
Katniss y Peeta vuelven a casa tras salir victoriosos de los juegos sabiendo que algo en ellos ha cambiado. Sus vidas ya no les pertenecen. Entonces, durante la gira que deben hacer por los diferentes distritos, comprenden que algo a cambiado también en el resto. Se está gestando una revolución que ellos han desencadenado y que, por supuesto, les ocultan.
Al llegar los 75 Juegos del Hambre, el Presidente Snow anuncia el Vasallaje de los Veinticinco, una celebración especial de los Juegos del Hambre en el que los Tributos serán escogidos de la lista de vencedores de años anteriores, una batalla que tendrá consecuencias sorprendentes para todos.
Tenemos ante nosotros una trama principal que aumenta en complejidad a medida que avanza la película. En esta parte son visibles las consecuencias de las acciones que tuvieron lugar en la anterior, a la par que surgen nuevos conflictos con la finalidad de que no perdamos el interés ni pueda parecernos una copia de su antecesora. Las demás subtramas siguen su progresión natural manteniendo su estatus, sin ensombrecer lo verdaderamente importante.
Esta película vuelve a afrontar con atino los temas que se trataron en la primera entrega, aunque ciertos matices han tenido una evolución natural. Katniss ya no sólo representa la esperanza de un pueblo sino que se postula como una verdadera líder a la que vemos actuar en consecuencia contra la brutalidad de los dirigentes hacia los ciudadanos. Se consolida así como la heroína que se enfrenta a los problemas reales que acontecen a toda una nación, consiguiendo que se convierta en un icono incluso fuera de las pantallas.

A pesar del cambio de realizador, ya que de esta entrega se encarga Francis Lawrence, no se aprecian diferencias en la realización. Lawrence sigue la misma línea que siguiera Gary Ross, respetando las técnicas audiovisuales empleadas en la anterior para que la sensación de continuidad sea aún mayor y no puedan parecer películas de sagas diferentes. Es cierto que hay cambios casi imperceptibles, como unos movimientos de cámara más estables en los momentos de máxima tensión o la carencia de ciertos tipos de encuadres y efectos en algunas secuencias.
La banda sonora se encarga de nuevo de envolver esta historia con canciones que logran fundirse con cada situación.
Por su parte, Lawrence sigue brillando en esta nueva entrega, siendo el suyo el personaje sobre el que se sostiene toda la producción. Representa fielmente el cambio que se produce en Katiss y refleja sus emociones con total veracidad, consiguiendo que la simpatía que sentimos hacia ella vaya en aumento.
Peeta también ha evolucionado considerablemente de la mano de su interprete, Josh Hutcherson, quien continúa siendo una inmejorable pareja de baile para Lawrence.
También es apreciable el cambio que se está gestando en el Presidente Snow. Donald Sutherland está construyendo una creíble degradación de su personaje, al cuál sigue interpretando sin perder ni un ápice de su magia. Mientra que Woody Harrelson sigue demostrando que es un inmejorable secundario, adaptando su interpretación a la importancia que su personaje, Haymitch Abernathy, va adquiriendo a lo largo de la producción.

Los Juegos del Hambre: En Llamas no se limita a ser la mera continuación de una historia, sino que por méritos propios se convierte en una película con alma propia que se encarga de abrir y cerrar tramas. Se trata de una de esas producciones capaz de crear nuevas sensaciones y emociones, de hacernos olvidar que pertenece a una saga para lucir de forma individual.
En Llamas se vuelve más cruda y más explícita en su discurso, lo que la hace incluso más atractiva que la primera parte.
Recordad que esta película no es más que una parte de un conjunto y como tal, debe verse después de la primera parte, de la cuál aquí os dejo la crítica: Los Juegos del Hambre.