Revista Cultura y Ocio
Resumen de la obra: Adelantado a su tiempo y conocido universalmente por el célebre principio que lleva su nombre, el griego Arquímedes fue un pionero del actual método científico, además de notable matemático y pensador. Discípulo de Euclides e hijo del astrónomo Fidias, su azarosa vida resulta tan apasionante como formidable el poder de su intelecto. En esta rigurosa novela histórica, Gillian Bradshaw —autora de grandes éxitos como El faro de Alejandría, Púrpura imperial, Teodora, emperatriz de Bizancio y El heredero de Cleopatra— presenta al lector un Arquímedes de carne y hueso, un ser humano excepcional que, inmerso en la convulsa época que le tocó vivir, tuvo que enfrentarse a múltiples dilemas Deslumbrado por las maravillas de Alejandría tras una estancia de tres años y decidido a radicarse allí para siempre, el joven Arquímedes se ve obligado a volver a Siracusa, su ciudad natal, para ocuparse de su padre enfermo. El contraste no puede ser mayor: de la deslumbrante cuna del saber ha pasado a una ciudad entregada a los frenéticos preparativos para una cruenta guerra contra la poderosa Roma. Convertido por las circunstancias y el destino en el principal artífice de los ingenios bélicos con que se intentará repeler la invasión del coloso romano, Arquímedes atrae la atención del tirano Hierón, quien intenta retenerlo a toda costa en su corte. Y pese a que el mayor deseo del genial griego es volver a Alejandría para perfeccionar sus conocimientos y reunirse con Marco, el leal esclavo que lo ha acompañado desde siempre, un inesperado motivo lo empuja a permanecer en Siracusa, un motivo que ni siquiera su pasión ~4~ Gillian Bradshaw El contador de arena por el saber y la ciencia podrá obviar y que, a la postre, lo obligará a recorrer un sendero salpicado de gloria, amor, guerra y traición.
Sobre la autora: Gillian Bradshaw
Gillian Marucha Bradshaw (1956) es una escritora estadounidense. Nacida en Falls Church, Virginia, se crió en Washington, Santiago de Chile y Michigan, y reside actualmente en el Reino Unido.
Cursó estudios en la Universidad de Michigan, en donde obtuvo por dos veces premios por sus trabajos sobre la Grecia Clásica. Continuó estudios avanzados en Newnham College, Cambridge, donde estudió filología clásica.
Sus novelas se encuadran dentro de los géneros de la ficción histórica, la fantasía histórica, la ciencia ficción, la literatura juvenil e infantil y ficciones contemporáneas con gran componente científico. Sus novelas históricas no fantásticas están situadas tanto en la Antigüedad Clásica (Egipto y Grecia) como en períodos posteriores como el Imperio Bizantino o la Gran Bretaña romana.
Ha sido aclamada por la crítica debido a la gran verosimilitud tanto de sus obras históricas como de las que incorporan elementos científicos.
De entre sus novelas publicadas en inglés hasta la fecha, se ha editado en español la trilogía sobre Bizancio compuesta por: El faro de Alejandría (The beacon at Alexandria, 1986) -que obtuvo un extraordinario éxito de ventas en nuestro país-, Teodora, emperatriz de Bizancio (The bearkeeper's daughter, 1987), y Púrpura imperial (Imperial purple, 1988), además de El contador de arena.(The sand-reckoner, 2000, ganadora del Premio Alex 2001) y El heredero de Cleopatra (Cleopatra's heir, 2002).
Impresiones personales.La narrativa histórica tiene la virtud de enseñar mientras entretiene. Los que hemos sufrido el aprendizaje de nociones matemáticas incomprensibles, desconectadas de la vida real y de la práctica, disfrutamos mucho poniendo en contexto los hallazgos y revelaciones de la ciencia. ¡Entonces cobran sentido y se tornan hermosos, diáfanos, significativos! Aquel teorema de Arquímedes "Todo cuerpo sumergido en un líquido experimenta un empuje hacia arriba equivalente al peso del líquido que desaloja" , al menos por la anécdota de la bañera y el célebre "Eureka", se digiere con gusto; pero cada uno de los avances de la ciencia es "entrañablemene humano"; "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo", pasa de ser una bravata científica a una hermosa historia cuando se la pone en contexto. ¿Quién puede negar aún la belleza de la ciencia? Quizás, el marco más apropiado para despertar la fascinación por los avances científicos sea la novela histórica. Me está pasando últimamente. No me atraen demasiado los éxitos actuales. Me oriento sin remisión el descubrimiento de culturas antiguas, sociedades tan complejas como la actual pero ambientadas en tiempos remotos privados de los adelantos actuales. Las aventuras de sus protagonistas, las complejidades de la vida social, los intemporales avatares en las relaciones humanas, su sobriedad tecnológica; hacen destacar la impresionante grandeza de los descubrimientos, la enorme empresa de la superación y el conocimiento con el intangible poder de la mente.
La lectura de "El contador de arena" surgió de una pequeña investigación en la red para documentarme sobre un texto de Arquímides que me llamó poderosamente la atención. En una aparente fanfarronada el más grande de los matemáticos de la antigüiedad, el alfa por ser el primero en la solución de enigmas, se atreve con la inimaginable empresa de contar los granos de arena que cabrían en el universo. ¡Y lo plantea dos siglos y medio antes de nuestra era! Un desafío que parece un disparate. Lo sería por inútil, por imposible y por absurdo; y sin embargo ¡Cuántos beneficios se podrían obtener de un reto semejante! Para empezar la inestimable confianza en el poder de la ciencia capaz de solucionar un enigma aparentemente irresoluble; pero también los beneficios colaterales: un nuevo y eficiente sistema de numeración para números grandes, una metodología científica rigurosa basada en la inferencia, una insospechada herramienta matemática para la astronomía... Mi pequeño artículo iba a llamarse "Ptsammites" (Contador de arena), y cuando asombrado descubrí que ya se había publicado un libro entero con ese mismo título me impuse leerlo y de ahí nace esta entrada. Merece la pena hacer una reseña sobre la obra. Está escrita con la misma intención que yo buscaba: insertar un avance científico en un contexto familiar, cercano: la ciencia despojada de su pedestal, alternando en las tabernas de la vida. Un Arquímedes profundamente humano: pobre en su riqueza, humilde en su grandeza, torpe bajo su poderosa inteligencia, valeroso y temeroso, zarandeado por sentimientos incontrolables... Y, en medio de todo ello, el genio. La solución de problemas irresolubles al resto de los mortales. Su necesaria marginación, su sacerdocio con las matemáticas, su desdén por la admiración que suscitaba su talento de ingeniero, su aburrimiento ante los diseños repetidos... El resto: la trama, las pasiones, las tragedias, los datos históricos rigurosos; se imbrican con el talento de escritora de Gillian Bradshaw, cuya fascinación por el mundo antiguo queda claramente reflejado en muchas de sus obras. En fin; libro leído de dos tirones (no me puedo permitir el lujo de pasar una noche sin dormir). En una próxima entrada relataré como Arquímedes logró la increíble conquista científica de contar los granos de arena del Universo.