Revista Cultura y Ocio

“Los justamente vencidos; los injustamente vencedores”

Publicado el 27 agosto 2013 por Joaquín Armada @Hipoenlacuerda

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Lo único que importaba saber de un hombre, una mujer, un libro, una empresa, una propuesta, era si era de ‘derechas’ o de ‘izquierdas’, y la reacción era automática”. Por desgracia, la frase es tan actual que Javier Marías podría haberla escrito, conjugada en presente, en uno de sus artículos dominicales. Pero el autor, su padre Julián, la escribió a principios de los años ochenta, recordando cómo era la España republicana en los años previos a esa guerra civil que lo cambió todo y dejó una herida abierta durante décadas que aún no ha terminado de cicatrizar.

Julián Marías tenía 22 años cuando estalló la guerra y, como los jóvenes intelectuales de aquella edad de Plata de nuestra cultura, un futuro ilimitado. Entonces, el 18 de julio de 1936 la mitad del Ejército – encabezados por Mola, Franco y los generales africanistas  – se sublevó contra la República. El golpe fracasó en la mitad de España. Triunfó en la otra. Ni unos ni otros tuvieron la fuerza para vencer en horas, menos aún en días. La guerra duró casi tres años; la dictadura de los vencedores, casi cuarenta. Tanto tiempo, que los vencedores contaron la guerra como inevitable, en una versión tan falsa como longeva.

No, la guerra no fue inevitable. Esa es la tesis principal de ‘La guerra civil. ¿Cómo pudo ocurrir?’, un ensayo tan breve como fundamental para entender el mayor desastre de nuestra historia. Sostiene Marías que aunque ni los más extremistas desearon la guerra sí llevaron a cabo una destrucción sistemática de la República durante años. “Lo grave – escribe Marías – es que ‘muchos españoles quisieron lo que resultó ser una guerra civil’. Quisieron: a) Dividir el país en dos bandos. b) Identificar al ‘otro’ con el mal. C) No tenerlo en cuenta, ni siquiera como peligro real, como adversario eficaz. d) Eliminarlo, ‘quitarlo de en medio’ (políticamente, físicamente si era necesario”.

La política “eclipsó toda otra consideración” mientras se negaban las reglas básicas de la democracia: “sólo se aceptaban sus resultados si eran favorables; unos y otros estuvieron dispuestos a enmendar por la fuerza la decisión de las urnas”. Políticos,  eclesiásticos, periodistas, empresarios, sindicalistas – y militares, añado yo – “se dedicaron ‘a jugar’ con las materias más graves, sin el menor sentido de la responsabilidad”. Para Marías, la politización y la frivolidad vinieron unidas a la pereza.

Pereza, una palabra que nunca había asociado a nuestra guerra civil, pero que Julián Marías considera decisiva para explicar la guerra. “Pereza, sobre todo, para pensar (…) para imaginar a los demás, ponerse en su punto de vista, comprender su parte de razón o sus temores (…) Era más fácil la magia, las soluciones verbales, que dispensan de pensar y actuar. En vez de pensar, ‘echar por la calle de en medio’. Es decir, o los cuarteles o la revolución proletaria, todo ello según su receta. En otras palabras, las vacaciones de la inteligencia y el esfuerzo”.

Quizá ‘cuanto peor, mejor’, la consigna acuñada por los enemigos de la República nada más comenzar ésta, sea la mejor síntesis de la nefasta unión de politización, frivolidad y pereza. Cuando la guerra estalló la violencia se extendió por un frente difuso y móvil, que pronto dominaron los militares sublevados apoyados por la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, y por ambas retaguardias, donde se asesinaba a la gente sólo por pensar. “La consecuencia inevitable fue el envilecimiento. Nadie quería quedarse corto, ser menos que los demás en la adulación de los que mandaban o la execración de los adversarios (…) El que se atrevía a ‘resistir a la guerra’ era el enemigo de todos, contra el cual todo estaba permitido”.

Con la victoria de Franco no llegó la paz, sino los campos de concentración, las ejecuciones sumarias, los trabajos forzados, la dictadura de los “injustamente vencedores”; la represión y el exilio de los “justamente vencidos”. Hace tres años escribí en este blog que entonces tenía otra casa, otro nombre, esta entrada con siete libros para comprender la guerra civil, cifra tan arbitraria como infinita es la bibliografía sobre la contienda. Faltaban entonces, claro, muchos libros, pero cuando la escribí Javier Jiménez, el editor de Fórcola, no había rescatado este ensayo tan breve como brillante de Julián Marías, la mejor introducción que he leído para intentar comprender nuestro mayor desastre.

 ‘La guerra civil. ¿Cómo pudo ocurrir?’. Julián Marías. Editorial Fórcola. Madrid, 2012. 84 páginas, 10,5 euros.


“Los justamente vencidos; los injustamente vencedores”


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