Los límites de la literatura

Recientemente me sorprendió en un foro un debate en el que alguien preguntaba sobre qué límite poner a la literatura. En principio me asombró que alguien, ni tan siquiera se lo planteara. Sin embargo al leer las opiniones a favor de establecer unos límites arbitrarios en la literatura comprendí la lógica de aquella petición.

Ahora bien, comprensión no implica aceptación, sino más bien todo lo contrario en este caso. Soy capaz de comprender que quién tiene unas miras limitadas quiera que todo tenga unos límites claros  y nítidos dentro de los cuáles sentirse seguro. Que no haya nada que pueda perturbar su estabilidad. La literatura no escapa a este afán cercenador, de modo que imponiendo sus propios criterios morales se asegura de que no haya ninguna opinión, hecho, narración, o idea diferente a lo que se considera moral.

Desde que leí, y asumí, que la moral es la ética pervertida por la religión, no puedo evitar que me rechinen los dientes en cuanto alguien invoca a la moralidad para justificar algo. Además curiosamente los más moralistas lo suelen serlo tanto que en ocasiones tienen varias morales diferentes, que se usan en función de lo que interese en cada momento.

Evidentemente mi opinión discrepa totalmente ya que en mi opinión,

La literatura es en buena parte un manifestación de la imaginación, y ésta no tiene límite. Ponerle límites a la literatura es como no querer dormir por el riesgo de tener pesadillas, renunciando a la aventura de vivir buenos sueños.

Entiendo que la percepción del arte es subjetiva e imponer unos criterios estéticos a los demás es un error. Simplemente si no te gusta, no lo mires, no lo leas, no lo escuches; ignóralo.

Otras justificaciones me causaron cierta sonrisa al leer como justificación al veto a los textos violentos y sexuales, que éstos eran los causantes de crímenes pederastas. Sembrando mi duda sobre si existían fechorías de este tipo antes de la invención de la escritura, o si los analfabetos e iletrados son incapaces de cometer tales maldades.

En la literatura puedes encontrar textos más o menos artísticos (puede que con el tiempo se cambie la percepción de los mismos), puedes encontrarte con historias truculentas o delictivas. Te pueden gustar más o menos, pero igual pasa con la naturaleza que te ofrece paisajes fabulosos o cuerpos en descomposición. Con la naturaleza humana sucede tres cuartos de lo mismo. Todos llevamos dentro maldad y bondad, que podamos vivir en un entorno en el que no necesitemos sacar a la luz toda nuestra mezquindad para sobrevivir no nos hace mejores, sólo nos hace afortunados.

Así pues, que cada uno escriba lo que sienta que debe escribir. Siempre habrá alguien que quiera censurarlo, alguien dispuesto a criticar. Ponte el impermeable y continúa escribiendo.