Revista Cultura y Ocio

Los laboratorios alquímicos en España

Por Yorga @javieramosantos

Transmutar los metales en oro. La búsqueda de la piedra filosofal que curaba todas las enfermedades o del elixir de la eterna juventud. Todo eso y más era la alquimia, una antigua práctica científica y filosófica que aunaba disciplinas tan similares y dispares como la química, la metalurgia, la física, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo o el arte y que tuvo su apogeo en la Edad Media.

España no fue ajena a la práctica alquímica y monarcas como Carlos V y, en especial Felipe II, fomentaron las investigaciones en la extracción y tratamiento de metales y en la elaboración de nuevas medicinas, haciendo venir a mineros y metalúrgicos alemanes, alquimistas y destiladores principalmente flamencos e italianos. En su corte madrileña se consumían grandes cantidades de aguas y aceites destilados, quintaesencias y una gran variedad de elixires para curar todo tipo de males.

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El monasterio de El Escorial.

Para deleitarnos sobre la fascinante historia de la alquimia en España, hoy visita Lugares con historia una de las personalidades que más conoce sobre este asunto. Luis Silva, licenciado en Derecho e Inspector Jefe de la Policía Local, es autor de Alquimia. Tras la piedra filosofal, obra ganadora de la IIª edición del Premio de investigación y divulgación histórica Juan Antonio Cebrián. Nadie mejor que él para adentrarnos en este apasionante mundo y sobre todo aquellos lugares donde los alquimistas trabajaron en nuestro país.

El laboratorio alquímico más conocido y quizás más estudiado de nuestra geografía, la inmensa morada filosofal española donde se practicó la alquimia con mecenazgo real, fue sin duda el monasterio de El Escorial; aun así, hubo otros monasterios, no tan relevantes, pero especialmente interesantes, como es el caso del monasterio de Silos (Burgos), del que se conserva todavía gran parte de su laboratorio.

Felipe II, uno de los reyes más poderosos del mundo en su época, necesitaba dinero para sostener su enorme ejército y medicinas para preservar su salud. La promesa alquímica de oro fácil y gran medicina sedujo al monarca. Desde 1557 se tiene constancia de alquimistas españoles y europeos a su servicio. Su lugar de trabajo principal se ubicó en el monasterio del Escorial y, de manera secundaria, en Aranjuez, donde se crearon unos imponentes jardines con plantas medicinales. Su encargado a la vez que destilador era Francisco de Holbeque, hermano del jardinero mayor. Su ubicación parece haber sido el Jardín de la Isla, llamado así por encontrarse en una isla artificial rodeada por el río Tajo. En dicho jardín se estableció también la casa de la destilación, donde se elaboraban aguas y aceites a partir de los simples medicinales cultivados.

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Botica del monasterio de Silos (Burgos)/abadiadesilos.es

No le faltaron medios al laboratorio del monasterio del Escorial. Se contrataron a los mejores alquimistas, se adquirieron los mejores libros sobre la materia, la botica estaba perfectamente abastecida y los destiladores reales eran famosos en el mundo entero. Allí se buscó la piedra filosofal y, al mismo tiempo, se confeccionaron todo tipo de esencias, medicamentos y perfumes. La Real Botica del Escorial empezó a funcionar en 1573 y estaba instalada bajo la torre de la enfermería. En ella había tres zonas principales: una habitación grande que servía de almacén para las medicinas; una rebotica y seis habitaciones más en el sótano, en las que se elaboraban los medicamentos y se almacenaban los utensilios de laboratorio.

La planta superior constaba sólo de dos grandes habitaciones: en una de ellas se instaló un gran horno con una enorme caldera de agua y en la otra un gigantesco aparato de destilación (la torre Mattioli) de veinte pies de alto y cuyo perímetro podía ser abarcado por tres hombres con sus brazos extendidos, y otro aparato más de destilación. Entre octubre de 1587 y noviembre de 1589 se fabricaron e instalaron todos los alambiques (unos de metal y otros de vidrio) y todos los hornos y los baños necesarios para amueblar dicho edificio.

Uno de los pocos que definieron muy bien los trabajos que se hacían en El Escorial fue Diego de Santiago, quien ostentó el título de destilador de Su Majestad. Santiago, que trabajó durante más de 20 años en El Escorial, editó en Sevilla (1598) su Arte de separatoria, la obra química de mayor envergadura de la España del siglo XVI. En ella describió sus conocimientos y sus trabajos prácticos, desde la definición de los materiales necesarios, hasta la elaboración de alcoholes, quintaesencias, medicinas vegetales y minerales (como el famoso y deseado oro potable), elixires,…

Silos fue otro de los escenarios alquímicos por excelencia de nuestra geografía. En 1705 se construyó en su monasterio una botica con el objeto de asistir a los enfermos, fueran o no monjes. Además, se creó un jardín botánico de plantas medicinales y se adquirieron libros de referencia. La biblioteca de la botica dispone hoy de 1.024 volúmenes antiguos, algunos del siglo XVI, cuya joya es un Dioscórides editado en 1525.

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En el laboratorio del monasterio de Silos se practicaba la alquimia./abadiadesilos.es

En la botica, el monje boticario (que fue sin duda un precursor del farmacéutico), asistido de ayudantes, elaboraba principalmente medicinas vegetales, a la vez que realizaba prácticas alquímicas, como lo demuestran una parte del material de trabajo existente en la botica y las prácticas que se conoce que hicieron con el reino mineral (trabajos más propios de la alquimia), sin olvidar tampoco el secretismo, igualmente muy propio de la alquimia, de las fórmulas magistrales, y especialmente las de los licores medicinales que dieron mucho  prestigio al cenobio.

Las boticas solían dividirse en cuatro zonas: El almacén donde se guardaban las materias necesarias para elaborar los medicamentos, la zona de trabajo o laboratorio del monje boticario, el despacho abierto al público para atender a los enfermos, y la biblioteca al servicio del monje. El clérigo boticario más relevante que tuvo el monasterio fue Fray Isidoro de Saracha (1723-1803). Monje de gran talento que mejoró notablemente la botica, adquirió material, puso al día la biblioteca adquiriendo nuevos textos, y hasta escribió sobre materias como medicina, botánica y farmacia.

Dentro de la actual botica de Silos existe un laboratorio alquímico. En el siglo XVIII, el cenobio encargó una serie de piezas de vidrio: matrices, redomas o vasos brocales procedentes de un importante centro de producción cristalera en Cadalso de los Vidrios, en el mismo corazón de Castilla, donde poseían el secreto de este cristal transparente al estilo veneciano, material de trabajo especialmente apreciado y usado en  alquimia. También se encuentran en el laboratorio hornos, retortas y alambiques destinados a la destilación.

Dónde dormir: Hotel Florida; Calle Floridablanca, 12-14; San Lorenzo de El Escorial (Madrid); teléfono: 918901520.

Dónde comer: Hotel Tres Coronas De Silos; Plaza Mayor, 6; 09610 Santo Domingo de Silos (Burgos); teléfono: 947390047.

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