dos mundos separados: el mundo de la Luz y el mundo de las Tinieblas. En los Jardines de Luz se encontraban todas las cosas deseables; en las Tinieblas residía el deseo, un intenso deseo, imperioso, rugiente. Hubo un choque tremendo y las partículas de Luz se mezclaron entonces con las Tinieblas de mil formas diferentes, y fue así como aparecieron todas las criaturas, los cuerpos celestes, las aguas, la naturaleza y el hombre. En todas los seres y todas las cosas se entremezclan Luz y Tinieblas. Puesto que en el hombre también están mezclados la Luz y las Tinieblas, es la trampa que la Luz tiende a las Tinieblas, y es así cómo se ha encomendado al hombre la tarea de dominar la creación y de preservarla. La luz que hay en nosotros se nutre de belleza y de conociemiento. Nuestros sentidos son destiladores de Luz. Por eso al comernos un dátil por ejemplo, la pulpa nutre nuestro cuerpo, pero el sabor, el perfume y el color alimentan nuestro espíritu”.
Nos dice el escritor que Mani ha pasado a ser considerado el verdadero fundador de la pintura oriental, y nos cuenta también, que su libro sagrado fue un libro llamado “La Imagen”, en el que quedaba reflejado sus creencias, mediante pinturas, sin utilizar palabras, “más allá de las barreras del lenguaje”
Sólo una pega: he echado mucho, mucho de menos, una explicación sobre los estudios que le han llevado a esta composición. Cuáles son las partes fijas entorno a las cuales se ha construido el resto.