Revista Opinión

Los kurdos: el nuevo gran actor de Oriente Próximo

Publicado el 01 octubre 2014 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

En 2011, el mundo árabe inició un proceso sociopolítico que marcaría un antes y un después en la configuración de Oriente Próximo. La llamada Primavera Árabe ha obligado a un replanteamiento total de la situación geopolítica del área. Las reclamaciones sociales y las manifestaciones masivas han conseguido derribar a los antiguos regímenes o iniciar procesos aperturistas en algunos países, pero en otros, como el caso de Siria e Irak, han abierto una brecha en la seguridad regional que ha atraído la mirada de la comunidad internacional.

La prolongación de la guerra civil en Siria y la política sectaria de al Maliki blindando a su gobierno chií en Bagdad agravó la crisis con los suníes hasta producir el reciente auge del Estado Islámico. 

ARTÍCULO RELACIONADO: Estado Islámico, el nuevo enemigo (Juan Pérez Ventura, Agosto 2014)

El nuevo califato cosechó grandes éxitos tras la captura de Raqqa y Mosul, demostrando la incapacidad de los ejércitos nacionales sirios o iraquíes de detener el avance yihadista.

La sorpresa llegó hasta la Casa Blanca, donde Obama tres años antes anunciaba que dejaba “un país soberano, estable y autosuficiente” tras la retirada de las tropas en Irak. El Estado Islámico era un nuevo actor inesperado y con ambiciones de expansión. 

Los suníes yihadistas no serían los únicos que aprovecharían la desconfiguración de Oriente Próximo para convertirse en una fuerza clave de la región. El vacío de poder ha dotado al pueblo kurdo de un protagonismo nunca antes visto y se ha convertido en el aparente antagonista del Estado Islámico. Esto ha hecho que sus fuerzas militares, anteayer terroristas a los ojos de Occidente, se hayan transformado en la única muralla eficiente contra el avance del califato.

¿Quiénes son los kurdos?

El término kurdo parece que en su origen estaba vinculado a una clase social, no a una definición étnica. Con ella se definía a los pastores nómadas de las zonas montañosas de Anatolia y sus llanuras circundantes. Con el paso del tiempo, la palabra se acabó asociando a una etnia en concreto de entre todas las tribus nómadas que habitaban el lugar.

A día de hoy, son considerados la minoría del mundo más grande sin una nación propia. Sus cerca de 40 millones de miembros están distribuidos entre Irak, Siria, Irán y principalmente Turquía, contando también con núcleos en Europa (Alemania sobre todo), Estados Unidos y otros países de Oriente Próximo cercanos como el Líbano.

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Su identidad étnica se basa en una cultura común cuyo pilar es el idioma. El kurdo es una lengua antigua de origen indoiranio dividida en dos dialectos, el kurmanji, hablado principalmente en la zona norte del Kurdistán, y el surani, en la parte sur.

El término de Kurdistán se aplicaba ya en la época de los Selyúcidas durante el siglo XII. Incluía las zonas al norte del río Araxes (Armenia), al oeste la región de Sivas y Erzerum (Turquía), al sur Marash (Siria) y al este las llanuras de Nínive (Irak). Esta región estaría disputada a lo largo de la historia por los grandes imperios orientales, quienes usarían a los kurdos como tropas esenciales en sus ejércitos.

El separatismo kurdo no cogería fuerza hasta el siglo XX, cuando países como Turquía, Siria o Irak recurrieron a elementos panarabistas o nacionalistas para consolidarse tras las guerras mundiales. La minoría empezó a sentirse amenaza por las ideas centralistas de los nuevos gobiernos. Los kurdos vivían dentro de unos estados que los consideraban ciudadanos de segunda clase, sin posibilidad de ascender socialmente y totalmente marginados de la política. Las rebeliones tribales se sucedieron una tras otra recibiendo como única respuesta una represión total. Las intenciones de arabizar las regiones kurdas prohibiendo cualquier aspecto de su cultura sólo sirvieron para fomentar el odio mutuo entre la etnia y los gobiernos centrales. Tras la Segunda Guerra Mundial, el Kurdistán vivió toda clase de matanzas y desplazamientos masivos de población. En 1948, un periodista turco visitó la región tras las continuas campañas de castigo del ejército:

“Fui a Tunc Eli, la vieja Dersim. El lugar estaba desolado. Los recaudadores de impuestos y la policía son los únicos agentes del estado que esta gente ha visto alguna vez. No hay escuelas, no hay doctores. La gente no sabe ni siquiera lo que significa la palabra “medicina”. Si tú les hablas del gobierno, ellos inmediatamente lo traducen como recaudadores de impuestos o policías. No le hemos dado nada a la gente de Dersim, sólo le hemos quitado. No tenemos derecho para seguir tratándolos así”

Uno de los primeros grandes logros de los kurdos fue el nacimiento de la República de Mahabad, o República del Kurdistán, el 15 de diciembre de 1945. El avance soviético durante la Segunda Guerra Mundial llevó a los rusos a ocupar el norte de Irán, interés geoestratégico esencial frente al antiguo Imperio Británico. Los oficiales de la URSS se apoyaron en los kurdos para crear una guerrilla local que consiguió hacerse con el control de la provincia de Azerbaiyán Occidental y proclamó el nacimiento de la nueva república. La presión occidental y un tratado que incluía concesiones petrolíferas para Rusia lograron la retirada de las fuerzas soviéticas. Los kurdos eran abandonados y su república caía en mayo de 1947 ante las tropas iraníes. Aunque muchos líderes kurdos que estuvieron involucrados lograron exiliarse a la Unión Soviética, el principal protagonista de la rebelión, Qazi Muhammad, moriría ahorcado en una ejecución sumaria.

Los ejércitos nacionales no fue el único problema de los partidos kurdos. Los jefes tribales del Kurdistán empezaron a ver amenazadas sus estructuras de poder ante el crecimiento de las ideologías marxistas. La fuerte influencia soviética marcó la línea política de estas organizaciones, una línea que contrastaba con la configuración tribal de la sociedad kurda de aquel entonces. Dispuestos a defender su posición como terratenientes los líderes tribales no dudaron en enfrentarse con las armas a estos nuevos actores. La violencia profundizó en toda una serie de luchas de poder y faccionalismos que boicotearon los objetivos comunes de la minoría, llegando a ser frecuente incluso las alianzas de kurdos con los gobiernos para combatir a fuerzas rivales.

Los kurdos empezaron a desarrollar su papel como arma de doble filo en la política regional. Mientras que Turquía se apoyaba en las guerrillas kurdas de Irak para conseguir inteligencia de las que tenía en su propia frontera o incluso coordinar ataques contra ellas, Irak, Siria e Irán hacían lo mismo con sus semejantes fomentando las tensiones limítrofes y el conflicto armado kurdo. Poco a poco la minoría se convertía en una herramienta decisiva en las guerras del Kurdistán. Estados Unidos se percataría de ello ya en la década de los noventa, cuando los convirtió en un aliado fundamental en las dos invasiones de Irak. 

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División del KRG entre el PUK (morado) y el KDP (azul) durante la guerra civil del Kurdistán (1994-1997)

La caída del régimen de Sadam Hussein marcaría un antes y un después para la minoría. Su alianza con Occidente en la guerra de 1990 y 2003 fue recompensada con la creación del Gobierno Regional del Kurdistán (KRG), un gobierno autonómico al norte de Irak, que aunque sigue vinculado a Bagdad ha permitido a los kurdos autogobernarse por primera vez en su historia dentro de un marco legal. El nuevo gobierno chií de Irak también reconoció a las fuerzas armadas kurdas, los peshmerga, como tropas oficiales del estado. El nacimiento del KRG motivó aún más las reclamaciones nacionalistas kurdas en los países vecinos, no sólo por el apoyo que aportaba logísticamente, sino también por el ejemplo que supuso.

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A lo largo de los noventa, mientras se gestaba el KRG en Irak con unas bases democráticas muy occidentales y orientadas por Estados Unidos, irrumpía en Turquía el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Este partido había nacido ya en 1978 bajo el liderazgo de su líder e ideólogo Abdullah Öcalan (en la imagen). Su brazo armado, las Fuerzas de Defensa Popular (HPG) pondrían en jaque a las tropas gubernamentales turcas mediante tácticas de guerrilla y atentados terroristas.

En Turquía, la situación de los kurdos no dejaba de ser de unos ciudadanos de segunda clase. Marginados de la política, la administración y el ejército, sufrieron toda clase de leyes discriminatorias como el Acta de Prohibición de Lenguajes de 1983, donde se ilegalizaba el uso de cualquier otra lengua que no fuese el turco en los espacios públicos. La respuesta armada del PKK a la represión de la cultura kurda alcanzó su clímax en la década de los noventa, cuando Turquía decidió reaccionar a los éxitos de la guerrilla con bombardeos masivos y una campaña militar de castigo que concluyó con la captura del mismo Öcalan.

El protagonismo kurdo se reavivaría de nuevo muy recientemente. Cuando en 2011 la Primavera Árabe llegó a Siria y desbarató el régimen de al Assad la minoría rápidamente aprovecharía para posicionarse en el norte del país y desarrollar su propio estado de facto. El gobierno de Damasco, saturado en su lucha contra los rebeldes yihadistas y el Ejército Libre Sirio, no pudo impedir que las guerrillas kurdas depusieran a la administración en las provincias e instauraran una propia. 

No obstante, sería con el surgimiento del Estado Islámico cuando los kurdos se situarían en los ojos de toda la comunidad internacional. Aunque en un principio las relaciones entre kurdos e integristas fueron cautelosas ambos grupos chocaron cuando el Estado Islámico desató su campaña en el norte de Irak. Tras la caída de Mosul ante la impasividad de las tropas iraquíes, docenas de aldeas de las llanuras de Nínive y del monte Sinjar fueron capturadas por los yihadistas. Miles de kurdos se vieron obligados a huir por el miedo a la represión del Estado Islámico. Cientos de yazidíes, kurdos de culto cristiano, quedaron asediados en el Sinjar, desatando una crisis humanitaria retransmitida por los medios de comunicación de todo el mundo.

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Miles de yazidíes huyen de las incursiones del Estado Islámico, adentrándose en el Gobierno Regional del Kurdistán y desatando una crisis de refugiados a principios del agosto pasado. Fuente: The Atlantic

Ante estos hechos las diversas facciones kurdas empezaron a colaborar para detener el avance del Estado Islámico. Norteamérica, Alemania y otros estados europeos empezaron a verlos como la única fuerza verdaderamente capaz de establecer un cierto eje de seguridad en el norte de Irak y Siria y autorizaron el envío de diversos paquetes de armamento ligero y pesado. A mediados de agosto, los peshmerga iniciaban una reconquista del terreno con ayuda de la aviación estadounidense. Este hecho provocó el recelo de Turquía y Bagdad, atemorizadas de que el independentismo kurdo pudiera acabar materializándose con el crecimiento de su respaldo internacional.

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Tropas kurdas observan el bombardeo de la aviación norteamericana sobre las posiciones de yihadistas antes de lanzar su contraofensiva. Fuente: The Atlantic

El Partido Democrático Kurdo (KDP)

Mustafa Barzani fundó el partido en 1936, quien destacó en la lucha por la República de Mahabad entre los años 1945-1947. Su hijo, Massoud Barzani heredó el liderazgo del grupo y mantuvo una lucha armada durante los años cincuenta, manteniéndose cercano a otras organizaciones como el Partido Comunista Iraquí.

Todo este discurso se amenizó en los años noventa con el apoyo occidental durante la invasión de Irak. Su histórica rivalidad con la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK) dirigida por Talabani concluyó en un acuerdo de paz en los noventa. Los grupos kurdos iraquíes se organizaron bajo Estados Unidos para crear su proyecto de gobierno regional. En 1993, el Congreso nº 11 del KDP dio el cuerpo político a lo que hoy en día es conocido como el Gobierno Regional del Kurdistán.

El KDP ha mantenido desde entonces una línea de socialdemocracia moderada, evitando proyectos políticos radicales que menoscabaran su relación Estados Unidos o Turquía. Su relación con Bagdad es amistosa, aunque las ambiciones de libertad del KRG han chocado en más de una ocasión con el actual gobierno iraquí.

En el Kurdistán el partido dispone de prestigio al ostentar el liderazgo del primer gobierno autónomo kurdo reconocido internacionalmente y su influencia se nota sobre todo en Siria, dentro del Consejo Nacional Kurdo o en Irán, con el Partido Democrático Kurdo de Irán (KDP-I).

Su principal enemigo político es el PKK con el que históricamente ha llegado a tener incluso choques armados. El pacto actual entre todos los kurdos para combatir al Estado Islámico ha opacado los combates entre facciones, pero las acusaciones mutuas no han cesado. El mismo KDP tacha al PKK y sus brazos armados de reprimir manifestaciones de kurdos y acabar incluso con opositores políticos en las zonas bajo su control. Por su parte, el PKK acusa al KDP de corrupción, denunciando a Barzani y otros directivos del partido de lucrarse a espaldas del pueblo kurdo y mantener una falsa apariencia de democracia en Erbil, aún condicionada por el conservadurismo de las élites tribales.

La Unión Patriótica del Kurdistán (PUK)

Nace en 1975, dirigido por Yalal Talabani y como una escisión del KDP y una fuerte ideología marxista. Desde sus inicios Talabani comenzó a disputar el control del Kurdistán iraquí al clan de los Barzani y a su base de apoyo tribal. No sería hasta la Primera Guerra del Golfo (1990) cuando ambos partidos se unirían para formar el Gobierno Regional del Kurdistán, dividiéndose de manera equitativa la administración de la autonomía. No obstante, en 1994 las disputas volvieron a acalorarse y desató una guerra civil de tres años de duración, que sólo finalizaría con la negociación de Estados Unidos. Su discurso, al igual que el de otros partidos kurdos, se enfrió en los noventa hacia una postura mucho más moderada.

Tras la Segunda Guerra del Golfo, mientras que Barzani obtuvo la presidencia del KRG, Talabani se convirtió en el Presidente de Irak, junto al gobierno del Primer Ministro al Maliki, el 7 de Abril de 2005. El pasado 24 de Julio de 2014 y tras graves problemas de salud, la presidencia pasó a manos de Fuad Masum, otro miembro destacado del PUK. 

El PKK y su proyecto de Democracia Radical

La ideología del PKK ha marcado un antes y un después en las bases organizativas del pueblo kurdo. La ideología promulgada por Öcalan parte de un planteamiento original. Coincidiendo con la línea de los politólogos Negri y Hardt, el líder kurdo se sumerge en la definición de la palabra democracia en el mundo globalizado. La lucha por la democracia se constituye como un objetivo incompleto, poniendo como ejemplo la inicial marginación del sufragio que sufrieron sectores de la población como las mujeres, los pobres o los no blancos. Dichos avances se lograron tan sólo mediante la lucha social para incluir a los excluidos. Los kurdos se identificarían como uno de estos sectores marginados cuyos derechos tan sólo se obtendrían mediante la lucha. 

Durante el 2000, el PKK reorganizó su esquema ideológico y su planteamiento estratégico para promocionar su proyecto de democracia radical. Esta reinvención sería una “serie de transformaciones y argumentación sobre que la nación no puede ser definida por la etnia o el lenguaje, sino por las bases de la ciudadanía en una república democrática”.Öcalan hace una reformulación por tanto de sus objetivos. La búsqueda de la autodeterminación sufrirá un giro de 180 grados. La lucha del PKK se basará en la obtención de una democracia confederal, no en la secesión, principal objetivo hasta la época de todos los partidos kurdos.

“El PKK no deriva la creación de un Estado-nación kurdo a partir del derecho de los pueblos a la autodeterminación. Este derecho se entiende como el argumento para el establecimiento de una democracia de base, sin necesidad de buscar nuevas fronteras políticas. Es tarea del PKK convencer al pueblo kurdo de esta concepción”.

Öcalan demanda una revisión democrática en todos los países de los que forma parte el Kurdistán, alegando que “la estructura estatal clásica y su concepción despótica del poder son inaceptables”. Su programa, cuya intención consiste en aplicarlo en todo el Kurdistán, busca una distribución del poder orgánica para que “toda comunidad, grupo confesional, colectivo específico de género y/o grupo étnico minoritario, entre otros, pueda organizarse de manera autónoma”. 

El PKK recogería las libertades básicas tales como la libertad de expresión, la de educación en la lengua materna o la emancipación de la mujer dentro de su panfleto político. Él mismo definiría a su ideología como “socialismo-democrático”, teniendo concepciones de economía basadas en la redistribución justa de recursos y en la producción ecológica en contra de la sobreproducción y acumulación de riquezas.

De este modo el PKK se justificaría como una bandera de la lucha por la democracia en todo Oriente Próximo, adoptando un carácter internacionalista y extendiéndose entre los kurdos de Siria e Irán con bastante éxito.

La lucha armada caía en un segundo plano según el manifiesto de Öcalan. Esto no puso fin al conflicto armado en Turquía ya que ha mantenido ciertos apuntes de violencia hasta hoy en día.

El PKK se ha convertido en el partido kurdo con más apoyos entre la minoría, naciendo organizaciones parejas en los países vecinos. El Partido por la Vida Libre del Kurdistán (PJAK) en Irán surge en 2007, directamente vinculado al PKK. En Siria, el Partido de Unión Democrática (PYD) aparecería ya en 2003 y formaría las Unidades de Protección Popular (YPG) cuya organización y estructura se basan en la ideología de Öcalan. El PYD ha chocado ideológicamente con el Consejo Nacional Kurdo, bajo la influencia del KDP. Estos últimos acusan al PYD de haber pactado con al Assad un alto el fuego, trato del que hay sospechas evidencias. Pese a ello, el PYD ha empezado a hacerse dominante en Siria y desplazar la influencia del Consejo gracias a su protagonismo en la lucha contra el Estado Islámico y al cordón de seguridad que representan las YPG.

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Las Unidades de Protección Popular, brazo armado del PYD, rechazan una ofensiva del Estado Islámico al sur de Kobani. 25 de Agosto de 2014. Fuente: Kurdpress.com

Tras el nacimiento del Estado Islámico, Turquía mantuvo negociaciones con el PKK y su líder, quien permanece condenado a cadena perpetua en la isla de Imrali, en el mar de Mármara. Miles de guerrilleros pudieron cruzar la frontera hacia Siria e Irak para apoyar la lucha contra el yihadismo, hecho que aprovecharon para solidificar sus estructuras políticas en la región.

El futuro del Kurdistán

Los kurdos están aprovechando la actual crisis para consolidar sus posiciones en el vacío de poder de Irak y Siria. La toma de Kirkuk, la ciudad prometida de los kurdos en Irak por la que históricamente combatieron a Sadam Hussein, ha empeorado sus relaciones con el gobierno de Bagdad. Ante la incapacidad de los iraquíes de garantizar la seguridad de la ciudad, los kurdos emplazaron sus propias tropas, sembrando tensiones con el gabinete de al Maliki. La ciudad antiguamente llegó a ser de mayoría kurda, pero tras una campaña de arabización que promocionó Sadam Hussein para combatir a la presión de la minoría miles de colonos se instalaron en Kirkuk. A día de hoy, un 70% de la población es árabe, muchos de los cuales se niegan a entrar en el proyecto político de los kurdos.

Pese a que el KRG se mantiene unido al gobierno iraquí actualmente, ya ha avisado de la realización de un futuro referéndum, a lo que Bagdad respondió tachando de anticonstitucional dicho proceso. Las disputas por las concesiones petrolíferas son otro tema candente. Erbil ha construido ya dos oleoductos hacia Ankara sin permiso de Irak, quien le acusa de mantener una economía que busca tan sólo el beneficio del Kurdistán. Estados Unidos ha intenta mantener las relaciones estables entre los dos gobiernos, y de momento la amenaza que representa el Estado Islámico parece dejar estas luchas en un segundo plano. 

El gobierno de Irak no es el único que mira con ojos dubitativos el auge de la minoría étnica. También Turquía tiene serias preocupaciones ante la consolidación del movimiento nacionalista kurdo y se niega a que se extienda a su país, manteniendo en la ilegalidad a los partidos kurdos y sus simpatizantes. Ni siquiera Europa o Estados Unidos han dejado de considerar al PKK y a sus otras ramas políticas como grupos terroristas. Tan sólo el KDP y los peshmerga gozan de legalidad internacional.

Por si fuera poco, las tensiones políticas entre el PKK, el KDP y el PUK están impidiendo un proyecto político común y lo que es más peligroso: una estrategia militar común. Los propios peshmerga aún no tienen ni siquiera un alto mando conjunto, ya que ninguna de las facciones parece estar dispuesta a ceder autoridad y recelan de los demás grupos.

La problemática actual hace prácticamente imposible la creación de un Kurdistán independiente. Además, el actual apoyo occidental podría desaparecer tarde o temprano debido a las quejas de Turquía, aliado clave de la OTAN y muy valorado por Estados Unidos.

Aunque el Kurdistán permanece aún nublado por la guerra y las peleas internas, la minoría ha presentado una movilización masiva de cooperación y apoyo mutuo. Miles de kurdos en el exilio han regresado de Europa para unirse al frente contra el Estado Islámico y sus programas políticos están evolucionando como nunca antes se había visto. Ante la incógnita del futuro de la región los kurdos han decidido protagonizar una lucha total por el control de su destino.


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