Estoy seguro de que estarás de acuerdo si digo aquello de que este mundo que se mueve a velocidades supersónicas y que si parpadeas un segundo te pierdes algo es fácil pasar cosas por alto y mas todavía si ese “algo” no se visibiliza. Si ocurre eso pues nada, ese hecho no existe y a otra cosa, mariposa. Da igual lo que sea aunque afecte a la vida de una o de miles de personas que conviven contigo. Si algo no se enseña, no existe.
Y eso debe ser lo que han pensado algunos miembros de la asociación de Abogados Cristianos que lejos de seguir los idearios del nazareno parece que acaten demasiado los de un personaje barbudillo que más parece tener maneras de Rasputín que del crucificado. El caso si se empeñan pueden ser muy retros, muy de “los de antes”, tan de antes que igual ya se han hecho followers de Fray Tomás de Torquemada y andarán pensando en piras y hogueras donde quemar esos artilugios tan peligrosos para la ignorancia que llamamos libros y si los dejan, ya de paso, escritores (mira que soy bruto, pero tú déjalos ir y verás, los libros y sus creadores pueden ser muy molestos para los que se valen de la ignorancia de los que les rodean). Bueno, que me pierdo. Pues resulta que los buenos señores han conseguido del juzgado Contencioso Administrativo número 1 de Castellón el que se retiren cautelarmente 32 libros atendiendo a la razón “de urgencia” que supone el evitar que lleguen a los institutos unos libros que hablan de algo que debiera ser tan cotidiano como el colectivo LGTBI. Igual va a ser que han llegado a pensar que todo el que lea alguno de esos libros malditos caerá en una especie de trance que le hará modificar su tendencia sexual. Algo así como en el Nombre de la Rosa cuando los monjes que leían ciertos libros caían fulminados.
Resulta alucinante que en pleno SXXI todavía tengamos gente anclada en el SXV que pretenda poner puertas y obstáculos a la normalidad sólo porque le chirríe en SUS convicciones, sin impórtales lo que hay detrás de esos libros, lo que intentan enseñar. El dolor, los siglos de andar ocultándose detrás de las cortinas, la impotencia al verse incomprendidos por aquellos a los que amas y la esperanza puesta en avivar una llama que cambie esto de una vez por todas y todo sea verdaderamente normal. Todo por no seguir el estereotipo que se impuso hace siglos en una sociedad que ni de lejos tenía el mismo color. No les importa, a algunos les rechina en SUS cerebros la idea de que pueda existir algo más allá de sus propias convicciones y les impide poder pensar en el prójimo ellos que tan cristianos son o quieren aparentar ser. Personalmente pensaba que ser cristiano implica comprensión y respeto al projimo y oye, eso de meter gente en los armarios a escobazos no parece muy respetuoso.
Siguen con la receta de siglos, lo que no se conoce no existe. Pero por lo visto no se han enterado que el mundo ya no funciona a base de ocultar debajo de las alfombras lo que quieran que no se vea. Igual no se han dado cuenta de que el Concilio de Trento quedó ya muy atrás y que este mundo tiene una realidad a todo color lejos del blanco y negro que ellos intentan mantener a toda costa. ¿Sabes? Con esto conseguirán, estoy seguro, un efecto “Streisant” y verás como los libros más leídos en Castellón próximamente están en esa lista.