Mientras que los casos se pierden en el túnel del tiempo, los jueces siguen jugando a conseguir poder, quedando aquello de impartir justicia en un segundo lugar, contaminados por el politiqueo de unos contra otros, eso sí, con la casa sin barrer y ante la constante sorpresa de los ciudadanos.
El CGPJ, gobierno de los jueces, ha vuelto a votar y ha vuelto a hacerlo en falso. El presidente del Tribunal Supremo, De la Rúa, el amiguísimo del imputado president Camps, no ha encontrado sustituto. Lo que viene de perlas al Partido Popular de la Comunidad Valenciana, que ve que su juez amantísimo, sigue, de forma provisional, al frente de la justicia en esa comunidad.
Ahora hay que empezar el proceso de nuevo, por tercera vez, por lo menos hasta final de año no podrá haber otra votación. El PP consigue bloquear la votación porque les interesa mantener a De la Rúa al frente del mismo, aunque sea de forma transitoria. Hay que parar el caso Gürtel como sea. Y recuerden que ya lo paró una vez, para vergüenza de todos, menos para el amigo y sus compinches, que saltaron alborozados viendo como por encima de la justicia contaba el “cariño verdadero”. Un balón de oxígeno para los peperos que saben que es definitivo para ellos, tener a De la Rúa en la cúspide judicial valenciana, durante la tramitación del Gürtelazo valenciano.
Tampoco se han podido elegir los presidentes del Supremo de Catalunya y Andalucía. A pesar de que se ha votado, ninguno de los candidatos ha obtenido el mínimo exigido de votos, por el enfrentamiento entre los dos partidos.
En fin, de nuevo se demuestra que los jueces actúan con color político y que lo de impartir justicia les importa un pito. Ellos imparten poder, el que les da su ideología, la ideología que les ha llevado a conseguir esos magníficos despachos, de forma indefinida, mientras los casos duermen el sueño de los justos, sin que nadie tenga interés en desatascar las tuberías de la Justicia.
Se está instalando la interinidad en nuestro sistema judicial. Es cada vez más difícil elegir los componentes de los entes judiciales de la cúspide. Pero en vez de tratar de encontrar otra vía que posibilite una mejora en la justicia, nuestros queridos dos partidos principales se tiran los togas de los jueces a la cabeza para mantener sus poltronas y poder conseguir dominar ese tercer poder, del que con la boca pequeña se dice que tiene que ser independiente.
Salud y República