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Los Juegos del Hambre: en Llamas

Publicado el 27 noviembre 2013 por Diezmartinez
Los Juegos del Hambre: en Llamas
Primero lo obvio: Los Juegos del Hambre: en Llamas (The Hunger Games: Catching Fire, EU, 2013), es una secuela más lograda que la cinta inicial de la saga, Los Juegos del Hambre (Ross, 2012). Aunque, para ser francos, no se necesitaba de mucho para hacer algo mejor que la blandísima primera película de la tetralogía en marcha.Mejores actores, mejor dirigidos, con mejores escenas de acción. Todo esto puede presumir Los Juegos del Hambre 2. Nada realmente sorprendente, pero se agradece el resultado de todas formas. Lo que sí no esperaba era que, hacia el desenlace, terminara genuinamente interesado -¡al fin!- en la protagonista, la confundida sobreviviente Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) convertida, en la última imagen del filme, en una fiera guerrera dispuesta a liderar la naciente revolución en contra del régimen fascista que gobierna en la distópica sociedad futura de Panem y sus 12 –perdón: 13- distritos.La secuela inicia poco tiempo después de haber finalizado el primer filme. Como se recordará, al malévolo Presidente Snow (Donald Sutherland) no le hizo gracia el desafío final de Katniss y su (dizque) enamorado Peeta (Josh Hutcherson) con el que los dos –y no solo uno de ellos- se convirtieron en los triunfadores de los 74tos. Juegos del Hambre. Temiendo que Katniss inyecte de esperanza a la oprimida población de Panem, Snow y su nuevo director televisivo de los juegos, Plutarch Heavensbee (Philip Seymour Hoffman), idean una forma de acabar con esa heroína en ciernes: desprestigiándola. ¿Qué tal si se organizan otros juegos, los número 75, con una selección de los ganadores de los 12 distritos? ¿Y qué tal si vemos a la terca y decente Katniss finalmente asesinar a sangre fría, complotar, engañar, con tal de salvar el pellejo?Francis Lawrence dirige con solvencia las extensas secuencias de acción –sin mucha sangre, ya se sabe, pues hay que cuidar la clasificación PG13-, pero lo mejor está en los detalles del guion escrito por los oscareados Simon Beaufoy y Michael Arndt, que nos permite ver a los mismos personajes bajo otra perspectiva, facilitándole el trabajo a sus actores, como los rasgos de humanidad que demuestra la irritante publirrelacionista Effie Trinket (Elizabeth Banks) o la noble heroicidad del bueno-para-nada Peeta.Sin embargo, la película le pertenece a Jennifer Lawrence y, por lo menos desde su primer filme importante, Invierno Profundo (Granik, 2010), creo que la (injustamente) ganadora del Oscar  2013 merece, por fin, todos los elogios que se le han dedicado. En esta ocasión, Lawrence tiene la oportunidad de darle suficientes matices a su personaje: la temerosa heroína a la fuerza que no sabe qué hacer, la jovencita de mirada sardónica que cuelga la armadura de un guardia frente a los poderosos de Panem, el hilarante rostro desencajado cuando cierta rival/aliada (reaparecida Jena Malone) se desnuda frente a ella en el elevador y, por supuesto, la imagen final, en la que la confusión deja el paso a la ira y la determinación. Ha nacido una lideresa implacable.Un último apunte: como recordará, el diseño de producción y de vestuario nos presenta a Panem como una sociedad futura que parece mezcla del Imperio Romano más decadente –de El Satiricón(1969) fellinesco, por ejemplo-, con las pelucas y modales de la Francia de Luis XVI y la cultura del espectáculo contemporánea, con todo y su conductor apenas paródico (desatado Stanley Tucci). En medio de todos los excesos, hay un momento clave en el que Miss Lawrence aparece, junto al tal Peeta, imperturbable, imperiosa, desfilando en una cuadriga. En ese momento pude ver a Miss Lawrence en el papel perfecto para su pose, su maquillaje, su mirada: el de Cleopatra, el proyecto que, se supone, será estelarizado por Angelina Jolie y dirigido por Ang Lee.Mensaje urgente a los productores y a Mr. Lee: la señora de Pitt ya está vieja para ese personaje. Quien da el tipo es Jennifer Lawrence. Sería una formidable Reina de Egipto. 

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