Leer fue una actividad liberadora en aquellos tiempos en que la dictadura agonizaba, los amigos se desperdigaban por la topografía hispana o los estudios amenazaban con fagocitar la despensa de las ideas propias. Dejar de lado los aburridos temarios y coger un libro era abrir la mente a la fantasía y al descubrimiento gozoso. La literatura era la herramienta de evasión que nos permitía romper los barrotes que constreñían nuestra curiosidad. No estando suficientemente preparados para los textos complejos elegíamos en principio literatura ligera, de evasión. Uno de los géneros preferidos era la Ciencia Ficción. Poco a poco, desde la inicial indiferencia entre la diversidad de autores fuimos refinando el gusto y, mis amigos y yo, seleccionamos un plantel de escritores que sumaban calidad a la originalidad de sus novelas.
Así que no es extraño que, hojeando el periódico, me sorprendiera un día la noticia de que un español, Enrique Gaspar, fuera el pionero en escribir una novela sobre viajes en el tiempo con una auténtica máquina. Se anticipó en esta idea cho años a H. G. Wells y su relato es, en mi opinión, más original, divertido, calenturiento y crítico que el del famoso escritor inglés. Enrique Gaspar, especialista en zarzuelas, mezcla la curiosidad científica propia de finales del XIX con la comedia y el esperpento típicamente español. En muchas partes de la novela aflora esta esta alocada y surrealista concepción y una visión satírica de la sociedad y sus costumbres. La novela tuvo su origen en una zarzuela que el propio Enrique Gaspar escribió para su representación y que, al no conseguir el éxito esperado, alargó y adaptó a la estructura narrativa de la novela pero persistiendo en ella los elementos típicos de la zarzuela típicos: dos parejas de personajes (Sindulfo/Clarita y Benjamín/Jacinta), grupos corales masculino y femenino (milicia de húsares y grupo de prostitutas francesas), algún personaje campechano y popular (Jacinta), división en tres actos bastante diferenciados... En la obra se mezclan pasajes bien documentados (batallas, cultura china milenaria, toma de Granada, sistemas ancestrales de escritura, juegos circenses...) con situaciones disparatadas donde no se refrena una fantasía alocada, casi pueril. Diríase que el libro se divide en pasajes más serios (explicaciones sobre las bases científicas del anacronópete o eruditas descripciones como la referida a los sistemas de escritura de la humanidad o las complejas normas protocolarias en China) con otros propios de la zarzuela, del disparate o del cómic.La obra se introduce en el espinoso tema del tiempo y sale del paso a sus paradojas con soluciones cómicas, a veces extravagantes; pero siempre manteniendo el interés. El vagón del tiempo (pues frente a la estilizada máquina de Wells-casi una moto temporal-, su anacronópete es una auténtica locomotora), es amplio como una casa y dispone de ciertos artilugios para rebobinar la rotación terrestre viajando en sentido sentido contrario a la misma y, con ello, deshaciendo el tiempo transcurrido. Dotado de una gran velocidad, cada vuelta al mudo le hace retroceder un año y así puede remontarse hasta momentos históricos relevantes: Desde la exposición Universal de París (1878; punto de inicio de la ruta y de la novela) hasta la batalla de Tetuán (1870), volviendo de nuevo a París (1878), viajando luego hasta Ganada (1942), pasando después por Rávena(600) para avituallarse antes de llegar a China (s. III), retornando después a Pompeya (79 d.C.) y retrocediendo de nuevo al s. III en Armenia para, finalmente, lanzárse desde allí en alocada carrera hasta el principio de los tiempos (La Creación). En el periplo de semejante viaje nos describirá y versionará a su manera hechos históricos relevantes como el ambiente de la ciudad de París en la época de la gran Exposición Universal (con conferencia científica incluída) , la batalla de las tropas españolas contra los moros en Tetuán (relatando la aventura de zafarse de una emboscada), el sitio de Granada (atribuyéndose el mérito de alertar a Su Majestad la reina Isabel sobre la importancia de un tal Cristóbal Colon), la batalla de Rávena donde se libraron de milagro de morir apedreados por las hordas tigurianas enfrentadas al bando de la poterna Sommovico; recalando déspues en su destino inicial, China, donde esperan encontrar el secreto de la inmortalidad. Como en la actual película de "La Búsqueda" las pistas les llevan de un lugar a otro y los nuevos indicios les empujan a viajar hasta Pompeya en la víspera de la erupción del Vesubio que les liberará de ser devorados por los leones en el circo y desde donde pondrán rumbo a la época y tierra de Noé que había trenzado el mensaje secreto de la vida eterna en una cuerda de nudos (sistema antiquísimo de escritura). El mensaje resulta ser una burla que los exaspera y, un enloquecido Sindulfo (le inventor de la máquina) la enfila hacia el principio de los tiempos hasta el mismo momento de la Creación del mundo donde se estrellarán. Toda esta parafernalia temporal tenía en realidad un motivo mucho más prosaico para el protagonista inventor del artilugio: llevarse al huerto a su sobrina que, rechazándolo por viejo y aburrido, no podría negarse a hacerlo en las épocas pretéritas donde la mujer estaba sujeta al varón a la hora de contraer matrimonio. Podemos encontrar influencias para su exotismo en la entonces triunfante representación del espectáculo musical "La vuelta al mundo en 80 días" que, por aquellos años, se representaba con gran éxito en París. Igualmente se aprecia influencia del pionero escritor francés Julio Verne, al que cita en varias ocasiones al principio de la obra. Hasta ahora, todo apunta sin embargo a que la idea de viajar por el tiempo en una máquina es original del autor español. G.H. Wels que publicó su obra 8 años después (12 después de que la escribiera inicialmente para zarzuela el autor español) aporta ya la novedad de viajar al futuro (E. Gaspar, sólo permite viajes en el futuro desde el pasado con límite en el presente, limitado por las bases científicas que sustentan su invento), pero es cuidadoso con algunas de las paradojas de la situación: nuestro autor incluye un fluído para evitar la alteración de los organismos por efecto del tiempo (descomposición o composición en su línea temporal): "El fluído García" del que no ofrece ninguna explicación elaborada salvo indicar sus conservadores efectos. Podría añadir muchas más cosas sobre esta obra que me ha interesado. Veo a nuestro escritor Enrique Gaspar como a otros inventores pioneros patrios: Juan de la Ceba o Isaac Peral; diseñadores no reconocidos de prototipos geniales; la fama se la llevarían otros. Emociona saber que esta obra precursora solo ha podido salvarse del olvido gracias a un grupo de aficionados que lograron una copia escaneada del original y la conservaron en un disquete (creo que no hay textos en papel conservados). La originalidad de Gaspar ha quedado certificada en una reciente exposición en Londres en la que la British Library reunió a diversos precursores de la literatura fantástica. Allí El anacronópete deslumbró entre los pioneros del género.
NOTA: Si queréis saber más sobre este original autor y su obra he seleccionado los siguientes enlaces:
Biografía del autor y referencia sobre su obra "El anacronópete" (Wikipedia)
Artículo de EL PAÍS, del 17 de abril de 2011. "La máquina del tiempo trae de vuelta a su inventor" (sobre el homenaje que le rinde El Reino Unido como precursor de la literatura fantástica)La obra narrativa de Enrique Gaspar: El Anacronópete (1887) por Mª de los Ángeles Ayala. (Del Romanticismo al Realismo : Actas del I Coloquio de la Sociedad de Literatura Española del Siglo XIX (Barcelona, 24-26 de octubre de 1996).