Se ha escrito mucho sobre los judíos y su persecución en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, pero poco se sabe sobre lo que paso con ellos en el Lejano Oriente. En especial en el Imperio del Japón y sus territorios conquistados.
Shanghái tuvo la mayor comunidad judía, con unos 30.000 viviendo en la ciudad y sus alrededores, pero también vivían en pequeñas comunidades en Filipinas, las Indias orientales y en China. Los que vivían en la Indochina francesa, tras la ocupación alemana de Francia, estaban sujetos a las leyes antijudías que se proclamaron en la zona no ocupada, conocida como Francia de Vichy. Entre las leyes se encontraba la imposibilidad de poder ostentar cargos públicos.
Incluso los judíos de Indochina sufrieron pocos malos tratos en comparación con la persecución y extermino que sufrieron en Europa en el mismo periodo. Las fuerzas japonesas encarcelaron o castigaron a un número muy limitado de judíos por su condición.
En un principio el punto de vista de los japoneses respecto a los judíos, no es desde la perspectiva racial, como sucedía en Alemania. Era más bien una cuestión de nacionalismo y de miedo a las conspiraciones extranjeras. Tras la firma del tratado tripartito de 1940, fue cuando el antisemitismo empezó a crecer entre las clases dominantes de Japón.
Al comienzo de la guerra en el teatro del Pacífico, los socios alemanes presionaron a Tokio a tomar acciones con respecto a la comunidad judía, en especial la de Shanghái, que era la más numerosa de Asia y en donde había un importante número de alemanes a los que Hitler les había retirado la nacionalidad alemana.
En 1942, Alfred Rosemberg, Ministro de los Territorios Ocupados del Este, envió a la embajada de Japón en Berlín una petición al gobierno japonés en el que insistía en la petición de que tomara acciones en los territorios ocupados por Japón. Cuando en Wannsee las autoridades nazis acordaron las acciones a tomar para solucionar “el asunto judío”, el gobierno de Tokio no las hizo suyas y la política judía en Asia siguió más o menos tolerante.
Aunque la política japonesa con los judíos se hizo pública en 1942, los judíos tan solo eran tratados como extranjeros, con las consabidas reticencias en un estado tan hermético como el japonés. De este modo los judíos que poseyeran una nacionalidad serían tratados como ciudadanos del país al que pertenecían. Las únicas distinciones basadas en la cultura y la raza se tuvieron en consideración con los apátridas, que quedaban bajo una estricta vigilancia y con sus movimientos muy restringidos.
Los judíos que eran considerados útiles para Japón debido a su influencia política o económica, fueron tratados como antes de la guerra. Incluso mejoraron.
Uno de los principales problemas a los que se enfrentaron los judíos fue la escasez de alimentos y productos de primera necesidad y de dinero, por lo que el gobierno japonés permitió el trabajo de las organizaciones de socorro judío. Los que residían en Shanghái además se vieron afectados por las constantes luchas entre China y Japón que venían desde 1937.
En 1945, murieron 30 judíos y sufrieron heridas unos 300 tras los bombardeos que sufrió Shanghái. Tras los bombardeos, las autoridades japonesas permitieron a los sobrevivientes trasladarse a otras ciudades.
Acabada la guerra, Tokio comenzó una campaña para desligarse de su socio alemán, destacando claramente la diferencia de tratamiento a los judíos entre Japón y los nazis. Con esto también pretendían aumentar la influencia japonesa con los judíos en todo el mundo.
Para saber más:
Polish-Japanese Secret Cooperation During World War II: Sugihara Chiune and Polish Intelligence, de Ewa Palasz-Rutkowska
Jewish Virtual Library
Forward
War History Online
Jewish Community of Japan
Jerusalem Center of Public Affairs