Hoy quiero que hablemos de algo que seguro todas hemos experimentado en algún momento: los ladrones de energía (y no, son personas que se enganchan a la luz de forma ilegal ... badum tss!) si no pequeñas acciones o hábitos que tenemos, y que sin darnos cuenta, nos van minando, poco a poco, y nos dejan agotadas y desmotivadas. Conocer esos ladrones es el primer paso, para buscar la solución que necesitas. Te lo cuento a continuación:
Tus niveles de energía
Seguro que conoces esta sensación. Hay días que estás a tope, sientes que te vas a comer el mundo, y nada te frena. Benditos días... Y hay otros en los que, justo al contrario, no te sientes con energía, todo se te hace cuesta arriba y la motivación ¡puf! desaparecida en combate. ¿Te suena?A nuestra energía, le influye continuamente una pelea entre las acciones que nos cargan de energía y nos ponen las pilas, y las acciones que nos desgastan.
Los ladrones de energía
Los ladrones de energía son aquellas acciones o detonantes, que hacen que ...nos desgastePilar Jericó, en su libro "Vitamina X, cómo subir tu nivel de energía para mejorar tu vida", explica que hay cuatro tipos de ladrones de energía:
- Desgaste físico. Es sentirte agotada, no poder moverte más. Influye mucho el estilo de vida que llevemos (más o menos activo, más o menos sedentario, alimentación más o menos saludable...)
- Desgaste emocional: el miedo, la desconfianza, las relaciones tóxicas... esas sensaciones que nos van haciendo mella.
- Desgaste mental: son esos pensamientos obsesivos, las malas noticias, las quejas, el victimismo.
- Desgaste de propósito: cuando nos sentimos sin un proyecto vital, no realizados, o nuestra vida carece de sentido. No es necesario tener planes de cambiar el mundo, puede ser algo más modesto, pero esa fuerza te falta, y sientes desazón.
¿Qué (malos) hábitos nos pueden estar robando energía?
- Estar quejándote todo el tiempo. Este hábito es bastante tóxico y desgastante, a la larga. Estar todo el tiempo encontrando motivos para no estar satisfecha, pase lo que pase, pero sin buscar soluciones.
- No darte permiso para descansar (vivir en una exigencia constante). Es un ritmo que no es posible, ni sano, mantener a largo plazo, ni en el sentido físico ni en el psicológico. Muchas personas esperan a llegar al límite para frenar (cuando no queda más remedio), otras viven en lo que se llama burnout (y me incluyo en este grupo, pero estoy trabajando en ello).
- El desorden. Leí una vez que un lugar desordenado es como un agujero negro, que absorbe tu energía. Pierdes mucho tiempo (innecesario) buscando cosas, y esa sensación de desorden, se acaba pasando a tu cabeza, y te va agotando poco a poco.
- Vivir eternamente preocupada. Esta tendencia a la negatividad (a todo lo malo que podría pasar) nos mantiene en un nivel de ansiedad innecesario, y constante, que nos ronda la cabeza todo el rato (cuando la mayor parte de las veces son miedos sin sentido o que nunca llegan a ocurrir), y nos va agotando.
- La indecisión. Aplazar permanentemente el tomar decisiones nos acaba robando energía y nos sume en un estado de incertidumbre, que nos agota. Cuesta, pero hay que asumir que no siempre tomaremos la mejor decisión, nos equivocaremos, pero ¡tenemos que tomar esos errores como aprendizajes!
- No saber decir no. Aquellas personas que no saben marcar límites suelen ser personas que están sobrecargadas de tareas, o infelices, ya que anteponen las prioridades e ideas de los demás, a las suyas propias. Al final, son otras personas las que deciden qué haces con tu tiempo, y esa sensación desgasta.
- Acumular listas y listas de tareas pendientes. ¡n esta también me declaro culpable! acumular esas listas interminables de cosas por hacer, te generan esa ansiedad de no acabar nunca, de estar siempre ocupada, sin tiempo.
Cómo identificar tus ladrones de energía
Como en todo en esta vida, lo primero que tienes que hacer es tomar conciencia: qué te ocurre, en qué momentos, y qué lo desencadena.Por ejemplo, si pasas por un tiempo de estrés, ansiedad, falta de sueño, agotamiento (físico o mental), a lo mejor eres más propensa a comer peor. Si comes peor, tu cuerpo digiere peor los alimentos, y va perdiendo vitalidad. Al perder esa energía, tu cabeza empieza a trabajar peor, más lenta y con menos decisión, y te vas sintiendo peor contigo misma, acabas con pensamientos más negativos, que acaban generándote aún más estrés... Al final es un efecto de bola de nieve, que va acumulándose.
¿Qué puedes hacer para recuperar la energía?
Hay tantas opciones como personas en el mundo, amiga, porque la solución depende de ti, y de tus hábitos. ¿Porqué es importante recuperar esa energía? te podría decir motivos ajenos, pero el más importante de todos: hazlo por ti, comprométete contigo misma, cuídate y quiérete.Aquí tienes alguna idea:
Una alimentación equilibrada. Si comes sano y equilibrado, tus digestiones son mejores, absorbes más nutrientes y te sientes con mayor energía y vitalidad. Ten en cuenta que nuestro sistema digestivo es nuestro segundo cerebro, tiene +100 millones de neuronas interconectadas, y está en continuo intercambio de información con nuestro cerebro principal. Comer bien influye al final en tener una mente
Tomar menos azúcar, ya que esta afecta a las funciones neurológicas de nuestro cerebro, perjudicando nuestra memoria y procesos de aprendizaje, o mayor riesgo de sufrir depresión.
Una vida activa. El movimiento oxigena nuestro cuerpo, genera energía y vitalidad (porque genera endorfinas, que te hacen sentir más positiva). Descarga la tensión que acumulamos, ayuda a eliminar toxinas. Además, ayuda a mejorar la plasticidad del cerebro (la neuroplasticidad afecta a la memoria, y habilidades motoras o de aprendizaje).
Si los bajones de energía te dan durante la jornada (y trabajas sentada frente al ordenador), haz pausas activas. Esto implica levantar el culo de la silla, y moverse. Bien para hacerte un café, o tomar un poco de agua, o dar una vuelta cortita, o, si trabajas en casa, aprovechar para hacer algo (yo suelo aprovechar para poner una lavadora, o limpiar algo, y así avanzo también en ese aspecto), o marcarte una pequeña tabla de ejercicios (unas sentadillas, unas flexiones, o simplemente, estirar bien)
Los momentos de descanso son necesarios. Una entrenadora del gimnasio me lo explicó, centrándose en los músculos, pero lo veo extrapolable a todo lo demás. Tú puedes hacer una tanda de ejercicio, sin problemas, al 100% de tu energía. Pero entre tandas, tienes que dejar el tiempo de reposo necesario, y no escatimar en ello. Quizás en la siguiente tanda, no lo notes, pero te costará más llegar al 100%. Y la siguiente, más aún. En cambio, si dejas reposar al músculo lo suficiente, en cada tanda darás el 100%. Pues lo mismo, con todo tu cuerpo y ¡con tu mente!
Tu cuerpo y mente tienen que descansar, regenerarse. Tu mente trabaja en archivar recuerdos y en crear conexiones. ¿Has notado que cuando no descansas bien, estás más irritable, o recuerdas peor las cosas?
Si puedes echarte una siesta corta, por la tarde, te dará energía como si te hubieses tomado una taza de café.
Recurrir a la meditación (o a simplemente, pararte a respirar hondo, y nada más). La práctica habitual de la meditación te ayuda a encontrar un equilibrio emocional, a ser menos reactiva (es decir, a no explotar ante situaciones que te sobrepasan). Hay una explicación científica para esto, pero tampoco quiero aburrirte con ella (aunque me parece fascinante), pero en resumen, la práctica habitual modifica una parte de nuestro cerebro que nos hace propenso a interpretar las sensaciones de ansiedad o temor, como problemas personales, relacionados con nosotros; al modificarse, permite a la gente tomarse los problemas de forma lógica y no como un ataque personal.
Conectar con la naturaleza. Los baños de bosque, o pasar tiempo al aire libre, mejoran nuestro ánimo, nuestros niveles de concentración y de creatividad. Se han hecho estudios que han demostrado que una caminata de 90 minutos por zonas arboladas nos permite experimentar menos abatimiento. Eso, sin contar con el beneficio que supone en cuanto a estar activa. Lo malo es que, si vives en una gran ciudad, tienes complicado eso de darte un baño de bosque, así que intenta sustituirlo por pasear por un parque cercano, que algo es algo.
Evitar la multitarea. Desterremos el mito de que somos más eficientes haciendo multi-tarea, porque no es así. No es posible estar haciendo dos cosas (bien) a la vez. Tu cerebro solo es capaz de centrarse en una de ellas. Lo que sí puede hacer es cambiar su foco de atención de una a otra, muy rápidamente (y de ahí el creer que puedes hacer dos cosas a la vez). Si crees que puedes estar viendo instagram mientras ves tu serie favorita en la tv, estás equivocada. O no estás prestándole atención plena a la serie, o no estás prestándole atención a la red social.
Esto me vuelve a llevar, de nuevo, al mindfulness y a la idea de vivir siendo plenamente conscientes de lo que estamos haciendo. Porque vamos con piloto automático pasando por la vida, y no disfrutamos el momento.
Pero vuelvo al tema, que me pierdo. La multitarea lo que hace es que nuestro cerebro aprenda a tener periodos de concentración cada vez más cortos. Y eso al final te pasa factura en otros ámbitos en los que te gustaría poder concentrarte más.
Permítete momentos de self-care o autocuidado. Esto es algo que, además, las mujeres, nos tenemos que grabar a fuego, ya que por tradición cultural, somos las que acabamos cargando con más peso en nuestras mochilas, figuradamente hablando. Y si hay hijos (o personas dependientes) de por medio, todavía más. Hay una frase que a mí me marcó al inicio de la maternidad: Cuídate para poder cuidar. Si no estás bien, física y mentalmente, el estar al cuidado de otra persona te pasará mucha factura, más pronto que tarde.
Ordenar y limpiar. No sé si te ha pasado, pero a mí, en momentos de estrés, lo que más me ha pedido el cuerpo, por extraño que parezca, ha sido limpiar, e incluso quitarme cosas de en medio. Como que estar en un entorno ordenado, me facilitaba el camino para calmar la mente. Y este año, que hemos estado tanto tiempo confinados, parece que le ha pasado a mucha gente.
Un poco de desconexión digital. El estar permanentemente conectados, con actualizaciones, avisos, mensajes, etc constantes, nos estresa. Necesitamos parar un poco, mirar a nuestro alrededor, disfrutar de las personas con las que convivimos, de nuestro entorno, o leer un buen libro, o dedicarle tiempo a un hobby. Y las pantallas, nos ponen una barrera para hacerlo.
Hazle un Marie Kondo a tu lista de tareas. Muchas veces nos planteamos demasiadas metas, demasiados libros que queremos leer, sitios que queremos visitar, cosas que queremos hacer, con toda la buena intención del mundo, pero nuestro tiempo es limitado, y necesitaríamos (varias) vidas para hacer todo eso. Está bien tener esas listas de deseos o listas de ideas, pero no que se transformen en obligaciones autoimpuestas, que lo único que nos hacen es meternos presión, esa sensación de nunca acabar, como te decía más arriba, y sumarnos más estrés y sensación de no ser suficiente ni de estar haciendo suficiente. Así que, cada cierto tiempo, dedica un rato a valorar tu lista de proyectos y de tareas pendientes. Seguro que más de una ha dejado de tener sentido, y quitarla de tu lista te liberará.
Plantéate un propósito, encuentra tu por qué para hacer algo. Muchas veces lo que nos frena es no saber por qué estamos haciendo algo, o no nos llena. No nos apetece, no estamos motivadas, y nos va gastando poco a poco. Tener un motivo te ayuda a encontrar esa energía que te reactive, cuando notes que te va bajando el nivel.
Son solo algunos ejemplos, pero sobre todo, es conocerte, conocer qué los desencadena y sustituir ese (mal) hábito por otro que no te vaya desgastando.
¿Quieres contarme tu experiencia con los ladrones de energía? ¿cuál/es son los tuyos?
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