Por un lado, permitió reproducir diagramas, mapas, dibujos anatómicos y representaciones de flora y fauna de un modo preciso. Con anterioridad, las ilustraciones en forma de grabados siempre se deterioraban con el uso repetitivo, pero con el uso de las planchas grabadas de metal la información visual precisa era más duradera.
Página de Sidereus nuncius de Galileo
Todo esto fue un proceso lento, y los errores de los impresores solían contribuir a la propagación de datos falsos. En la obra de Galileo Sidereus nuncius, publicada en Venecia en 1610, las imágenes de la superficie lunar aparecieron al revés.La imprenta también hizo más accesibles los libros a los eruditos y permitió a los investigadores consultar textos antiguos a su antojo y comparar sus observaciones con las de otros colegas. El aristócrata y astrónomo danés Tycho Brahe, por ejemplo, pudo comprar los textos del astrónomo clásico Ptolomeo y de Nicolás Copérnico en la Copenhague del siglo XVI, y así no tuvo que empezar de cero al tratar de desentrañar los datos de sus propias obervaciones.
Brahe instaló imprentas y un molino de papel en su isla privada de Hven para publicar sus propios tratados, evitando así las restricciones comerciales del momento.
Frontispicio de Tabulae Rodulphinae
Johannes Kepler descubrió que las órbitas de los planetas no eran circulares sino elípticas. El propio Kepler supervisó la producción de su Tabulae Rudolphinae, basada en las observaciones de Brahe. Además, diseñó su propio frontispicio, un intrincado grabado que lo representa a él y a Brahe en compañía de Copérnico y de los grandes maestros de la Antigüedad.Los científicos necesitaban el mecenazgo real o aristocrático. El 1632, Galileo dedicó su Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo a su mecenas, Fernando II de Médici, lo cuál no le protegió de su persecución por parte de la Inquisición.
Los científicos que querían publicar sus hallazgos debían enfrentarse a menudo a la represión de la iglesia católica.
En 1616, la obra de Copérnico fue declarada contraria a las Sagradas Escrituras pero en 1617, Willen Janszoon Blaeu, un fabricante de globos celestes de Ámsterdam, produjo una nueva edición de su controvertida De revolutionibus orbium coelestium, originalmente publicada en 1543.
Los editores protestantes podían beneficiarse de los títulos prohibidos por las autoridades católicas.
La obra de Kepler Epitome astronomiae Copernicanae se colocó en el Índice de Libros Prohibidos. En 1633 Galileo fue condenado por herejía, obligado a retractarse de sus ideas y puesto bajo arresto domiciliario. Pero su Discurso y demostración matemática en torno a dos nuevas ciencias llegó de contrabando en una valija diplomática y fue publicado por Elzevir en Lieden en 1638.
Solía ser más fácil publicar en los países protestantes.
En Londres, por ejemplo, la Royal Society, que obtuvo permiso para imprimir en 1662, difundió muchas obras científicas en las páginas de sus revista Philosophical Transactions.
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Martyn Lyons: Libros. Dos mil años de historia ilustrada. Editorial Lunwerg. 2011.
Otra entrega de 12 meses 12 libros. #recomiendoleer
Libro fantásticamente editado (aunque tengo que decir que impreso en China), ameno, didáctico y de claro tono divulgativo.
Lástima que la traducción al castellano no esté, ni de lejos, a la altura de la calidad de la impresión.
De la contraportada:
Esta edición. ilustrada con más de 220 imágenes, se convierte en el mejor homenaje al mundo del libro y a sus más de dos mil años de historia.
Desde los primeros códices o manuscritos utilizados en el mundo antiguo, y pasando por el camino que supuso la era Gutemberg, hasta llegar a los libros ilustrados, las bibliotecas y librerías, los grandes protagonistas (autores, editores, premios -y añado yo, lectores-) y la reciente revolución del mundo virtual y las digitalizaciones.
Un libro sobre libros, para todos aquellos que comparten la pasión por la lectura.