“Bienvenidos a los septuagésimos sextos Juegos del Hambre”, así marca Finnick Odair (Sam Claflin) la estructura de la película, una fórmula que regresa al argumento de las dos primeras cintas de la saga: la estancia en el entorno gris del distrito, en este caso el 13 en vez del 12, hasta el momento de la lucha en el Capitolio rompiendo las reglas del juego.
Sinsajo Parte 2 recupera un ritmo que su primera parte había perdido, una división de la trama que aburrió en la anterior película a los que no habían leído los libros y no querían exprimir el jugo de toda la carga emocional que se pedía a la adaptación, y que ha conseguido mantener los dilemas personales en esta segunda parte mezclándolos con un mayor nivel de acción necesario para despedir a la historia.
Una adaptación casi perfectamente fiel a su libro, con unos espacios reconocibles en la imaginación y que, como en las anteriores cintas de la saga, ha preferido aprovechar los detalles sobre el papel en lugar de explicarse con subtramas irrelevantes. A la hora de llevarla a la pantalla solamente se puede echar de menos un mayor conocimiento del interesantísimo personaje de Johanna Mason, en el que se podría entender una crueldad más explícita y directa del presidente Snow.
Por su parte, Jennifer Lawrence capta de nuevo a la perfección a Katniss, un personaje al que se ha criticado constantemente por ser una llorica y no decidirse nunca, pero los más críticos parecen olvidar que sus actos son los de una adolescente de 17 años endurecida por sus responsabilidades involuntarias en una guerra. Y es precisamente la guerra la clave del final de la saga, que se sale de la crítica social para introducirse en la bélica, en la equiparación de bandos, en su crueldad y su inocencia.
Entre el género distópico adolescente Los Juegos del Hambre siguen liderando con esta película, que para ser un blockbuster para jóvenes se atreve a salirse de una línea meramente comercial y hace una función social y una profundización en la psicología de su protagonista sin tener que recurrir a recursos narrativos cargantes, gracias a la impecable interpretación de Lawrence, con la que se podría resumir la clave del éxito de la adaptación completa de la saga.
La historia de amor pierde fuerza frente a asuntos más importantes, no se hablará ya de un “Team Peeta contra Team Gale”, se hablará de Katniss contra Snow y contra lo establecido por los distintos poderes y de los dos chicos que la acompañan mientras luchan contra sus propios fantasmas.
No es la adaptación perfecta, ni la mejor crítica a la guerra, ni tiene los efectos más impresionantes de la gran pantalla, ni los personajes más complejos, pero es una película adolescente que no solo entretiene sino que pide pensar fuera de la sala de cine, y eso ya es más que lo que se puede decir del resto de su género.
Un final satisfactorio para una historia que, a pesar de sus altibajos en pantalla, se ha mantenido completamente fiel a su esencia y que ha dado una verdadera fuerza y poder a una heroína femenina salida de la imaginación de una mujer.
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